Athletic 1-0 Alavés
Un Athletic diezmado amarra tres puntos de oroUn gol en propia puerta de Manu Sánchez en el minuto 70 da al equipo de Valverde una victoria vital para la Champions en un derbi muy flojo
Aunque sea con un gol en propia puerta del rival tras un remate defectuoso y noventa minutos como para que, durante las horas posteriores a ... su visionado, se te quede fija en la cara la mirada del protagonista de la Naranja Mecánica. Tal y como está, con el gancho al cuello y pidiendo las sales, las victorias del Athletic en su pelea por la Champions hay que celebrarlas por todo lo alto sean como sean. La de este domingo ante un Alavés muy flojo y reservón, que sólo reaccionó un poco tras encajar el 1-0 en el minuto 70, tuvo un valor enorme con sólo tres jornadas por disputarse. Hasta el punto de que ganando el jueves en el Coliseum ya podría sacar el billete para la máxima competición continental once años después.
Athletic
Simón; De Marcos, Vivián, Yeray, Yuri; Galarreta (Vesga, m.94), Jauregizar; Olabarrieta (Unai Gómez, m.55), Canales (Sancet, m.67), Djaló (Guruzeta, m.55); y Maroan (Lekue, m.94).
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Alavés
Sivera; Mouriño, Garcés, Diarra, Manu (Tenaglia, m.72); Guevara, Blanco (C. Martín, m.77); Vicente, Aleñá (Benavídez, m.87), Guridi (Cabanes, m.87); y Toni Martínez (Villalibre, m.72).
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Gol: 1-0, m.71: Manu Sánchez en propia meta.
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Árbitro: Munuera Montero (Andalucía). Amonestó a Djaló y Guevara.
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Incidencias: 47.947 espectadores en San Mamés.
Tiene mérito este Athletic cansado y declinante que, a falta de juego y goles, y con sus estrellas de baja o entre algodones, resiste el acoso de sus perseguidores a base de carácter y de toneladas de voluntad. A los rojiblancos hay que imaginarlos tachando jornadas del calendario y conjurándose para hacer un último esfuerzo. A veces, el fútbol también es eso: saber sufrir, superarse a uno mismo en la adversidad. El equipo de Valverde lo sabe y gracias a esta convicción se llevó con justicia un derbi en el que el Alavés de Coudet, en el alambre de la permanencia y no es de extrañar, hubiera firmado el armisticio del empate antes del pitido inicial.
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El partido no prometía mucho, la verdad. El Glorioso está como está y el Athletic, en otro sentido, podía decir lo mismo. Los de Valverde, además, salieron al campo con el frente de ataque más improvisado y precario que se le recuerda en un partido importante: Canales, Olabarrieta, Djaló y Maroan. Es decir, dos promesas de Lezama que apenas han tenido minutos, un fichaje millonario que no ha dado pie con bola y un fichaje barato, muy justito de calidad, que juega en estado de estampida permanente. Pero esto es lo que tenía la ausencia conjunta, por primera vez, de los hermanos Williams, Berenguer y Sancet, que no estaba para salir desde el inicio. Sólo para la media hora final si las cosas se complicaban. O al menos se atascaban. Que es lo que ocurrió.
Pérdidas y más pérdidas
Aparte del desgaste que acumulan, los rojiblancos estaban desmochados en ataque, como decíamos, y bien que se notó. El partido no hubo por dónde cogerlo desde el pitido inicial. Si una semana antes en Anoeta el espectáculo ya fue una mezcla de indigestión y dolor de muelas lo de esta ocasión vino a ser lo mismo: un querer y no poder, un barullo permanente, un verdadero galimatías. De haber estado en el campo algún inspector de la guía Guinness se hubiera puesto a sumar pérdidas por si se batía un récord. El fútbol era tan pobre que, como ocurre en esos casos, sólo quedaba quedarse con los detalles, elevar a categoría las pequeñas anécdotas y sucedidos varios que se producían sobre el césped.
Valverde, obligado por las circunstancias, sacó un frente de ataque inédito: Canales, Olabarrieta, Djaló y Maroan
Fue inevitable, por ejemplo, fijarse en la pelea entre Maroan y Diarra, un duelo que Munuera Montero siguió con una atención extrema, como si fuera una película de gladiadores, y pensando casi siempre que el rojiblanco era el malo y el babazorro, el bueno. Este protagonismo del exdelantero del Barakaldo, con sus choques y forcejeos constantes, no era una buena noticia para el Athletic. Como no lo fue la ocasión que desperdició a la media hora de juego, la mejor de los rojiblancos en la primera parte. Maroan entró en el área y, cuando tenía un regate fácil, decidió lo más absurdo que, en estos tiempos del VAR, puede hacer un delantero: tirarse. Su piscinazo no dejó de ser una muestra de torpeza y nerviosismo, impropia de un delantero de Primera en una situación ventajosa. Valverde se tiraba de los pelos y se lo recriminó con acritud. Ya en el descuento del partido, Maroan tuvo un mano a mano con Sivera. Lo desperdició, pero al menos no hizo ninguna tontería.
Oihan Sancet Sancet salió a la hora de juego y el equipo notó su presencia en el campo. Participó en la jugada del 1-0
De los otros dos detalles más llamativos, uno fue positivo y otro negativo. Lo bueno lo ofreció Olabarrieta con dos centros muy bonitos al área con su pierna izquierda que no encontraron rematador. Lo malo, de nuevo, lo deparó Djaló. Tenía una nueva oportunidad y el público volvió a poner la lupa sobre él todavía con una cierta expectación, como si se resistiera a perder la esperanza con él. Y no le falta razón al hincha rojiblanco a la hora de resistirse todavía a sentenciar al gran fichaje de la temporada. Sencillamente, no puede ser tan limitado como volvió a parecerlo ante el Alavés los 55 minutos que estuvo en el campo.
El partido siguió en su misma línea bostezante e insulsa en la reanudación. El Athletic, sin embargo, tenía una ventaja clara frente a un Alavés que, salvo una ocasión de Guevara a los dos minutos, no quiso saber nada de los dominios de Unai Simón. Para empezar, no le valía el empate y se iba a dejar el hígado por los tres puntos. Y por otro lado, tenía un arma guardada en el banquillo. Era Oihan Sancet, por supuesto. Su entrada al campo dio otro aire al Athletic, que también se benefició de la frescura que aportaron Guruzeta y Unai Gómez. El bermeano, por cierto, parece más útil jugando en banda. Es extraño que nadie se haya planteado, por ejemplo, que podría ser un lateral izquierdo. El caso es que entre Galarreta y Sancet fabricaron una bonita jugada que, tras un remate defectuoso de Guruzeta, acabó en la rodilla de Manu Sánchez y en la red del Alavés. Ya se sabe que la insistencia puede ser una arma letal. Al Athletic es casi lo que le queda, pero ya falta muy poco para la meta.
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