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El Athletic está viviendo uno de esos momentos mágicos que tienen a su afición deslumbrada, en un estado casi místico de comunión sentimental con su ... equipo. Los que tenemos ya una edad provecta no podemos dejar de recordar estos días otros tiempos deslumbrantes que quedaron grabados en la historia del club. Por ejemplo, aquellos meses de fantasía del equipo de Koldo Aguirre, con goleadas sucesivas en San Mamés en la Copa (4-0 al Elche, 5-0 al Sevilla y 6-0 al Málaga) y en la UEFA (5-0 al Ujpest Dozsa, 3-1 al Basilea, 4-1 al Milan, 2-1 al Barça). O aquel sprint final de Liga en 1983, hasta alcanzar el título, en el que el Athletic de Clemente fue un martillo pilón en San Mamés (5-2 al Espanyol, 3-0 al Sporting, 4-0 al Salamanca, 4-0 al Celta, 3-2 al Barça, 2-0 a la Real). O esos meses brillantes del equipo de Bielsa en la UEFA y en la Copa, el último momento en el que el Athletic no sólo deslumbró a su hinchada sino que se convirtió, como es ahora, en una de las sensaciones del fútbol europeo.
46 goles
Ha superado la media de las seis últimas temporadas (44), y está a un solo tanto de igualar el registro de la pasada Liga (47)
Lo de esta temporada, sin embargo, tiene un valor añadido que lo hace especial. Podríamos llamarlo el factor sorpresa. Las cosas, como son: empezando por quién esto suscribe, lo que está haciendo el Athletic no lo esperaba nadie, al menos en esta dimensión. Se podía confiar en un progreso del equipo en la segunda temporada de Valverde, con el técnico rojiblanco ya con un mejor conocimiento de la plantilla que tenía entre manos. Ahora bien, de la misma manera también se podía temer un estancamiento o incluso una regresión por la pérdida de Íñigo Martínez y el declive natural de importantes futbolistas veteranos como Muniain, Berchiche, De Marcos, Dani García, Herrera o Raúl García.
De hecho, tras el estreno de Liga ante el Real Madrid el pasado 12 de agosto, con la herida del desplome final de la campaña anterior todavía abierta, el panorama se oscureció y el pesimismo adquirió una densidad peligrosa en la moral de la afición. Fue un mal partido en el que al Athletic no sólo le faltó fútbol sino alma. El propio Valverde lo reconoció. «He cambiado a tres jugadores de golpe como si fuera un electroshock. No podíamos seguir con la cabeza agachada. Pero no lo hemos conseguido. La sensación no ha sido buena y hay que cambiarla», advirtió. Casi siete meses después, estas palabras piden mármol, o algún tipo de posterioridad. Y es que el Athletic no sólo ha cambiado sus sensaciones, como le pedía su entrenador. Es que las ha invertido por completo.
El proceso ha sido tan excepcional y asombroso que provoca la incredulidad de los milagros. Observando el jueves a los miles de chavales que disfrutaban en las gradas de San Mamés, en un estado de felicidad que a los mayores nos remitía a los tiempos inolvidables de las gabarras, era fácil de detectar en las miradas de muchos de ellos un tipo de fascinación como si hubieran descubierto que los jugadores de su equipo, igual que héroes de la Marvel, han adquirido superpoderes que los hacen invencibles. En el caso del Athletic, no hace falta ni decirlo tras el 3-0 al Atlético, los superpoderes de un físico incansable para la lucha y de una pegada mortal.
En este último tema, el del gol, lo que están haciendo los rojiblancos sería espectacular en cualquier caso, pero viniendo de donde vienen en materia goleadora su metamorfosis es increíble. El que recuerde una semejante en un equipo sin que se haya producido ningún cambio en sus futbolistas habituales en el frente de ataque, que lo saque a la luz para ilustrarnos a quienes no somos capaces de recordarlo. Sólo en 26 jornadas, el Athletic ha superado ya, con 46 goles, la media de las seis últimas temporadas (44), y está a un solo tanto de igualar el registro de la pasada Liga (47).
El cambio se ha cimentado, por supuesto, en San Mamés, donde llueve goles como llovían hombres en aquella canción de 'The Weather Girls'. El mismo equipo que la pasada temporada sólo marcó 21 en su campo en toda la Liga y en 10 de ellos (más de la mitad) se quedó sin hacer gol para desesperación de su hinchada, ya lleva 34 y es el equipo de Primera más realizador como local. Solo en su estreno ya citado ante el Madrid se ha quedado sin marcar y, desde entonces, sólo en un partido (Las Palmas) no ha firmado más de un tanto. Con esta pegada brutal no es extraño que la tropa de Valverde -insistimos, la misma que hace un año completó su segundo peor registro histórico en San Mamés-, esté completando ahora el mejor de la era moderna en su campo, donde ha empalmado 10 victorias consecutivas entre Liga y Copa.
Todo son elogios para este Athletic y la verdad es que se los está ganando a pulso. Hablábamos antes de los superpoderes de la resistencia física y de la pegada, pero habría que citar un tercero: la mentalidad competitiva que están mostrando los jugadores. Da la impresión de que en la plantilla se ha producido un efecto contagio, una explosión por simpatía que ha alcanzado a la mayoría de los jugadores, cuyo rendimiento se ha disparado. En algunos casos, como los hermanos Williams, Guruzeta, Prados, Galarreta o los centrales Vivian y Paredes, de una forma espectacular.
Por otro lado, también es obligado destacar el papel de los que juegan menos, poco o incluso nada. Viendo sus reacciones en el banquillo el pasado lunes se hizo fácil entender que Valverde destacara en la sala de prensa «el ambiente extraordinario» que se vive en el vestuario. No quiso ir más allá, pero para eso estamos nosotros. Para decir que tiene toda la pinta de ser el vestuario de un Athletic campeón.
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