Ser athleticzale no significa decir amén a todo

Yeray se equivoca si de verdad piensa que su trabajo no se valora y que todo es «criticar por criticar»

Jueves, 17 de septiembre 2020, 18:25

Las últimas declaraciones de Yeray -«Somos el Athletic, no el Real Madrid ni el Barcelona con los mejores jugadores del mundo. Somos jugadores ... de cantera, de Primera pero sin la calidad de alguien de nivel mundial»- me han traído a la memoria una anécdota que contaban los veteranos del Athletic. Jugaba el equipo de los 'once aldeanos' contra el Real Madrid, y el entrenador se afanaba en dar las últimas instrucciones en el vestuario antes de saltar al campo. Cuando se dirigió a uno de los centrocampistas para recordarle, «ya sabe, usted marca a Di Stéfano», se encontró con la abrupta respuesta del jugador elegido: «¡que me marque él a mí, yo no voy a andar todo el partido detrás de él!».

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No hará falta explicar que Di Stéfano, don Alfredo, era un jugador de nivel mundial que lideraba un equipo que ganó las primeras cinco Copas de Europa que se disputaron. El que se negó a marcarle aquel día era un chico de un pueblo de Bizkaia que al término de su carrera como futbolista, internacional, con una Liga y varias Copas en su palmarés, había conseguido ahorrar el dinero necesario para montar un bar en su pueblo, del que vivió muchos años. No fue una excepción. En esos tiempos los futbolistas que no continuaban su carrera como entrenadores, se daban por satisfechos si en el momento de su retirada disponían del suficiente capital para montar una cafetería de cierta alcurnia, una tienda de deportes o algún pequeño negocio que les permitiera tener un buen pasar lejos de los estadios.

Sea la anécdota real o apócrifa, me inclino más por lo primero conociendo a su protagonista, sirve para describir el espíritu que ha hecho del Athletic un equipo respetado y tantas veces temido por sus rivales, incluidos los de nivel mundial. Tampoco hace falta remontarse más de medio siglo para encontrar situaciones similares. Hay ejemplos de sobra que nos recuerdan la esencia de este equipo, incluso en fechas recientes.

También ha habido épocas en las que los que han vestido la camiseta rojiblanca se han escudado en su condición de chicos de la cantera para justificar trayectorias grises, temporadas frustrantes en las que en el Athletic había mucha resignación y ninguna rebeldía. Años en los que, en lugar de ser un acicate, la diferencia servía de justificación y de coartada para la mediocridad.

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Yeray se equivoca si de verdad piensa que su trabajo no se valora y que todo es «criticar por criticar». Claro que la gente valora llegar a una final de Copa, precisamente porque conoce de sobra las limitaciones de este equipo, pero aunque el futbolista pueda opinar lo contrario, ser Athleticzale no significa decir amén a todo desde una postura acrítica y de adhesión inquebrantable. Históricamente, las figuras más emblemáticas del Athletic han sido las que han sufrido las críticas más aceradas en algún momento de su carrera. Y eso no es óbice para que la afición rojiblanca tenga ganada una bien merecida fama de ser de las más leales a su equipo en las buenas pero, lo que es más importante, también en las malas.

«El Athletic es admirado no por jugar con su cantera, sino por aspirar a ganar títulos con los de casa»

No hay nada más peligroso para el Athletic que la autocomplacencia, cuando no la autocompasión. La idea de los buenos chicos de cantera haciendo lo que pueden frente a los grandes e inaccesibles astros mundiales no se corresponde ni con la historia ni con la personalidad de este club. Eso no quiere decir que la afición rojiblanca sea una cuadrilla de inconscientes ajena a la realidad que le rodea. No es ningún secreto que las dificultades del Athletic no han hecho más que complicarse a medida que el fútbol ha ido evolucionando. Pero siempre las ha sabido superar cuando ha tenido las ideas claras para encontrar soluciones.

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El Athletic no es un club excepcional y admirado en todo el mundo por competir con las únicas armas de su cantera, sino por ganar títulos, o aspirar a ganarlos, solo con su cantera, que es muy distinto.

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