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Iñigo Agiriano
Jueves, 25 de abril 2024, 22:33
Cuando todo parecía favorable, el Atlético se ha caído en el momento decisivo de la temporada con dos derrotas durísimas. Primero sucumbió con estrépito ante ... el Borussia Dortmund (4-2 ) en Champions y luego ante el Alavés en la Liga (2-0), un resultado que compromete su cuarta plaza, amenazada de nuevo por el Athletic. Los seis goles encajados en estos dos encuentros son una muestra del gran mal que ha asolado a los 'colchoneros': una debilidad defensiva que resulta sorprendente en un equipo que ha cimentado sus triunfos de la última década precisamente en lo contrario, en la solidez.
Un breve repaso a las números desde la llegada de Simeone lo confirman. De las 12 temporadas completas con el argentino en el banquillo, el Atlético solo había encajado más goles en una a estas alturas de campeonato. Fue en la campaña 21-22, en la que terminó con 43 tantos en contra. Durante ocho cursos consecutivos (2013-2021), los madrileños recibieron menos de 30 dianas por temporada. Esta tendencia, sin embargo, se ha evaporado en los tres últimos campeonatos.
Si bien es cierto que los números del Atlético difieren notablemente si juega como local o visitante, 43 puntos respecto a 18, la cifra de goles recibidos es similar, 17 frente a 21. Es su mayor pegada como local la que le ha permitido convertir el Metropolitano en un fortín, pero sus carencias defensivas son similares. Para entender los motivos de este bajón hay que remontarse a la temporada 20-21, en la que el Atlético volvió a ser campeón de Liga. Aquel año, el 'Cholo' se atrevió a romper con su monolítico 4-4-2 para plantear un sistema con tres centrales.
Más allá de la formación, aquella temporada se apreció un cambio en el estilo, una propuesta que buscaba más protagonismo con el balón y asumía mayores riesgos en la salida. Simeone ha mantenido esta idea desde entonces, pero nunca ha logrado el equilibrio de aquel año en el que fueron campeones. Al mismo tiempo que su equipo mejoraba en la fase ofensiva, su defensa se resquebrajaba.
Achacar los males de un equipo al sistema suele ser un error porque otorga excesiva importancia a un factor que no es tan relevante como se presupone. El Bayer Leverkusen de Xabi Alonso, el Sporting de Portugal de Rubén Amorim y la Atalanta de Gasperini juegan también con un sistema de tres centrales y dos carrileros y son conjuntos de moda que están firmando temporadas brillantes. Lo verdaderamente importante es el perfil de los jugadores dentro de ese sistema.
Aunque la línea de tres pueda parecer una variante más defensiva, la ausencia de jugadores de banda obliga a los carrileros a tomar una gran responsabilidad en ataque. De esta forma, el equipo queda expuesto en muchas ocasiones y defiende con un hombre menos. Para paliar este problema, los centrales exteriores deben ser futbolistas muy veloces que puedan proteger la espalda de los carrileros y enfrentarse a los extremos rivales. Así sucede en el Leverkusen (Tapsoba-Hincapié) en el Sporting (Diomandé-Inácio) y en la Atalanta (Scalvini-Kolasinac).
En el Atlético, en cambio, Witsel y Hermoso son dos futbolistas de buen pie, pero sufren cuando deben defender espacios amplios a su espalda. Algo similar ocurre con Koke en el medio campo, en una posición clave para evitar que los centrales tengan que verse expuestos a situaciones límite. Por último, es necesario mirar más allá del banquillo. Desde la temporada 2011-2012 hasta la actualidad, el Atlético ha invertido 38 millones -gastos menos ingresos- en fichajes. Del once que se enfrentó al Bayern de Guardiola hace ocho años, hasta seis jugadores continúan en la plantilla. A pesar de clasificarse para la Champions durante 11 temporadas seguidas, la inversión de la entidad no ha estado a la altura de un equipo que quiere competir por ganar títulos.
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