«Marijaia, mejor sin retoques»

Este año, muy a su pesar, vive la Semana Grande lejos de casa. Así lo exige el calendario de su clínica, pues esta es la semana en la que tienen menos trabajo, por lo que aprovecha estos días para descansar en Menorca. «Aún así, mantenemos unos servicios mínimos para quien quiera hacerse un tratamiento hidrofacial para lucir la piel durante fiestas».

¿Y qué va echar más de menos? Pues socializar en Ledesma. «En fiestas tiene un colorido y un ambiente especial. Adoro acercarme con mis amigas sobre las siete de la tarde, tomar un vino y después ir a cenar al restaurantes como el Etxanobe», cuenta mientras asegura que «hace tiempo» dejó de trasnochar.

Sin embargo, también ha experimentado el lado golfo de la noche. Díaz se acuerda con cariño de sus primeros años de fiestas, en los que quedar con sus amigas para maquillarse antes de salir era un ritual ineludible. Después, una vez engalanadas, se servían «de unos litros» para amenizar las largas noches bilbaínas. «Una vez me robaron el móvil y el disgusto fue importante», recuerda mientras describe un ambiente empapado por el olor a kalimotxo. «Siempre acabábamos desayunando una tortilla de patata por el Casco Viejo y al final nos daban las once de la mañana».

Según explica, Díaz apenas vivía la Aste Nagusia diurna. «Durante una temporada quedábamos la cuadrilla para ir por la mañana a la playa de Sopelana a ponernos morenas. Así conseguíamos estar guapas para la noche», cuenta orgullosa.

Díaz vivió sus primeros conciertos durante la Aste Nagusia. «Recuerdo la que se armaba en la Plaza del Gas, ¡por aquellos tiempos era imposible ver tanta gente junta en Bilbao!», cuenta. «Como yo era muy bajita y casi ni veía el escenario, la que se montaba me parecía aún más inmensa», relata. ¿Y recuerda algún concierto en especial? Díaz no lo duda: el de Mano Negra, uno de los grupos a los que perteneció Manu Chao, en 1994.