Athletic 1-0 Slavia Praga
Un gran Agirrezabala impulsa al Athletic en EuropaEl donostiarra fue determinante para que el cuadro bilbaíno hiciera bueno un afortunado gol de Nico Williams y terminara ganando a un Slavia superior
El partido tenía todos los ingredientes para ser un bonito espectáculo entre dos equipos que nunca se achantan porque sólo temen que el cielo caiga ... sobre sus cabezas, como los galos indomables de la aldea de Asterix. Eso era lo que pensaban los 47.000 espectadores que se dieron cita en San Mamés, pero lo cierto es que luego vieron otra cosa diferente, digamos que poco común en estos tiempos chispeantes: un auténtico ejercicio de supervivencia del Athletic ante un rival muy superior y una victoria muy afortunada conseguida gracias a la soberbia actuación de su portero. Dicen algunos que en el fútbol no hay que personalizar, pero hay días en que hacerlo resulta un acto de pura justicia. Al Athletic más mediocre y superado de la temporada lo sostuvo Julen Agirrezabala con media docena de grandes paradas, tres de ellas providenciales.
Athletic
Agirrezabala, De Marcos, Vivián, Paredes, Yuri, Prados (Ander Herrera, min. 86), Galarreta (Jauregizar, min. 77), Iñaki Williams, Berenguer (Unai Gómez, min. 63), Nico Williams (Sancet, min. 77) y Guruzeta (Djaló, min. 63).
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Slavia de Praga
Kinsky, Doudera, Boril, Zima (Chaloupek, min. 88), Zmrzly (Jurasek, min. 63), Diouf, Zafeiris (Pech, min. 88), Oscar, Michez (Lingr, min. 72), Chytil (Chory, min. 63) y Provod.
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Gol 1-0. M. 33. Nico Williams
Los rojiblancos dieron de este modo un gran paso adelante en su objetivo de pasar a la siguiente ronda de la Europa League, a ser posible de forma directa a los octavos de final, para lo cual necesitan quedar entre los ocho primeros. Si lo acaban consiguiendo, seguro que los tres puntos de este jueves por la noche ante un gran Slavia tienen buena parte de culpa. Y entonces, cuando se haga ese recuento de la caja, importará poco que el Athletic los consiguiera de chiripa, viéndose superado durante la mayor parte del partido, obligado a picar piedra y a encomendarse a su portero durante 93 minutos larguísimos.
Lo cierto es que el Athletic estaba más que avisado del peligro del equipo de Praga, pero aún así se llevó una sorpresa desagradable. En ninguno de sus guiones previstos estaba sentirse tan incómodo, tan a merced de un rival que se le parecía tanto. Si al equipo de Valverde se le vio raro, muy limitado en todas sus virtudes, fue probablemente porque los checos les superaron –en todo menos en el marcador– con las mismas armas con las que ellos acostumbran a superar y someter a muchos de sus contrarios en la Liga española. La sorpresa se produjo ya desde el pitido inicial. Los checos salieron mordiendo como rottwailers hambrientos y, durante casi un cuarto de hora, hasta que se los quitaron un poco de encima, los rojiblancos lo pasaron fatal ante tanta furia.
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Hacia mucho tiempo que no se veía en San Mamés un equipo que se le lanzara al cuello al Athletic de tal manera. A los de Valverde les tocó sufrir y encomendarse a la inspiración de Agirrezabala, algo que iban a tener que hacer durante todo el partido. En el minuto 7, el donostiarra salvó el 0-1 con un paradón a un disparo de Michez, poco después sacó un cabezazo de Chyti y vio cómo se iba fuera un testarazo de Diouf. Era el único que detenía la avalancha del Slavia, que fue remitiendo a partir del cuarto de hora. Fue algo natural. Por un lado, los pupilos de Trpisovsky necesitaron darse un respiro. No podían seguir jugando al galope. Y por otro, los de Valverde, que hasta ese momento no se habían enterado de la fiesta, incapaces de ganar sus duelos y de jugar el balón con criterio, recuperaron un poco el color.
Tampoco es que se lucieran, la verdad. Vivián estaba muy firme haciendo lo que sabe hacer, pero también insistía demasiado en lo que no sabe hacer, es decir, sacar el balón en largo. Ruiz de Galarreta, Prados y Berenguer eran muy inferiores a Zafeiris, Dorley y Provod. Yde los hermanos Williams tampoco había demasiadas noticias. Sin embargo, les bastó elevar un poco la altura y la intensidad de su presión para provocar algunas molestias en la defensa de los checos, su punto más débil.
Gol de rebote
El caso es que antes de la media hora forzaron un penalti que el VAR acabó anulando con buen criterio –Guruzeta empujó a un defensa e Iñaki Williams se tiró– y minutos después, en el 37, Nico abrió el marcador con un churrete. Es cierto que se perfiló muy bien, pero Kinsky no hubiera tenido problemas para detener el balón si Zima no hubiera desviado por completo su trayectoria. Los jugadores de Trpisovsky acusaron el golpe. Ya se sabe que nunca es fácil digerir la injustica. Ahora bien, volvieron a rehacerse y a someter de nuevo al Athletic, que acabó pidiendo la hora para que el árbitro pitara el descanso. Michez, de hecho, estuvo a punto de hacer el empate en el descuento de la primera parte. Lo impidió Agirrezabala. Si el camerunés no tuvo pesadillas con el guardameta donostiarra es que el chaval duerme como una marmota.
Quien más quien menos, los hinchas del Athletic confiaban en una reacción de su equipo en la segunda parte. Aquello no podía seguir así, se decían. Era hora de espabilar. Aquellos checos no podían seguir siendo tan superiores. Pues bien, en el minuto 46 Doudera tuvo una buena ocasión y en 55 Agirrezabala volvió a amargarle la vida a Michez. Aquello seguía igual, efectivamente. Y así continuó hasta el final. Bien es verdad que las ocasiones más claras del Slavia terminaron cuando, en el minuto 73, Agirrezabala despejó un peligrosísimo cabezazo de Chory, el delantero gigantón que Trpisovsky sacó a la hora de partido en plan primo de Zumosol. También es cierto que las entradas de Sancet y Jauregizar dieron más aire a los rojiblancos, que al menos pudieron tener algo más el balón y no tener que defender panza arriba. Aún así, el Slavia continuó siendo mejor hasta el final. Sin duda, el mejor equipo que ha pasado por San Mamés esta temporada. Y con diferencia.
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