El vestuario del Alavés, desatado: «Y ahora cinco días libres»
Los 25 remates y los 14 saques de esquina reflejan el aplastante dominio ante un Elche que perdió su condición de invicto
Eduardo Coudet insistía en que el Alavés «necesitaba una victoria porque lo venía haciendo bien». Se refería a ese exiguo botín –un punto sobre ... nueve– que estuvo lejos de reconocer el esfuerzo y el juego de los últimos tres partidos. Hasta ayer. La merecida victoria fue el broche de una brillante actuación. Si el partido fuese un combate de boxeo, los albiazules hubiesen ganado todos los puntos. Tuvieron al Elche contra las cuerdas durante los 95 minutos que duró la pelea. Una imagen gráfica reforzada por los datos: 25-6 en remates y 14-4 en saques de esquina son el mejor reflejo de esa superioridad albiazul.
El conjunto de Eder Sarabia sucumbió a la tortura china de los babazorros. Desde el pitido inicial, las ocasiones se sucedían una tras otra. El goteo era constante. Y en las gradas, donde apenas pasaron frío al levantarse con cada aproximación, la percepción era de que la suerte sonreiría tarde o temprano. La tuvo Boyé, pero su remate se marchó alto. Le siguió Jonny Otto con un misil desde la frontal del área que desvió Iñaki Peña. Y reafirmó la ofensiva albiazul un Pablo Ibáñez al que le negaron el gol casi bajo palos.
Los vitorianos mostraron un afilado colmillo. Y no sólo al querer llegar a la portería rival, también para morder al Elche en la presión. Coudet tenía claro que no podía dejarles jugar cómodos, en las siete jornadas anteriores habían demostrado tener buen pie para dominar los partidos en los que nunca había perdido. Una actuación de 'caza' colectiva. Lucas Boyé y Toni Martínez flotaron por el área ilicitano para torpedear la salida del balón. En las bandas, Carlos Vicente y Abde se desgastaron para cortar la autovía. Y todo, porque en la medular Pablo Ibáñez, un pulpo a la hora de robar balones, y Blanco, el ancla albiazul, habían levantado un muro.
🎬 𝗜𝗡𝗦𝗜𝗗𝗘 | ¡𝗘𝗦𝗧𝗢 𝗘𝗦 𝗠𝗘𝗡𝗗𝗜! 🔥
— Deportivo Alavés (@Alaves) October 6, 2025
La celebración de ayer, desde dentro.#GoazenGlorioso ⚪️🔵 pic.twitter.com/ltnLDVviYI
Tal estaba siendo la superioridad de los vitorianos que Eder Sarabia, que vio el partido desde la grada por sanción y al que las cámaras cazaron seriamente molesto por la versión de su equipo, mandó a André Silva a calentar en el minuto 20. Una decisión con la que buscaba enviar un mensaje al equipo, esa especie de electroshock en busca de una reacción. Pero no llegó.
Como tampoco el primer gol del Alavés. Si bien el público despidió al descanso a los suyos con una ovación por el espectáculo que habían regalado, lo cierto es que en el ambiente se percibía la misma sensación de los últimos encuentros. El equipo había conseguido imponerse a los rivales, pero le faltaba asestar el primer golpe. Había tenido durante 45 minutos al Elche contra las cuerdas, pero no lograba noquearle y que mordiese el polvo. Lo mismo que le lastró contra el Getafe o Mallorca.
Interpretación de espacios
Pero ayer era cuestión de tiempo que la suerte sonriese. Para ello había que evitar que el rival pudiese recuperar la vertical tras esa ráfaga de golpes. En los primeros dos minutos del segundo asalto los albiazules ya habían intimidado a Iñaki Peña. Yusi fue un cohete por la banda, con continuas internadas que cerca estuvo de romper la igualada. Se mordió la lengua, un gesto de rabia y del que sabe que fue superior. El lateral albiazul encontró más espacio por su banda porque Abde alternó la línea de cal con posiciones más centradas. Supo leer las fases del partido para desequilibrar a la defensa rival.
Coudet apostó por una doble punta, esa forma de tener más argumentos ofensivos para golpear al contrincante. Desgastados en la presión, Boyé y Martínez fueron un faro a la hora de descargar el juego. Se alejaron del área para abrir un camino más para tratar de aclarar el juego. Sólo les faltó el gol. Y les llegó de la forma que más agrada a los arietes, con tantos que definen su olfato y frialdad. Dos golpes que casi noquearon a un combativo Elche.
El paso adelante en el juego viene acompañado también de la mentalidad. El equipo no se arrugó al ver los viejos fantasmas cuando los ilicitanos recortaron distancias en el descuento. Mostraron personalidad. Y amarraron un triunfo que hacía olvidar una semana aciaga en cuanto a resultados. Tal era la alegría albiazul que los gritos del vestuario «¡vamoooss» se escucharon con fuerza en la sala de prensa. Y pidieron «ahora cinco días libres». El mejor escenario para el parón.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión