Urtzi, el feriante vocacional: «Llevo toda mi vida entre jamones y tómbolas»

Urtzi Millán, bilbaíno de 26 años, es la cuarta generación de 'D&E', un negocio familiar que recorre las fiestas vizcaínas con sus puestos de tómbola, jamones, bingo y una atracción infantil de pesca de patitos. Una combinación de lo más variopinta. Las iniciales, selladas en una camiseta amarilla fosforita, hacen referencia al nombre de sus padres, Diego y Eva. Urtzi atiende a cada persona que desfila por el mostrador con desenvoltura, salero y con ganas de cantar bingo, porque en eso consiste su trabajo, en repartir suerte y, para los más afortunados, premios. Su familia no ha faltado ni una sola Aste Nagusia en más de veinte años. «Empezó mi bisabuela y ha llegado hasta mis padres. Recuerdo que cuando era niño, les echaba un cable durante el verano. Llevo toda la vida entre jamones y tómbolas», cuenta.

La Semana Grande de Bilbao es una parada obligatoria todos los años, pero también recorren las fiestas de diferentes pueblos de Bizkaia: Sestao, Mungia, Santurtzi... Antes de levantar la persiana, tienen mucho trabajo previo: preparar el camión, reponer las baldas, hacer recuento de jamones, colocar los micros, organizar las papeletas… Los más curiosos se paran frente a un cartel en el que se puede leer 'Sorteo jamón gigante' para ver cómo se lo pueden llevar a casa. «Cuando mi madre era pequeña, tuvo que estar interna mientras mis abuelos se dedicaban a esto, porque se tiraban meses recorriendo fiestas de distintos sitios. A nosotros no nos ha tocado, pero en temporadas altas nos teníamos que quedar con nuestros abuelos», dice.

Cuando habla sobre la experiencia de trabajar con su familia, Urtzi se echa a reír. «Pues bueno, depende. A veces muy bien, y otras veces no tanto. Es bonito trabajar con ellos y formar parte de un negocio familiar que lleva toda la vida, pero estamos juntos las 24 horas y a veces hay roces, como es normal». Ha llegado a coincidir en los turnos de trabajo con sus abuelos, que siguen cantando el bingo con mucha energía a pesar de rozar los 80 años. Trabajan a destajo a todas horas. «Esta época es la más intensa para nosotros. No piensas en pasártelo bien, solo en trabajar. Para esto hay que valer; se lleva por dentro. Mira que trabajo muchas horas hablando en público, pero no me quedo afónico», ríe.

El bilbaíno dice que el secreto está en las ganas. «Hay que tener mucha paciencia y, sobre todo, ser amable. El negocio lleva muchos años y hay gente que nos sigue por las diferentes fiestas porque conocen a mis abuelos, y eso es muy bonito. He seguido los pasos y consejos que me ha dado mi familia; es la clave para que esto siga adelante».

A sus abuelos les queda cuerda para rato. No se pierden ni una fiesta y todavía aguantan los turnos con la ilusión propia que alguien que ha vivido el oficio toda la vida. «Lo llevan en la sangre. Si no vienen, les puede dar algo… Este trabajo es su vida», asegura. Urtzi recuerda momentos muy bonitos cuando visitaba las fiestas de los pueblos cuando era pequeño.

Se juntaba con los niños de otros puestos y se iban a jugar a fútbol. «Es curioso, porque nos conocemos desde que nuestros padres tenían el negocio y ahora estamos trabajando nosotros». Urtzi vive las fiestas con ilusión, pero, sobre todo, con ganas de trabajar. Su idea desde que pisó por primera vez el puesto de bingos y jamones es la misma: seguir dando vida al negocio de su familia con orgullo.

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