
Melchor, Gaspar y Jauregizar
Alejandro Fernández Aldasoro
Jueves, 11 de abril 2024, 23:37
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Alejandro Fernández Aldasoro
Jueves, 11 de abril 2024, 23:37
Vi miles de niños en La Cartuja. Antes habían estado jugando todo el día por Sevilla, lejos de las miradas adultas. Iban de un lado ... a otro haciendo bobadas: se subían a las farolas, se manchaban la ropa sentándose en el suelo o echándose por encima las bebidas. Incluso se colaron en una boda y les cantaron, descarados, a los novios. Desde luego, se gastaron toda la paga, y bastante más que habrían sacado de la hucha con un cuchillo. Luego fueron al estadio y siguieron con sus cosas de críos: se emocionaron inocentemente, como si nunca antes les hubieran hecho daño, cantaron consignas de su pandilla, se comieron las uñas y enormes bocadillos y golpearon los asientos para hacer mucho ruido. Y luego, no sé qué pasó, muchos se llevaron las manos a la cara y se pusieron a llorar. Decenas, cientos, miles de niños de pie o sentados en su localidad, mirando a ninguna parte, aliviándose. Vulnerables pero felices. Deshinchados. Como si hubieran estado un buen rato perdidos y ahora les vinieran a buscar.
Ayer los volví a ver en Bilbao. Hablaron de un millón de ellos, de un billón, de un trillón, aunque seguramente exageraron. Da igual. Fue más o menos como lo había imaginado: críos haciéndose un hueco en el vallado, impacientes y emocionados, tirando piedritas al agua, dando un poco el coñazo. Vigilaban el curso de la ría a ver si llegaba la cabalgata flotante: una barca tal vez de Bermeo, de donde salen sólidos buques. Una barca que llevó carbón en su día, pero que trajo un gran regalo la última vez que había navegado hasta la ciudad. Los niños confiaban en que ese premio se repetiría. Al fin y al cabo, ellos se habían portado muy bien todos estos años. Y contaban con otra ventaja. En la barca venían los reyes de la copa. Chavales iguales que ellos, de su misma procedencia, que llevaban alegres toda la semana. Seguro que dejaban un presente valioso. Y así fue. Un presente que hizo y que hará que los niños lo sean con más motivo. Que se sigan subiendo a las farolas. Que se cojan la cara con las manos. Y que vayan de un lado a otro haciendo bobadas.
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