Marijaia de metal
El certamen local de rock-pop de Bilborock se cerró ayer con un concierto de death metal
. Se pregunta uno por la banda sonora de las fiestas y obtiene como respuesta un repertorio variado y medio loco. Está la canción de ... Marijaia, por supuesto, pero también las charangas, los pasacalles, las dianas, el reguetón. Y las bilbainadas de la Pérgola, los pasodobles de la Banda Municipal, los conciertos de la Encarnación. También los musicales que se anuncian en los teatros. Y los clásicos pachangueros de las verbenas. Y los viejos 'hits' del rock y el punk local, que se vuelven indispensables cada noche en las txosnas. Y la canción esa de Aritz Aduriz, laralaralalá, Aritz Aduriz…
Bueno, pues no se vayan todavía: a todo eso hay que añadirle el death metal.
Lo descubrí ayer en Bilborock. La última sesión de la muestra de pop-rock local estaba dedicada justo a eso, al death metal, puede que incluso al death black metal (la taxonomía del género, creánme, es fantástica, minuciosa e incomprensible). Actuaban dos bandas vizcaínas: Aesthetic y Knives.
A mí me pareció que la cosa fue muy bien. Sonaba todo a un volumen brutal y a los diez minutos el público ya estaba alzando los brazos, uno al menos, extendiendo los dedos índice y meñique, es decir, haciendo la señal de los cuernos satánicos que distingue a los heavies. También lo hacía el cantante de Aesthetic a modo de respuesta a su público al que llegó a recriminar que rugían tan poco que parecían fans de Maluma. «¿Queréis metal?», les había rugido él con anterioridad, de un modo que a mí me pareció muy conveniente.
Aclaremos que el death metal es una variante del rock pesado, o sea, del heavy, que se distingue por las voces guturales, las guitarras al tiempo enfebrecidas y enrevesadas y la percusión a tope de dinamita y doble pedal, como si dentro de esos bombos hubiese una manada de rinocerontes enfadados. Por lo general, las letras de este género proscriben motivos manidos como el amor romántico o el interés por sacarse una carrera en beneficio de otros asuntos de igual importancia; entre ellos, la inminencia del fin del mundo, los sacrificios humanos en civilizaciones antiguas y el advenimiento de Nyarlathotep o cualquier otra clase de monstruosa deidad reptante.
Más presupuesto
Vaya por delante que estas ideas sobre el death metal tienen un mero carácter orientativo y provienen de alguien que no puede ser considerado un completo experto en el género. Sí, bueno, ayer fue mi primer concierto. Y me gustaría dejar claro que me gustó mucho, hasta el punto de que pienso influir para que el Ayuntamiento le dedique un poco más de presupuesto a los conciertos de death metal, de modo que las bandas puedan permitirse alguna clase de pirotecnia, algún efecto que implique explosivos o la irrupción de al menos un motorista demoníaco en llamas por la trasera del escenario.
Concretando un poco, creo que lo que más me gustó fue cuando el guitarra de Aesthetic (un tipo enorme y barbado) rompía a reír en medio de un tema de un modo cruel, exhibicionista y aterrador como si fuera una mezcla entre Vicent Price y Thanos, el titán destructor de mundos. ¡Jajajajajaja! Y parecía llegar aquella carcajada desde las mismísimas profundidades de una mazmorra siniestrísima. Aunque también me gustó mucho cuando el cantante de Knives echaba la cabeza hacia atrás y sacaba no se sabe de dónde (él no era tan enorme) unos tremendos aullidos guturales. «¿Lo queréis más rápido, más 'crust'?», preguntaba después, provocador. «Caña, hostia», se conjuraba con su banda.
Creo que fue en ese momento cuando, influido por los acontecimientos y las tanganas de estos últimos días, reconozco que me hice una pregunta: «¿Estarán propagándose valores, los valores convenientes, en este concierto de death metal que se celebra en Bilborock, escenario municipal, en un certamen organizado por el Ayuntamiento?». Y yo mismo me respondí. Afirmativamente. Mucho. Lo hice mientras el cantante de Knives gritaba grave y desatado como si se abriese el infierno bajo sus pies. Eran valores, eso sí, que me parecieron centrados en las ventajas de las hachas de doble filo vikingas a la hora de decapitar a tus enemigos llegado el Ragnarok.
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