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Espectacular muestrario de calzado y complementos desplegado por un vendedor en el puente de El Arenal. Fotos: Pedro Urresti
El 'top manta' se va de fiesta

El 'top manta' se va de fiesta

El entorno de El Arenal concentra a vendedores ambulantes y puestos de comida callejera. «Si me dan permiso, bien; si no, lo hago igualmente para vivir», dice uno de ellos

diana martínez ruiz

Martes, 21 de agosto 2018, 01:07

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La noche empieza con cuatro 'manteros' que se abalanzan sobre el gentío a la salida del metro de Abando. Intentan venderles sus productos, sean pañuelos de fiestas, gafas o globos luminosos. Curiosamente, a lo largo de la Gran Vía solo hay dos vendedores. A veces, se les une otro más. En total, no llegan a la decena. ¿La razón? La atenta mirada de los agentes de seguridad que patrullan la avenida central de Bilbao, que ha obligado a los vendedores ilegales a buscarse la vida por otros lugares menos expuestos.

Caminando en su busca, no se tarda mucho en encontrar a diez de ellos en una atestada calle peatonal. Un puñado de ciudadanos que disfrutan de la Aste Nagusia ya pasada la medianoche curiosea entre las mantas. «Me viene por herencia familiar», declara un hombre proveniente de Toledo respecto a su tenderete de venta ambulante. «Trabajo donde puedo. Si me dan permiso, bien; si no, tengo que hacerlo igualmente. Es la única forma de ganarme el pan. Tengo familia y tienen que comer», se justifica.

El vendedor, que no quiere identificarse, destaca el «buen ambiente» que hay entre los 'manteros'. «Nos ayudamos unos a otros cuando lo necesitamos para sobrevivir». Algunos artículos, como los pañuelos serigrafiados con la baldosa de Bilbao, «son fabricados aquí, de tenderos bilbaínos», manifiesta Papeibrahima, un vendedor de origen senegalés. Cada Aste Nagusia, él acude a la capital con su mercancía. «Tengo cuatro hijos, tengo que alimentarlos de alguna forma», explica y las fiestas reúnen «muchísima gente».

En su contexto

  • 822 fueron las actuaciones desarrolladas por la Policía Municipal en relación al control de la venta ambulante durante el año pasado. De ellas, 343 se centraron en la venta ilegal o 'top manta'.

  • Productos Los artículos relacionados con las fiestas, como las gafas de fantasía, los globos luminosos y los pañuelos azules con la baldosa de Bilbao, son algunos de los que más proliferan en el 'top manta'. Luego, abundan las falsificaciones de bolsos o calzado.

  • ¿Mayor presencia? La mayoría de los 'manteros' que venden estos días en la capital vizcaína se distribuyen por el recinto festivo y sus accesos, en vez de la Gran Vía u otras arterias del centro. La percepción, según el testimonio de diferentes ciudadanos, es que «hay menos que otros años».

  • 779,8 son los millones que hubieran costado, en su versión original, los más de cuatro millones de artículos falsificados confiscados en España hace un par de años, muchos de ellos copias de marcas de lujo.

  • En las alcantarillas El Ayuntamiento de Bilbao previno la pasada semana sobre el consumo en puestos ilegales de comida debido al riesgo que suponen para la salud. El año pasado, los inspectores y la guardia urbana llegaron a decomisar alimentos escondidos en alcantarillas.

La mayoría de inmigrantes que se dedican a la venta ambulante huye de su país de origen con la esperanza de llegar a un lugar que les acoja y donde puedan vivir con sus familias . Es el caso de Abdu, un senegalés de 25 años que intentó llegar a España en patera hasta en tres ocasiones. «Es muy duro», comenta el joven. Las ganancias de lo que consiguen vender en las aceras «no nos lo podemos quedar». Deben entregárselo a su proovedor y «jefe», que posteriormente lo reparte a su juicio entre los 'manteros'. Además, en épocas no festivas están obligados a «no intervenir en la ruta» de otro; si uno de ellos está en un bar intentando vender, el otro debe esperar a que el primero salga para poder entrar y hacer ventas.

Ternera y mazorcas

Por Abandoibarra, lugar donde se celebran los conciertos, no hay ni un solo 'mantero' a pesar de la multitud de público. Parece que la guardia urbana ha pasado por aquí. No obstante, ya entrada la madrugada, la plaza Circular y el puente del Arenal están repletos de vendedores: 49 en la pasarela y alrededor de 20 en la rotonda. La gente observa por un breve instante lo que venden (desde zapatillas y bolsos hasta sombreros) y pasa de largo. Tras un rato sin conseguir colocar nada, algunos empiezan a desalojar la calle.

Imagen principal - El 'top manta' se va de fiesta
Imagen secundaria 1 - El 'top manta' se va de fiesta
Imagen secundaria 2 - El 'top manta' se va de fiesta

Adentrándose más en El Arenal, puede verse también un mayor número de puestos de comida ambulante, alrededor de una decena. Casi todos cocinan pinchos morunos sobre parrillas y cocinas portátiles. En uno de ellos, el aceite macha un mantel de plástico junto a varios botes de salsa abiertos.

Uno de los puestos lo regenta un hombre de origen marroquí que lleva «seis años aquí, buscándome la vida como puedo». Dice que los pinchos son «de buena calidad», adquiridos «en una carnicería de San Francisco». Compra cuatro kilos de carne al día –«de ternera, que sale más barata que el cordero»– y lo que sobra «lo llevo a casa para mi familia». Cada pincho lo vende a dos euros. «No me sale muy rentable, pero es mejor que nada», subraya.

Un poco más lejos una familia ecuatoriana vende mazorcas de maíz. «No hay trabajo y de alguna forma tengo que conseguir dinero para vivir –dice la madre–. «La gente quiere comer y a estas horas está todo cerrado. Nosotros les alimentamos. Mejor hacer esto, trabajar honradamente, que vender droga».

«Ser 'mantero' no sale muy rentable»

La Aste Nagusia, y con ella la proliferación de 'manteros', llega apenas dos semanas después de que la patronal del comercio anunciara su intención de lanzar una campaña contra la venta ambulante clandestina a partir de septiembre en la que pedirán a los políticos que «no miren a otra parte» y erradiquen esta práctica ilegal en Bizkaia. El fenómeno no es único de este territorio y, además, se intensifica en verano como consecuencia de las fiestas de muchas ciudades y la mayor afluencia de personas a lugares turísticos y playas. En Madrid, por ejemplo, Ciudadanos exigió hace dos semanas en la Asamblea regional que se ponga fin a la venta callejera sin permiso.

En la capital vizcaína, los inmigrantes aseguran que ser 'mantero' «no sale muy rentable. Aunque ves a mucha gente en la calle, muchos ni siquiera se paran y otros solo miran un poco y siguen su camino. No da dinero como para vivir bien, con tranquilidad», señala uno de los vendedores situados en los aledaños de El Arenal. «Además, hay mucha vigilancia de la Policía. Cuando viene tienes que recoger a toda velocidad y salir corriendo. Así no se pueden hacer las ventas que necesitamos», subraya otro habitual del 'top manta'. ¿Entonces, por qué lo hacen? «De algo tenemos que vivir».

Organizaciones vinculadas a la defensa de los derechos de los inmigrantes ven en el comercio callejero una oportunidad para que los vendedores no caigan en la indigencia. Entre ellas, SOS Racismo, que realizó una campaña hace un par de años bajo el lema 'La calle es de todos. Sobrevivir no es delito, ser mantero tampoco'.

Frente a este argumento, Pedro Campo, presidente de la Confederación Empresarial de Comercio de Bizkaia (Cecobi), sostiene que es de «urgente necesidad» acabar con el 'top manta', y ve «intolerable» que se permita la práctica de una actividad «ilegal» que provoca un perjuicio al sector con unas pérdidas anuales de alrededor de nueve millones de euros. «Si hay que ayudarles, se les ayuda, pero no puede ser a cambio de cometer actos ilícitos» con los que, además, se está provocando «el cierre» de comercios y el «despido» de trabajadores, dice.

La Policía Municipal llevó a cabo 343 intervenciones para atajar la venta ambulante irregular en Bilbao en 2017, según el área de Seguridad Ciudadana. En 2016 fueron 256; en 2015, 245. Aunque dichos controles se hayan intensificado con los años, parece ser que la angustia de tener que salir corriendo con la mercancía y de ser detenidos ha causado mella en los vendedores ambulantes, razón por la que durante esta Aste Nagusia parecen «encontrarse menos» que en pasadas fiestas, según aprecian los propios vecinos de la villa.

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