Fervor rojiblanco a once días de la final

La cita era a las once, pero a falta de cuarenta minutos los parkings de las instalaciones ya habían colgado el cartel de completos y muchos tuvieron que realizar su particular peregrinación desde las zonas de estacionamiento situadas en los aledaños. La plantilla y el cuerpo técnico fueron recibidos con aplausos cuando saltaron puntuales al césped, y el baile de nombres de los jugadores en forma de gritos se convirtió en una constante a medida que pasaban los minutos.

Hubo seguidores llegados desde diferentes puntos del territorio, pero también desde fuera. Mikel, natural de Berango, reside en Barcelona desde hace doce años y aprovechó que estaba con sus dos hijos, de tres y seis años, de visita a los aitites para acercarse a ver el entrenamiento. «Vivo delante de La Masia donde entrena el Barcelona y es todo un reto mantener el sentimiento, sobre todo con mi hijo mayor, Unai, algo a lo que le doy mucha importancia», destacó.

Txema y su mujer llevaron a sus dos pequeños desde Barakaldo. Estaba «encantado» con la iniciativa. «Es un aliciente para inculcarles que ser del Athletic es algo especial. Lo fácil es ser del Real Madrid o del Barcelona, pero para los niños estos jugadores son ídolos y hoy -por ayer- tenemos la oportunidad de verlos en familia», señaló. Y todo, a pocos días de que los rojiblancos peleen por un título que no ganan hace cuarenta años y que supondría un nuevo impulso para reforzar ese apego entre los seguidores más jóvenes. «Presenciar en el último entrenamiento en el que parece que se podrá estar está bien pensado porque coges la final con más ganas. Y este año es el que toca. Hay una buena camada, están jugando muy bien y hay equipo para el futuro», añadió.

«Lezama, siempre abierto»

El hijo de Ander, del barrio bilbaíno de Santutxu, era la tercera vez que pisaba Lezama con 21 meses y no quitaba ojo a lo que ocurría sobre el verde. «Hay que fomentar la afición entre los más pequeños. Lezama tiene que estar siempre abierto para la juventud que es la semilla del futuro», subrayó su padre. Su progenitor mira el decisivo duelo de Copa con «ilusión pero con prudencia. El equipo está dando las mejores sensaciones de todas las finales a las que ha llegado, pero eso no garantiza nada. Hay que disfrutar del proceso y valorar el mérito», subrayó.

Amaia recuerda que tenía dos años cuando acudió a ver la gabarra surcar la ría. Es la misma edad que tiene la pequeña de sus tres hijos. «A ver si la historia se repite». El furor por la Copa está desatado como entonces, y ayer asistieron al entrenamiento porque querían que se impregnaran de lo que supone ser del Athletic. «Sobre todo los más pequeños, porque para al mayor no le hace falta y venir aquí para él es un extra». Energía para los 'txikis' y para los jugadores antes de una final de Copa que levanta pasiones.