«No, no es una bilbainada. Bilbao tiene un rollo especial»
Alin Blanco
Domingo, 17 de agosto 2025, 00:02
Ayer conocí por primera vez a Marijaia y, tengo que admitir, que es exactamente como me habían prometido. Apesar de ser una donostiarra infiltrada, no ... he podido evitar contagiarme, en mi primera Aste Nagusia, de la ilusión y la alegría del ambiente. Sé que suena a tópico, pero es la verdad y no tengo más remedio que dar la razón a los bilbaínos. No, no se estaban tirando un triple ni es una bilbainada. Bilbao tiene un rollo especial, y no es ninguna exageración.
Publicidad
El ambiente de poteo en la capital vizcaína siempre es algo que me ha llamado la atención. Desde que llegué aquí hace poco menos de un año, he visto cómo cada jueves, viernes, sábado o festivo las terrazas se abarrotan llueva, nieve o truene. El barullo que se genera una tarde en un cualquier rincón donde haya una barra y un par de cañas es increíble. Desde la ciudad vecina siempre había oído que «la marcha de Bilbao es inigualable» -sin saber muy bien a lo que se referían-, pero ayer pude comprobarlo por mí misma.
Los días previos ya me parecieron llamativos. Todo el movimiento de camiones, el montaje, las txosnas, la policía regulando el tráfico para que ese ajetreo interfiriera lo menos posible en la vida cotidiana... Esa agitación iba caldeando la ciudad, incluso el viernes, cuando las calles hervían y los termómetros echaban humo. Me parece bestial la cantidad de personas que se involucran en estas fiestas. La organización se da a todas las escalas y en todos los niveles. Entidades, asociaciones, grupos sociales, y todas las comparsas que se coordinan para no perderse ninguna. Eso es devoción.
«Lo lúdico y distrutón»
«Prepárate, porque vas a flipar», «la que se lía es tremenda», me avisaron. Mis expectativas estaban por todo lo alto. Así llegué al txupin. Me colé entre el gentío que inundaba la plaza del Arriaga y, entre jaleos y confeti rojiblanco, Bilbao rompió a hervir. Había comenzado «lo lúdico y distrutón», como anunció el pregón.
Publicidad
Cuatro bailes y tres kalimotxos después, se paró el mundo, la música bajó y el cielo se inundó de colores. Tal vez la ría no refleje los fuegos igual de bien que lo hace la bahía de La Concha, pero es innegable que la fiesta en Bilbao tiene un color, un ambiente y un carácter, desde luego, muy especial.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión