La FIFA confirma que el abuelo de Garcés nació en Argentina y no en Malasia
Considera «falsos» los documentos usados para su nacionalización y censura la actuación como «una pura forma de hacer trampas»
El abuelo de Facundo Garcés nació en Villa María Selva, en Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina, y no el 29 de mayo de ... 1930 en Penang, Malasia, a más de 16.000 kilómetros de distancia. La FIFA hizo público este lunes el texto completo de la sentencia por la que el 26 de septiembre impuso 12 meses de sanción a Facundo Garcés y a seis de sus compañeros por usar «documentación manipulada» relativa al origen de sus abuelos para ser convocados con el combinado del sudeste asiático. El organismo desmonta el origen malayo del familiar del defensa alavesista y zanja que nació en el mismo municipio de origen del jugador. Eso echa por tierra todo el rocambolesco proceso de nacionalización que permitió a Garcés ser internacional y jugar ante Vietnam el partido de clasificación para la Copa Asia del pasado 10 de junio.
«Los documentos presentados por la Federación de Malasia (FAM) son falsos y los jugadores los han utilizado para evadir y eludir el reglamento de la FIFA con el fin de representar a Malasia», señala el organismo en su primera conclusión. Las pesquisas realizadas durante la investigación destaparon un «contraste agudo» entre el certificado de nacimiento proporcionado por Malasia y los documentos a los que accedió la FIFA. El primero fue elaborado durante el proceso de nacionalización deportiva por la FAM, según explicó en su defensa, dada la imposibilidad de encontrar los textos originales. La federación internacional, en cambio, asegura que pudo acceder a esos textos «sin obstáculos». En ellos, el malayo Carlos Rogelio Garcés Fernández pasa a ser el argentino Carlos Rogelio Fernández, nacido en Santa Fe. Una disparidad geográfica chirriante.
Durante el proceso, iniciado un día después de la disputa del partido internacional con la denuncia de Vietnam y que concluyó a finales de septiembre, la FIFA acumula indicios sólidos que le llevan a determinar que las partidas han sido «manipuladas o falsificadas» en lo que respecta al lugar de nacimiento de los antepasados. Fundamenta su veredicto y el castigo a los jugadores en que, primero, es competente a la hora de sancionar a quien haya falsificado los documentos pero también a «quien use esos documentos». Esto responde a uno de los argumentos sobre los que orbita la defensa: que los jugadores «no tuvieron conocimiento de que algunos de los documentos pudieran haber sido falsificados», que no participaron de esa falsificación y que su conducta general fue «correcta».
«Severo pero necesario»
¿Por qué opta entonces la FIFA por una sanción de 12 meses y no solo una económica o de un número concreto de partidos? Primero, porque considera a los jugadores «beneficiarios últimos» del uso de estos documentos manipulados ya que «en conjunción con la FAM disfrutaron de forma efectiva, ilegal y exitosa» de las consecuencias de estos. Eso, recalca el tribunal, «merece una sanción adecuada». La FIFA se muestra especialmente dura con que «la manipulación golpea al núcleo fundamental de los principios del fútbol» y que eso supone «una pura y simple forma de hacer trampas». Que los jugadores cumplieran el objetivo de jugar con la selección también actúa como agravante. El atenuante de contar con un expediente limpio resulta insuficiente para rebajar la sanción, que en palabras de la FIFA debe «desalentar y servir como medida educacional» para los jugadores. Un castigo «severo pero necesario para proteger la integridad del fútbol».
La Federación y los jugadores pueden recurrir esta sanción ante el Comité de Apelación de la FIFA. Deberán notificar por escrito que desean alegar este castigo en los próximos tres días. Y disponen de cinco para presentar el recurso.
El club, que apartó al futbolista «hasta que se resuelva el proceso abierto», se mantiene al margen, a la espera de la apelación que emprenderán la Federación y los jugadores. No darán más pasos hasta que se confirme el castigo.
La sentencia de la FIFA, para la que cabe recurso, arroja luz a un caso insólito. De la noche a la mañana un Facundo Garcés del que no se conocían orígenes exóticos contaba con un antepasado que le habilitaba a jugar con Malasia. Un segundo pasaporte que no le aportaba un beneficio deportivo –sigue contando como extracomunitario– y del que ha hecho un breve uso: apenas dos partidos. Para el Alavés, en cambio, la sanción supone un durísimo golpe a su línea de flotación. La planificación estival situaba a Garcés como líder de la defensa. Lo era hasta hace semana y media. Ahora sigue suspendido por el club y su futuro se tiñe de aun más interrogantes.
La FIFA notificó a Garcés el 22 de agosto la apertura del proceso
La sentencia dibuja la cronología que ha llevado al castigo de Garcés. El 6 de junio, la Federación hizo una consulta a la FIFA para ver si el defensa albiazul podía ser citado por Malasia, adjuntando la partida de nacimiento de su abuelo, Carlos Rogelio Garcés Fernández, localizada en Penang. El 9, la FIFA dio luz verde a su convocatoria. El 10, Garcés debutó con Malasia en la goleada (4-0) sobre Vietnam en un duelo de clasificación para la Copa Asia. Al día siguiente, la FIFA recibió una queja cuestionando la naturalización de los futbolistas. Se abrió una investigación en la que se vieron indicios de «falsificación de documentos», como la partida de nacimiento original del abuelo de Garcés, que le ubicaba en Argentina. Entre el 22 y 28 de agosto, la FIFA informó a la Federación y a los jugadores de la apertura del proceso. El plazo de las alegaciones se extendió hasta el 22 de septiembre, notificando la sanción el 26.
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