Mamadou Loum forcejea con Yunus Musah. igor martín

El tiempo perdido y la moraleja

El contraanálisis ·

Martes, 15 de febrero 2022, 00:33

La supervivencia requiere de oficio, solidaridad, esfuerzo, poco sentido del riesgo... Algo que supone ver poco fútbol, por lo que a la estética del juego ... se refiere. Se trataba de sobrevivir como sea y como sea se ganó a un muy difícil Valencia. Siempre habrá alguno que dirá que fue porque se aplicó el estilo Mendilibar. Yo diría que algo menos de la mitad, solo la parte defensiva; y de esa mitad tampoco toda, porque no fue fiel a su 4-4-2. El mismo Mendilibar en alguna ocasión ha comentado que en el momento que se recupera el balón, al equipo le falta un poco de pausa y bastante precisión para que el primer pase sea bueno y a partir de ahí poder dar continuidad al ataque para llegar más veces y con más jugadores al área rival.

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Hablando de estética hay que decir que tal vez lo que es puramente estético no fue precisamente este partido, pero sí intenso, disputado y con los jugadores totalmente entregados. Lo cual hace que todo eso, en un contexto donde merodeaba en el ambiente una sensación de tragedia por lo que nos jugábamos, hace que el fútbol también sea emocionante y atractivo. Una de las cosas que hacen estético al juego es esa relación entre velocidad, pausa y precisión en cada una de sus acciones, pero sobre todo la cuestión está en la continuidad del juego ofensivo. Las continuas interrupciones afean mucho el espectáculo. Pero, ojo, que esto no depende del estilo juego, ni de los planteamientos concretos de cada entrenador, ni de los jugadores, ni incluso del árbitro, esto depende solo y exclusivamente del reglamento. Y el reglamento somos todos, aficionados, medios de comunicación e instituciones futbolísticas. Pero los mismos que critican esto luego se oponen a remediarlo. Es el conservadurismo que existe del fútbol en general.

Donde quiero llegar es a incidir en un detalle muy significativo del partido del domingo y que creo que se ha pasado por alto. Bueno, pasar por alto no, simplemente que como no dolió no se debatió. Algo que sí ocurrió con el VAR y la mano y penalti de Jason. Pero este debate de las manos es para otro día. Hoy quiero incidir en el tiempo que se perdió y lo que descontó el señor colegiado por los dos penaltis señalados, uno por equipo, en el segundo tiempo. Si ponemos el cronómetro veremos cómo desde que se pitaron o se paró el juego, con sus respectivas revisiones y discusiones, hasta que se reanudó una vez materializados, el juego estuvo detenido durante siete minutos y el alargue final fue de cinco. Y si a eso le hubiéramos tenido que sumar las otras interrupciones de larga duración como son los cambios, atenciones médicas y otras que se dieron, a mí me salen más de diez minutos. Y por supuesto, sin sumar las otras setenta u ochenta pausas habituales en cualquier encuentro. Esto merece un capítulo aparte.

Moraleja. Si queremos tener crédito y ser críticos exigentes en los debates de los partidos no vale solo con quejarse cuando duele, hay que hacerlo también cuando se gana.

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