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Asier Azkarate, un joven de 27 años que estudió el módulo superior de Mecatrónica Industrial, patrón desde finales de 2019, fue el encargado de llevar ... el timón del 'Areeta', una de las lanchas que flanquearon la gabarra de los campeones entre el Marítimo del Abra y el Ayuntamiento de Bilbao. «Lo más importante -decía el joven al comenzar la travesía- es que la gente que va en la lancha no sufra ningún percance».
La jornada comenzó a las tres de la tarde en Portugalete, donde embarcaron unas cuarenta personas -entre ellas el alcalde de la villa, Mikel Torres- que se distribuyeron por la cubierta de la barcaza. Necesitaba visibilidad para realizar las maniobras. Lo primero que hizo fue dejar a los patrones del remolcador que abría la comitiva y de la gabarra en sus respectivos puestos.
Durante cuarenta largos minutos, hasta las cuatro y media de la tarde, Asier mantuvo la embarcación a unos metros del Marítimo del Abra, donde fueron concentrándose los barcos de la comitiva y las traineras que acompañaron hasta el Ayuntamiento bilbaíno a la barcaza. Las márgenes de la ría, desde Getxo a Bilbao, era una muchedumbre que a voz en grito aclamaba al Athletic campeón. Un buen momento para charlar con los pasajeros a bordo de la lancha, entre ellos Alfredo Garabieta, práctico de Bilbao, Nacho Muñoz, Xabier Aizpuru, Imanol Aketxe, Ander y Juan Luis Plaza, Íñigo Garabieta, Jorge Izaguirre, Jon Martín Cobeaga, práctico entre 1996 y 2016, la doctora María José Grandes, ya jubilada del Instituto Social de la Marina, Ricardo Martínez de la Pera y su hijo Aitor, que vive en Filadelfia desde hace tres años.
La lancha 'Areeta' navegó tranquilamente durante la primera hora, con Asier mirando al frente, atento a cualquier imprevisto. A la salida de Erandio, en plena pleamar, las cosas comenzaron complicarse. Las embarcaciones que estaban en segunda línea -una hilera interminable surcaba la ría- llenas de invitados que se divertían de lo lindo, comenzaron a adelantar a las lanchas de los prácticos y a cruzarse entre ellas. Todos querían acercarse hasta la gabarra, donde los campeones cantaban y bailaban al unísono. José Ángel Iribar agitaba una bandera; Iker Muniain levantaba la Copa al cielo y Asier Villalibre enarbolaba una bandera. Ese intenso tráfico produjo algunos momentos tensos entre los patrones y los responsables de la Ertzaintza y la Guardia Civil.
Asier, que avanzaba con la embarcación a cuatro nudos -soplaba viento del Nordeste-, se manejó con pericia en todo momento y evitó en varias ocasiones el choque con los barcos que le envolvían. Lo hizo maniobrando con rapidez, revolviéndose en apenas unos metros, buscando abrirse camino sin convertirse en un obstáculo para los demás. Aún tuvo tiempo de discutir con algún mando de la autoridad. «Es un chico con nervio», afirmaba el práctico Alfredo Garabieta, curtido en mil batallas. La de Asier se resolvió ayer con una victoria rotunda.
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