El Athletic vuelve al escenario en el que vivió su noche más feliz
Diecisiete meses después de ganar la Copa en La Cartuja, los rojiblancos pisarán mañana de nuevo ese estadio para medirse al Betis en Liga debido a las obras del remodelación del Benito Villamarín
El Athletic regresa mañana (19.00 horas) a La Cartuja, el estadio donde consiguió hacer realidad un sueño que el destino le había negado durante ... 40 años. Será para medirse al Betis, un rival incómodo, y en una competición distinta, la Liga, pero seguro los jugadores y el cuerpo técnico sentirán un cosquilleo especial cuando salten al césped donde saborearon la gloria. Y es que la imagen del entonces capitán rojiblanco Iker Muniain alzando la ansiada Copa del Rey en el estadio sevillano la madrugada del 7 de abril de 2024 –el partido arranco el día 6 y se alargó con una prórroga y una agónica tanda de penaltis– ha quedado grabada a fuego en la historia rojiblanca.
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Imborrable, aunque ya ha pasado más de año y medio, aquella sensación de alegría, alivio y orgullo después de tanto tiempo de rabia contenida por las ocasiones perdidas y también todo lo que vino después. Un millón de personas aclamando a los campeones al paso de la gabarra por la ría, apostadas en ambos márgenes. Sólo los más veteranos del lugar habían vivido esa experiencia con los títulos cosechados en la década de los 80 por aquel Athletic que entrenaba Javier Clemente.
Y el Athletic de Ernesto Valverde había logrado demostrar que todo lo que abuelos y padres habían contado a nietos e hijos sobre aquel equipo campeón de los Goiko, Urtubi, De Andrés, Sarabia y compañía era realidad, por mucho que el paso del tiempo hubiera ido difuminando sus logros. Y todo ello fue posible en una noche mágica en La Cartuja, eso sí, tras sufrir lo que no está en los escritos.
Porque, tal y como se intuía, el rocoso Mallorca de Javier Agirre lo puso muy complicado e incluso por momentos hubo quien, echando mano del maleficio que perseguía a los rojiblancos en las seis finales perdidas previamente, incluida la de la Europa League ante el Atlético, llegó a pensar que tampoco iba a ser posible aquella vez Los jugadores y el cuerpo técnico, por suerte, nunca dejaron de creer, ni cuando peor pintaban las cosas en tierras sevillanas.
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Porque el Mallorca, por momentos, tuvo a los leones contra las cuerdas. Los bermellones se adelantaron en la primera mitad por medio de Dani Rodríguez y el panorama pudo oscurecerse todavía más cuando en el arranque del segundo periodo Larín a punto estuvo de establecer el 0-2 para los baleares. Un salvador Julen Agirrezabala, ahora cedido en el Valencia, se encargó de desbaratar el lanzamiento envenenado del delantero canadiense. Fue la espita que encendió la mecha rojiblanca.
Los de Valverde se desmelenaron guiados por sus estrellas. Una buena combinación entre Nico y Sancet, que el mediapunta navarro definió a la perfección, equilibró la contienda recuperando la licencia para soñar. Locura en las gradas. Logrado el primer objetivo, el cuadro bilbaíno se puso el mono de trabajo para tratar de derribar de nuevo el muro mallorquinista, aunque sin éxito dentro del tiempo reglamentario. Media hora extra de agonía que tampoco resolvió nada. El 1-1 parecía inamovible y el ganador de Copa se decidía a los penaltis, algo que el Athletic no deseaba y que al Mallorca, después de haber dejado en la cuneta a la Real Sociedad desde el punto fatídico en semifinales y viendo cómo se había desarrollado la final, no le desagradaba del todo.
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«Tenía verdadero terror a la hora de lanzar el penalti. Los que estuvimos allí abajo nunca hemos sentido tanto miedo en un terreno de juego», reconoció días después Iker Muniain en relación a la tremenda responsabilidad que recaía sobre los hombros de los jugadores aquella noche en el estadio sevillano.
Una tanda histórica
Las cinco finales coperas perdidas y, sobre todo, las dos últimas –2020 y 2021– ante Real Sociedad y Barcelona en una Cartuja vacía debido a la pandemia, representaban un pesada losa difícil de sobrellevar. Pero esta vez todo fue distinto. Esta vez las gradas estaban llenas y con aplastante mayoría athleticzale. Dos terceras partes del aforo era rojiblanco y su calor también colaboró a que la moneda saliera cara por fin.
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Julen Agirrezabala y Álex Berenguer fueron dos de los nombres propios de aquella histórica tanda de penaltis. El meta se agigantó bajo palos para detener el lanzamiento de Morlanes y después Radonjic también se empequeñeció y erró su disparo desde los once metros. El Athletic, por contra, se sacudió sus miedos, los de ese momento de patear el balón y los históricos y se mostró infalible. Raúl García, Muniain y Vesga fueron los primeros en lanzar y Berenguer, que había saltado al césped en la segunda mitad, el encargado de rematar la faena y provocar una explosión de alegría en todos los confines en los que residía un athleticzale.
Desde aquel día los hombres de Ernesto Valverde no habían vuelto al lugar de los hechos y seguramente esperaban hacerlo solo para disputar otra final de Copa este mismo curso, pero las obras de remodelación del Benito Villamarín han provocado que el Betis tenga que trasladarse a La Cartuja esta temporada y la visita se adelanta. El reto es sumar el tercer triunfo consecutivo antes del parón de selecciones y volver de nuevo en abril.
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