Athletic 2-0 AZ Alkmaar
El Athletic, a la victoria por el camino de la insistenciaEl cuadro bilbaíno tardó más de setenta minutos en superar al AZ Alkmaar, pero no dejó de intentarlo y acabó activando la conexión entre los hermanos Williams, que fue letal
Aseguró Maarten Martens que su equipo jugaría en San Mamés «como lo hace siempre» y Alexandre Penetra, el central portugués, pronosticó «un juego muy abierto ... en el que pueden acontecer muchas oportunidades para un equipo y para otro». También Valverde destacó «el gran espíritu ofensivo» de los neerlandeses y advirtió de su peligrosidad. La realidad, sin embargo, fue otra. El Athletic fue muy superior al AZ Alkmaar, que se limitó a dejar detalles de equipo jugón y pinturero, pero acabó metido en su campo, sobre todo a partir del descanso, y claudicando ante el potencial ofensivo del Athletic, representado por los hermanos Williams, sobre todo Nico, fabricante de los dos goles.
Athletic
Agirrezabala, Gorosabel (De Marcos, m.56), Vivián, Paredes, Yuri, Jauregizar (Herrera, m.74), Galarreta (Unai, m.84), I. Williams, Sancet, Nico y Guruzeta (Berenguer,m.74).
2
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0
AZ
Owusu-Oduro, Maikuma, Penetra (Poku, m.84), Martins Indi, Wolfe, Clasie (Belic, m.63), Mijnans, Koopmeiners, Buurmeester, Van Bommel y Parrott (Meerdink, m.63).
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Goles 1-0, m.72: Iñaki Williams; 2-0, m.85: Sancet
El regreso de los leones a Europa fue, por tanto, una experiencia agradable y fructífera, aunque el partido tampoco fue como para echar cohetes. Hasta que el Athletic abrió la lata en el minuto 72, las gradas estuvieron más frías que otras veces, más a la expectativa. Por cierto, la asistencia también fue menor que en los anteriores partidos de Liga, de hecho fue la peor de la temporada, lo que da qué pensar. Entre el horario y el temor a posibles incidentes con las hinchadas rivales –este jueves mismo los hubo en San Sebastián–, hay personas que prefieren no acudir a San Mamés. Así se explica que un Athletic-Getafe o un Athletic-Celta reúnan dos mil espectadores más que el reencuentro con el fútbol continental seis años y medio después en una campaña, además, en la que la final se jugará en San Mamés.
El Athletic, que continúa con la buena racha que inició después del parón, decidió pisar el acelerador desde el pitido inicial. Era evidente que quería mandar un mensaje contundente a su rival con la esperanza de que se arrugase y se metiera en su campo; es decir, que hiciera lo que peor sabe hacer. A los 47 segundos, Guruzeta cabeceó demasiado cruzado un buen centro de Iñaki Williams. Y a los cinco minutos, Berchiche soltó un misil al larguero, el primero de los tres que lanzó durante la primera parte. El equipo de Valverde desprendía autoridad en esos compases iniciales. La afición rojiblanca se frotaba las manos viendo a su equipo con tanta determinación ante un AZ Alkmaar que no se sabía bien por dónde iba a salir.
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Sin embargo, un chutazo de Van Bommel que obligó a lucirse a Agirrezabala en el minuto 12 dejó las cosas en su sitio. El Athletic podía dominar y acercarse más al área de Oduro, pero los neerlandeses tampoco eran mancos y no se iban a meter en la madriguera. Cuando pudieran, iban a intentar jugar. La cosa prometía. Dos rivales dispuestos a medirse en un duelo abierto suele ser sinónimo de disfrute. Y en el caso de San Mamés, de ventaja para el Athletic, que prefiere rivales que juegan a pecho descubierto a otros malencarados que salen con el escudo y la cota de malla.
El equipo de Valverde, sin embargo, no supo aprovechar este escenario durante la primera parte. La defensa y el centro del campo jugaron con criterio. Jauregizar, por ejemplo, estuvo muy bien y mezcló a la perfección con Galarreta. Curiosamente, el problema de los rojiblancos radicaba en su mayor virtud: en su poderoso frente de ataque. Tanto los Williams, como Sancet y Guruzeta no eran capaces de marcar la diferencia. Trabajaban a conciencia, pero estaban fallones. Pasada la media hora hubo una jugada que no pudo reflejar mejor ese desacierto. En lugar de encarar y entrar al área, Nico Williams decidió dar un pase absurdo a Sancet y casi le pegó un balonazo.
La diferencia
Es probable que el entrenador y los jugadores del AZ Alkmaar llegaran al descanso con buenas sensaciones. Habían salido indemnes y en el minuto 40 incluso tuvieron una buena ocasión a cargo de Buurmeester. Y hasta es probable que los primeros compases de la segunda mitad, que incluyeron un gran disparo de Van Bommel que se fue por poco, les hicieran ser optimistas. No contaban, sin embargo, con la capacidad de insistencia del Athletic, una de sus virtudes diferenciales. Ya pueden estar desacertados que los rojiblancos lo siguen intentando hasta el juicio final. No paran de pegarle al yunque una y otra vez, como en la fragua de Vulcano.
Los hermanos Williams representan mejor que nadie ese espíritu laborioso y contumaz. Estaban desacertados, pero les daba igual. Volvían y volvían. El equipo encontró en ellos el camino a la victoria. Primero, haciendo que el AZ Alkmaar acabase haciendo lo que Martens no quería que hiciese, como si supiera que eso les condenaría, como se condenan siempre los equipos que juegan en contra de su naturaleza: recular y meterse en su campo. Y luego, lo hicieron dando la puntilla. Fue visto y no visto: robo de Sancet tras una mala salida de balón de un defensa, pase rápido de Jauregizar a Nico, entrada por la izquierda y centro perfecto a su hermano, que fusiló llegando en carrera. El AZ Alkmaar no supo reaccionar. Le faltó energía, seguramente también confianza en sus posibilidades ante un rival superior. El caso es que acabó encajando el 2-0. Y es que Nico Williams no paraba y dibujó un jugadón por su banda que terminó en un rechace de Oduro que Sancet aprovechó. Por cierto, tampoco el navarro le habían salido las cosas, pero no cejó en el empeño.
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