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Toño Valdivieso se abreza a Marijia frente al Teatro Arriaga. Ivonne Iturgaitz
El personaje | Toño Valdivieso

Toño, el 'novio' de Marijaia

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Vaya donde vaya el símbolo de la Aste Nagusia allá está él

Ikram El Aarrass

Martes, 22 de agosto 2023, 02:37

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Treinta años encargándose de vestir y cuidar a Marijaia. Toño Valdivieso lleva en la producción de las fiestas de Bilbao prácticamente toda la vida. En las tres últimas décadas se ha dedicado a cuidar del símbolo de la Aste Nagusia. La figura se presentó en sociedad el 19 de agosto de 1978. Mari Puri Herrero, la creadora, la concibió como una mujer de aspecto tradicional, con ropa que se usaba en los pueblos y un pañuelo en la cabeza y la dotó de un rostro sonrosado que podría atribuirse al efecto del kalimotxo.

Todos los años, a principios de julio, Toño junto a su hermana y a la propia Herrero, comienzan con los preparativos. Quemada el último día de las fiestas anteriores, Marijaia debe reinventarse desde cero. Normalmente todo arranca con la elección de telas en una tienda del Casco Viejo, pero este año ha sido un poco diferente. «Mari Puri no ha podido acercarse así que he tenido que ir yo solo, aunque hice videollamada con ella para que me aconsejara», explica Valdivieso. No es un proceso sencillo, añade. Se necesita mucho material «por si ocurren accidentes y hay que repararla». A Toño ya lo consideran como el estilista de cabecera y el guardián de Marijaia. Cuidar de ella es el principal cometido para él durante los nueve días de fiestas.

El muñeco, insiste, tiene una estructura cada vez más compleja, porque «el objetivo es que parezca lo más natural y real posible sin que pierda sus esencia de personaje». Son muchos los detalles que tiene en cuenta, desde los colores de la tela hasta cerciorarse de que los moldes que conforman al ícono festivo sean asimétricos. «Dicen que la simetría es la perfección, pero eso no existe en la vida real», afirma queriendo trasladar esa filosofía a su trabajo. En cuanto a la vestimenta, su hermana es quien cose las telas, algo que antes hacía su madre, pero que por cuestiones de edad le ha pasado el relevo a su hija.

Este año han apurado con la elaboración del muñeco; no les gustaba cómo quedaba la cadera

«No es un trabajo sencillo», defiende Valdivieso. «Este año hemos estado apurando hasta el último momento». No le convencía la cintura. Tuvo que volver a comprar el material y realizar de nuevo esa parte del cuerpo. Cada año intenta que sea más realista. La primera vez que salió desde el Arriaga, hace ya treinta años, estaba sostenida con un palo de madera que apenas permitía el movimiento. «Se nos rompió mientras la sacábamos y tuve que cambiar de sistema para los años siguientes». Ahora tiene un hierro en forma de jota que hace «que tenga esos movimientos de cadera, que da la sensación de que es de verdad», revela.

«Depende mucho de los años, pero repararla es un proceso del día a día», comenta Toño. Siete días de fiesta dan para mucho y «siempre hay algo que arreglar, aunque se tiene que notar el desgaste por el paso de las jornadas». El escolta personal de Marijaia se encarga desde la mañana de prepararla para sacarla 'de paseo' por la villa. «Hay veces que tenemos eventos muy seguidos y tengo que estar casi las veinticuatro horas acompañándola a todas partes».

Cuidar de un símbolo, ya se sabe, es mucha responsabilidad, aunque dice que nunca ha tenido ningún problema porque cuando la saca a la calle «la gente es muy respetuosa». Hubo una excepción, recuerda. Un año en el que desapareció. «La solemos guardar atada, y ese día no la encontramos, nadie lo supo salvo nosotros, porque al día siguiente apareció sana y salva». Hay muchas anécdotas. Como esa que dice, sea realidad o bulo, que «son los comparseros quienes se la llevan de fiesta por ahí», comenta entre risas.

La primera vez que le pidieron hacerse cargo de su cuidado, le supuso «un orgullo bilbaíno», ahora, aunque no lo considere como un trabajo cualquiera, lo tiene bastante «normalizado». Aunque reconoce que es «un trabajo importante».

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