Athletic 1-1 Mallorca
El Athletic se atranca en un mal momentoTras dos derrotas, los rojiblancos no pueden pasar del empate ante el Mallorca en un partido gris en el que se agudizó la crisis de la Harmaila
En ocho días, el Athletic ha pasado de ver cómo se le rompía una racha fantástica de 16 partidos sin perder a sufrir de repente ... dos derrotas y un empate. Ante el Atlético y la Roma el problema estuvo en la falta de efectividad con sólo cuatro remates a portería sobre un total de 31 entre ambos encuentros. Contra el Mallorca fue otra cosa. A los rojiblancos les faltó fútbol. El equipo notó las ausencias, sobre todo la de Iñaki Williams, que no saltó hasta el minuto 54, pero sobre todo se sintió raro, atrancado, torpe en demasiadas ocasiones, con la adrenalina baja, sin la electricidad que requería un partido que era una oportunidad magnífica para distanciar al Villarreal. Y lo acabó pagando con un 1-1 que supo a muy poco. En realidad, fue un serio disgusto.
Es cierto que hubo un momento, uno solo, en el que el equipo de Valverde se pareció a sí mismo. Fue tras la entrada de Iñaki Williams y Maroan, que curiosamente se produjo justo antes de que, en el minuto 56, el Mallorca se adelantara con un gran cabezazo de Raíllo en un saque de córner. Los rojiblancos se revolvieron con rabia e hicieron el empate casi tras sacar del centro del campo tras un soberbio centro de Gorosabel desde la derecha que Nico Williams aprovechó con un testarazo bien picado.
Athletic
Simón; Gorosabel, Yeray, Paredes (Nuñez, m.57), Adama (Lekue, m.78); Prados, Jauregizar; Berenguer (Unai, m.78), Canales (Iñaki, m.54), Nico; y Guruzeta (Maroan, m.54).
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Mallorca
Greif; Maffeo, Valjent, Raíllo, Copete, Mojica; Mascarell (Dani Rodríguez, m.72), Samú Costa, Darder (Morlanes, m.72); Asano (Antonio Sánchez, m.59) y Muriqi (Larin, m.85).
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Goles: 0-1, m.56: Raíllo. 1-1, m.58: Nico.
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Árbitro: Hernández Hernández (Colegio Canario). Amonestó a Gorosabel, Copete, Raíllo y Antonio Sánchez.
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Incidencias: 48.203 espectadores en San Mamés.
Era el minuto 57 y San Mamés rugía unánime por primera vez en todo el partido. Fue inevitable esperanzarse con que el Athletic acabara por remontar, pero el tiempo fue pasando y, salvo un derechazo cruzado del mayor de los Williams en el minuto 70, lo cierto es que Greif tampoco sufrió demasiado. A los de Valverde les pudo la ansiedad y no supieron atacar con criterio. Al menos con el suficiente como para lograr que hincaran la rodilla tipos como Copete, Raíllo, Valjent, Mojica y Maffeo, que a la hora de defender y dejar pasar el tiempo saben latín, arameo y alguna que otra lengua muerta más.
Sin el ritmo y la intensidad que necesitaba ante un rival con las costuras y el oficio del Mallorca, el Athletic dio una mala impresión desde el principio que se prolongó durante toda la primera parte, una de las más aburridas e inanes de la temporada. A los rojiblancos se les acumularon los problemas y que sólo la falta de profundidad del equipo de Arrasate les impidió llevarse el susto que su fútbol plomizo merecía. La defensa se sostenía sin más con algún error como el de Paredes en el minuto 8. El central de Arrigorriaga perdió un balón en la banda derecha que permitió un centro de Asano y un remate de Muriqi que despejó Unai Simón. Hernández Hernández, de manera incomprensible, señaló saque de puerta. Dejando a un lado esta jugada, lo cierto es que en ataque la retaguardia era un cero a la izquierda, con Gorosabel sin cruzar el centro del campo y Adama Boiro muy desafortunado. El chaval llevaba un mes entero sin jugar y bien que se le notó.
Por delante, Jauregizar y Prados no eran capaces de dirigir la circulación ante futbolistas del cuajo de Mascarell y Samú. Y en el frente de ataque todo era insulso. Nico Williams firmó dos buenas jugadas que terminaron en malos centros, Berenguer apareció muy poco por la derecha, lo mismo que el debutante Canales en la media punta o no digamos nada Guruzeta en la punta, casi inexistente. En este escenario confuso y desabrido, el Athletic llegó al descanso sin rematar a la portería rival, una estadística extrañísima como local. Ni en sus mejores sueños se había visto Greif tan tranquilo durante toda una primera parte en San Mamés. Y menos enfrentándose a un Athletic que se jugaba tres puntos de oro en su lucha por la Champions.
Una crisis grave
El siguiente problema para los leones llegó desde la grada. Quién lo iba a decir. En los partidos grumosos, el público es muy importante para reactivar al equipo. No siempre lo consigue, claro que no. Muchas veces hay que aguantar como se puede el tufarrón. En ocasiones, sin embargo, la grada prende la mecha del equipo; una posibilidad que, lejos de conseguirse, esta vez se hizo imposible. Es más, la crisis de la grada de animación, que provocó una sucesión de pitadas en uno de los momentos más desangelados de la primera parte, acabó perjudicando al equipo, impidiéndole concentrarse. El tema se ha ido de la mano. Es tan grave, y más en vísperas de un partido como el del próximo jueves, que hay que solucionarlo de inmediato. Sólo faltaría que una iniciativa creada para impulsar al Athletic se convierta en un factor de desestabilización y mal rollo.
Sea como fue, el Athletic tiene que exigirse más. Al equipo se le empieza a notar un punto de ansiedad que es peligroso. Es como si se sintiera un poco abrumado por la responsabilidad, por su propia ilusión ante los sueños que ha despertado. Y eso se está notando en la pérdida de precisión, tanto en los pases –se fallaron hasta paredes fáciles– como en las propias combinaciones, los centros al área o los remates. Hay que recuperar esa finura. De lo contrario, el Athletic lo va a tener complicado. El Mallorca, de hecho, pudo considerarse una buena piedra de toque pensando en la Roma. No son tan diferentes.
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