Marijaia se despide echando chispas

Marijaia ya no existe, por lo menos su versión de 2024 que ya es solo cenizas y recuerdos, quizá algo confusos en el caso de los más fiesteros. Ayer se la llevaron las llamas al final de 'Agur Marijaia', un espectáculo en el que se combinaron la tristeza por el fin de la Aste Nagusia bilbaína con la alegría por la reencarnación asegurada de su símbolo, que aparecerá de nuevo en el balcón del Arriaga sonriente, brazos en alto, el año que viene.

La gran señora de las fiestas, que está construida con cartón sobre un armazón de madera, se entregó al fuego bajo una traca de fuegos artificiales pasadas las 22.24 y ante una multitud. Lo hizo en la ría y frente al apantalán de Pío baroja, tras un espectáculo fluvial iluminado por bengales que se desarrolló entre dos puentes, el del Ayuntamiento y el de la Merced. A medida que el tótem festivo descendía hacia su final, las txosnas apagaban sus luces.

Como es de rigor la pregonera, Itziar Ituño, y la txupinera, Nagore Ugarte, presidieron el acto desde la primera de las dos traineras de Deusto que remolcaron a Marijaia. Antes de la quema, la primera le dedicó unas emotivas palabras de despedida y la segunda, bañada en lágrimas lanzó el txupin que puso fin a esta edición de la Aste Nagusia. El acto contó también con la presencia de la concejal de fiestas, Itziar Urtasun, y de representantes de la Comisión Mixta de Fiestas.

Anoche hubo plañideras, y gente de luto como de costumbre, pero eran de pose, teatrillo. Porque desde que hizo su primera aparición, hace 46 años, el 19 de agosto de 1978, en la colina de Artagan, en Begoña, para presidir la primera bajada de Bilbao Aste Nagusia, Marijaia siempre vuelve. Ya queda menos.

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