El águila que vuela en el estadio del Ludogorets: «Irá a visitar a los jugadores del Athletic»
El gaditano Víctor Barrios hace planear sobre los espectadores a esta ave que es el símbolo del club búlgaro
Fortuna, una preciosa águila calva de 15 años, ve acercarse a su cuidador, Víctor Barrios. Es un ave deslumbrante, de una belleza que deja prendado ... a quien la ve. Cinco kilos de peso, pico amarillo, cabeza blanca y plumaje marrón. Pese al enorme poderío de este animal de Norteamérica y símbolo nacional de los Estados Unidos, el sonido que emite es sorprendentemente débil. «Está contenta de verme», explica este gaditano de 58 años. Especialista en cetrería, su familia fue la primera que hizo volar un águila en el estadio del Benfica. Estuvo en Portugal, luego en Italia con la Lazio y desde hace cinco años en Bulgaria.
El campo del Ludogorets es conocido como el Nido de las Águilas. El propietario del club, Kiril Domuschiev, quería tener un espectáculo previo a los partidos como los que había visto en Portugal e Italia. Para el siempre inquieto Barrio era una oferta que no se podía rechazar.
El animal vive en la parte de atrás del estadio. En cada uno de los partidos le suben al tejado de la tribuna principal y desde allí vuela hasta posarse en el escudo del club, que es un águila calva, situado en el centro del campo. «Esta preciosidad es el símbolo vivo del Ludogorets. Los fans la adoran», explica su cuidador.
La visita del Athletic le emociona. «Iremos a saludar a nuestros paisanos del Athletic. Lo haremos la misma mañana del partido. Ya lo hicimos en 2022 cuando vino el Betis aquí. A los jugadores les encanta hacerse fotos con ella. Es un animal que gusta ver», indica Barrios.
«El adiestramiento de las aves rapaces es patrimonio de la humanidad», proclama orgulloso a pie de campo mientras acaricia a Fortuna, comprado en Holanda y que ha vivido toda su vida en cautividad. «De todas las que he tenido, es la mejor», le elogia. El águila parece sonreír. «Me gusta pensar que me ve como a un padre o como a un marido».
La relación es muy estrecha. El contrato de Barrios le permitiría presentarse únicamente en los partidos y regresar a su Cádiz natal hasta el próximo duelo. Sin embargo, se ha quedado a vivir aquí, al lado de Fortuna. «Todos los días estoy con ella y tengo instaladas cámaras en mi teléfono para ver cómo se encuentra las 24 horas del día. Me gusta tener un trato humano con ella. No es un dron que lo vuelas el día del partido y luego lo aparcas».
«Es muy difícil hacerle volar en el estadio, sobre todo porque las águilas cuando cae la luz del sol necesitan el aire caliente para sustentarse porque son muy pesadas, pesan casi seis kilos. Lo más impresionante de este tipo de aves es la visión. Un águila de estas puede ver las letras de un periódico como nosotros aproximadamente a un kilómetro y por ese motivo a veces el vuelo también se complica porque ve con detalle todo lo que ocurre en las gradas», indica Barrio.
Al poco de arrancar el paseo por el césped, Barrios quiere lanzar una recordatorio. «Soy muy amante de los animales. Tengo dos gatos que he recogido de la calle, pero este ave se ha criado en cautividad. No fue sacado de la naturaleza, algo totalmente prohibido. Si lo soltáramos en el hábitat de los de su especie, no sobreviviría».
El trabajo de Barrios tiene mucho de psicológico. El águila apenas tiene relación a diario con personas, pero el día del partido ante el Athletic volará ante 11.000 aficionados. «Fortuna es muy inteligente. Los días de partido ve movimiento de personas trabajando. Ella lo relaciona con que hay partido y, por tanto vuela. Le viene bien relacionarse con la gente porque me da la sensación de que se mentaliza para mostrar sus habilidades». Los 600 hinchas del Athletic que acudirán al estadio disfrutarán de la majestuosidad de su vuelo.
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