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Athletic 2-0 Rangers
El Athletic ya está a sólo tres pasos de la gloriaEra una noche histórica en la que el Athletic, favorito indiscutible, no podía fallar, y menos delante de una afición entregada que vivió el partido ... con una intensidad enorme, propia de esos momentos únicos en los que la gloria se ve cada vez más cerca, casi se acaricia. Y no falló. Muy superiores, sobre todo en la primera parte, los rojiblancos acabaron imponiendo su ley ante un Rangers que sólo intimidó un rato mediada la segunda mitad. El Athletic, sin embargo, supo rehacerse a tiempo y Nico Williams, a pase de De Marcos, acabó marcando el segundo gol, el de la tranquilidad, el que todos los hinchas rojiblancos esperaban desde que Sancet marcó el 1-0 de penalti al filo del descanso. En fin, que ya sólo falta un escalón, una apasionante semifinal ante el Manchester United, clasificado con una remontada loquísima ante el Olympique de Lyon, para que el equipo de Valverde intente el próximo 21 de mayo en San Mamés su asalto a la única gran cima que le falta en su palmarés: un título continental.
Athletic
Agirrezabala, De Marcos, Vivián, Yeray, Lekue, Jauregizar, Ruiz de Galarreta (Prados, 73), Berenguer (Vesga, m.87), Sancet, Nico (Djaló, m.87) y Maroan (Guruzeta, m.73).
2
-
0
Rangers
Kelly, Tavernier, Souttar, Balogun (Igamane, m.50), Ridvan (Barron, m.23), Jefté, Raskin, Hagi (Nsiala, m.46), Cerný, Diamande y Dessers.
Goles: 1-0, m.45+3: Sancet (de penalti); 2-0, m.80: Nico Williams.
Árbitro: rfan Peljto (BiH). Amonestó al rojiblanco Sancet (m.51), y a los escoceses Dessers (m.19), Balogun (m.32) y Tavernier (m.77).
Incidencias: 52.114 espectadores en San Mamés. Récord del campo.
La victoria del Athletic, incontestable, no hace sino reafirmar el gran nivel competitivo del equipo, cuya trayectoria en esta Europa League sólo puede calificarse de sobresaliente. Como local –y con esto está dicho todo– es la mejor de la historia del club con seis victorias en seis partidos y catorce goles a favor y sólo dos en contra. La Catedral, que batió su récord de asistencia, se ha convertido en un fortín inexpugnable. Impulsado por su afición, el equipo se transforma en una roca y los rivales se estrellan contra ella. También el Rangers, un grupo fuerte que no se anda con chiquitas y no reniega de ningún esfuerzo. Los de Valverde, sin embargo, son capaces de igualarle la intensidad a cualquiera. Hay una fuerza interior que les impulsa y que no es otra que la ilusión de todos por la Europa League.
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Ninguno de los rojiblancos, que fueron los mismos que en Ibrox Park con la excepción de Berenguer en lugar de Iñaki Williams, desentonó. Hubo algunos más o menos acertados, como es natural. Al citado Berenguer, por ejemplo, se le notó que sufre más por la derecha que por la izquierda a pierna cambiada. Ahora bien, no dejó de intentarlo. Aunque citar a Sancet y Nico Williams es obligado, también lo es referirse al gran trabajo de Lekue como lateral izquierdo y, sobre todo, a Maroan, clave en la primera parte. El vitoriano, que cuando corre es él mismo una estampida, desahogó a sus compañeros, martirizó a los rivales, dio dos asistencias más que interesantes y provocó el penalti de Souttar en el descuento de la primera parte que significó el 1-0; un gol con valor psicológico ya que el Athletic corría el riesgo de irse al descanso con la mosca detrás de la oreja, inquieto, por la sospecha de que podía repetirse un nuevo asedio infructuoso a un rival cerrado, como otros que ha tenido que sufrir esta temporada.
El partido comenzó con un espejismo que se prolongó durante los primeros diez minutos. Ante la sorpresa de todos, el Rangers salió valiente y respondón, con Diomande al frente de las operaciones, y no dudó en ir a buscar la portería de Agirrezabala en un par de ocasiones. Aquello parecía que iba a ser un toma y daca en el que el Athletic podría sentirse mucho más cómodo y aprovechar su mayor calidad. Y así fue. Sancet y Nico tuvieron dos buena ocasiones en el minuto 8 y en el 11, y a los escoceses se les empezaron a acabar sus deseos de aventura.
Es cierto que pasado el cuarto de hora firmaron otra llegada peligrosa, sobre todo porque Vivián se jugó de forma absurda el penalti agarrando a Dessers de la camiseta y rompiéndosela, pero ya fue una jugada puntual. Los de Ferguson, sencillamente, se echaron atrás, como se esperaba de ellos, y con un 5-4-1 muy bien entrenado levantaron un muro que para sí lo hubiera querido el emperador Adriano para limitar sus dominios en Britania y protegerse de las tribus de caledonios que poblaban entonces las tierras de Escocia.
El Athletic tuvo que picar piedra. Se trataba de una tarea ingrata, pero lo cierto es que el árbitro bosnio Irfan Peljto ayudaba al espectáculo dejando jugar con mucho criterio, como pocas veces. Los de Valverde, además, estaban preparados para esa coyuntura. «La paciencia es amarga pero su fruto es dulce», escribió Rousseau, y es probable que los rojiblancos tuvieran colgada esa cita en el vestuario. Y si no la tenían, otra en un sentido similar. No había que precipitarse para crear oportunidades en buenas condiciones. Y las crearon, pero entre el acierto de Kelly y el desacierto de los rojiblancos todo indicaba que se llegaría al descanso con 0-0. Sancet, de hecho, falló una ocasión clarísima, a pase de Maroan, justo antes de marcar el penalti.
En la segunda parte hubo más emoción que juego. Quizá todo hubiera cambiado si a Souttar no le llega a pegar en la cara un cabezazo de Yeray en el minuto 49. El caso es que hubo que seguir trabajando a destajo y, poco a poco, protegiéndose de los balones largos que empezaron a lanzar los pupilos de Ferguson. Y cuando un equipo escocés se pone a pegar pelotazos y a saltar por ellos como posesos crea peligro hasta sin querer. En el minuto 57, cuando Agirrezabala desvió al poste de forma milagrosa un remate de Raskin desde el área pequeña, un sudor frío recorrió San Mamés. El Rangers apretó a través de Cerny en dos ocasiones más y al Athletic le tocó reaccionar. O lo hacía o se podía meter en un serio problema. Y ahí salió la personalidad del equipo de Valverde, que volvió a mirar la portería hasta acabar batiendo de nuevo a Kelly. A partir de ahí, sólo quedó seguir soñando.
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