Un Athletic que rebosa confianza
Fútbol ·
La tropa de Valverde sigue demostrando esa firmeza de convicciones que le ha convertido en uno de los equipos más competitivos de la LigaJon Agiriano
Bilbao
Martes, 2 de septiembre 2025, 00:42
Hay una frase que se escucha con frecuencia en el mundillo del fútbol y que convendría analizar para que no genere ningún malentendido cuando algunos ... la aplican refiriéndose al Athletic. Es la que dice que un equipo necesita muy poco para ganar. En general, se suele utilizar como un elogio hacia los grandes, tan poderosos que son capaces de ganar sin despeinarse demasiado gracias a la calidad diferencial de sus estrellas. Donde los demás se tienen que dejar hasta los riñones para sumar puntos, a esos privilegiados les basta con poner el motor en marcha y pisar lo justo el acelerador. El resto lo hace la ley de la gravedad. O de la termodinámica.
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¿Es el Athletic uno de ellos? Las tres victorias consecutivas en este arranque de temporada, unidas a los grandes números del equipo en los dos cursos anteriores (68 y 70 puntos al final de la Liga), podrían hacer pensar que sí. Porque es cierto que a veces los rojiblancos ganan partidos con una superioridad propia de los grandes. La diferencia es que, en su caso, esa superioridad tiene más que ver con su actitud, con su mentalidad competitiva, que con el poderío de una plantilla trufada de estrellas, de esas que desequilibran los partidos con sus varitas mágicas.
La realidad es que el Athletic sólo tiene tres jugadores a los que se les podría conceder esa condición estelar: Unai Simón, Sancet y Nico Williams. Ahora bien, con esfuerzo, humildad y entusiasmo –y un buen número de buenos futbolistas, por supuesto– ha acabado desarrollando una personalidad colectiva propia de los mejores.
Apostaría mis posesiones en la Costa Azul a que los 65.000 espectadores que llenaron el domingo La Cartuja tuvieron desde el principio una percepción muy clara: la de que su Betis tenía enfrente un hueso de brontosaurio durísimo de roer. Para superar al Athletic iba a tener que sufrir y hacer encaje de bolillos. En vista de esa dificultad, los hinchas verdiblancos se sintieron en la obligación de animar a su equipo como sólo se anima ante los grandes. Es lo que hicieron. El ambiente en La Cartuja fue extraordinario, pero ello no impidió que la tropa de Valverde se impusiera de forma justa y que lo hiciera, además, sin necesidad de jugar bien y con una actuación decepcionante de Sancet y de los hermanos Williams.
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Quizá a los aficionados rojiblancos más jóvenes, con escasa o nula perspectiva histórica, esto puede parecerles algo normal. Me refiero a ganar con justicia al Betis en su casa –un Betis europeo, además– jugando un partido normalucho, sin que brille ninguna de tus figuras y a 33 grados de temperatura. Pues no. Esto es algo extraordinario. Un solo dato en este sentido: entre 1968 y 1999, el Athletic sólo ganó una vez en el Benito Villamarín. Y en las dos temporadas de las ligas de Javier Clemente, por ejemplo, se llevó un 5-1 y un 2-0.
Regularidad
Victorias como la del domingo, en fin, no hacen sino certificar el despegue de los leones, cuya actitud en el campo sólo tiene parangón en los mejores Athletics de la historia. El equipo sale afilado y con ambición juegue donde juegue y juegue contra quien juegue. La calidad de su fútbol, como es normal, varía de unos partidos a otros en función del día que tengan sus jugadores clave y de las apreturas que les provoque el rival. Ahora bien, su fuerte personalidad se mantiene intacta siempre. El equipo nunca encara con dudas un partido ni baja los brazos ante las dificultades. Y esto es posible porque es muy consciente de sus fortalezas como competidor.
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La principal de todas ellas, sin duda, es la confianza del grupo. La de cada jugador en sí mismo y en sus compañeros. El mayor mérito del trabajo de Valverde en estos dos últimos años no han sido sus grandes resultados o el título de Copa. Estos éxitos han sido consecuencia de un mérito anterior y fundamental: proponer a sus jugadores un estilo valiente y ambicioso y conseguir que crean en él con una fe casi religiosa. Sólo así ha sido posible que el Athletic, tras seis años sin poder quitarse de encima una irregularidad viscosa que le acababa condenando a la mitad de la tabla, haya cogido este poso de equipo fiable y consistente, quinto y cuarto en las dos últimas Ligas.
El arranque de esta temporada ha sido impecable en lo que a la provisión de puntos se refiere. Da gusto ver a los rojiblancos colíderes junto al Real Madrid con este nueve de nueve, un pleno que no se producía desde la temporada 2009-2010 y que a Valverde le ha tenido que saber a gloria porque sus arranques de temporada no acostumbran a ser brillantes. Más bien al contrario. La pasada campaña, por ejemplo, el Athletic sumó cuatro puntos en las cuatro primeras jornadas. Menos de la mitad que ahora y con un partido más. La reacción del equipo, sin embargo, estuvo en consonancia con su fuerte personalidad: tres victorias consecutivas, dos de ellas a domicilio, y una sola derrota –en Girona fallando tres penaltis– en las siguiente 21 jornadas. Y eso jugando la Europa League, donde la liguilla la saldaron los de Valverde con seis victorias, un empate y una sola derrota.
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No hace falta decir que sin una confianza rebosante esto es imposible. Como tampoco es necesario señalar que la llegada de un futbolista como Aymeric Laporte para reforzar la posisión más delicada de la plantilla supondrá una inyección de autoestima suplementaria para un equipo que cree en sí mismo como pocos.
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