La afición del Athletic tarda en arrancar en Newcastle, pero cuando lo hace...
Los hinchas vizcaínos se divierten en Newcastle y dan un ejemplo de confraternización con los locales
El motor rojiblanco tardó en arrancar en Newcastle, pero cuando lo hizo mostró, una vez más, todo su potencial. La afición del Athletic, los alrededor ... de 2.600 hinchas desplazados, se hizo una pizca la remolona este miércoles para dejarse la voz en el segundo desplazamiento de esta temporada en la Liga de Campeones, invirtió gran parte de la mañana en pasear por esta ciudad a la que se llega a pie a cualquier lugar, visitar algunos lugares como la Catedral y el castillo y hacer algunas compras. Sin embargo, a medida que se acercaba el mediodía, la hora del partido, con la cerveza como gasolina, comenzó a bullir la caldera en Bigg Market, el punto de encuentro designado por el club y las autoridades locales para que los bilbaínos pasaran el tiempo antes de enfrentarse a las 'urracas'. Todo en una enorme hermandad con la hinchada local, recuerdos de aquella confraternización de hace 31 años. De hecho, durante la kalejira al estadio, los aficionados bilbaínos cantaron en varias ocasiones «Newcastle, Newcastle», mientras los locales grababan el espectáculo de gritos y cánticos.
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El día comenzó con lluvia. «Esperemos que pare», decían un grupo de ocho amigos procedentes de Amorebieta en uno de los hoteles que se tiñeron de rojo y blanco este miércoles en Newcastle. Dicho y hecho. A eso de las diez de la mañana, el cielo concedió una tregua que se extendió durante toda la jornada. Aunque esta no fue como en otras ocasiones. En los últimos desplazamientos, léase Glasgow, Manchester y Dortmund, la hinchada bilbaína rondaba la zona de bares reservada para ella desde muy pronto. Este miércoles no. Era difícil encontrar a alguien en este lugar. En cambio, sí se les podía ver pasear por el centro de Newcastle, una ciudad de poco más de 260.000 habitantes. «Todavía hay muy poco ambiente. No es como otras veces», comentaba Julen Garrido sobre las once de la mañana. Algunos, es cierto, estaban descansando porque la noche fue 'dura' en locales como el Bee Hive, el Market Shaker y el Rose and Crown. «Lo pasamos muy bien. La gente ha sido muy amable. A nosotros, por ejemplo, estábamos tomando algo y un señor nos sacó lo mismo y nos invitó», contaban Sara y Juan, un matrimonio de «Bilbao centro». «La gente de aquí es muy amable. Anoche nos enseñaban fotos, por ejemplo, de que habían estado en Bilbao con su hijo», revelaban Paul y Andoni, de Gordexola.
Por una u otra razón, el caso es que el himno del Athletic, el famoso Athletic de Iker Muniain y el resto de cánticos que lanza la afición rojiblanca se hicieron esperar. Hasta la una, más o menos, hora de Newcastle (una más en Bilbao). Entonces, todo comenzó a cambiar. Gritos, cánticos, algún que otro bufandeo, y cada vez más gente. Muchos, en la calle. Otros, en el interior de los locales, ya que algunos establecimientos no permitían beber en el exterior. Pero pronto lo dieron por imposible y tuvieron que dar el brazo a torcer. Incluso uno de los bares colocó un cartel de que había pintas para llevar.
Una vez que la maquinaria arrancó, no se paró. Bajó un poco el ritmo a la hora de comer, pero tampoco demasiado. Hubo botes de humo de color rojo, más cánticos. El ritual habitual de toda concentración de rojiblancos fuera de Bilbao. Cuando cayó la noche, en Newcastle se va la luz antes de las cinco, Bigg Market estaba a rebosar y se montó un gran dispositivo de seguridad, quizá el más grande de los últimos tiempos. Agentes de policía cada pocos metros, mientras seguían los gritos y el apoyo al equipo, con varios exfutbolistas en la zona como San José, De Marcos, Susaeta y Beñat.
A las seis, la policía anunció, altavoz en mano y en castellano que en media hora partía la kalejira. Sin embargo, lo hizo un poco antes, rodeados de casi medio centenar de agentes, demasiado puntillosos en ocasiones. Durante el camino al campo, aplausos, gritos, pirotecnia incluso -en Dortmund estaba prohibida pero no aquí- e Íñigo Cabacas Herri Harmaila al frente. También miles de móviles de hinchas locales a los lados de la calzada para inmortalizar la serpiente rojiblanca y guerras, de buen rollo, de cánticos en ocasiones. De hecho, los visitantes no dudaron en cantar «Newcastle, Newcastle».
Tras poco más de media hora, se llegó al estadio. A Saint James Park. Y se produjo un pequeño caos. En las entradas de la hinchada vizcaína indicaba que había que acceder por los tornos 91 y 94. En cambio, se les dirigió al 89 y el 90 y no funcionaban. Tras unos momentos de nervios se optó por el método antiguo: mirar el billete y abrir la puerta a mano. Y para adentro. A darlo todo. Una vez más. Otra demostración de poderío y lealtad.
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