Un equipo del Constancia en los años 40. constancia

El salto a las Baleares

Historias en albiazul ·

Jueves, 25 de agosto 2022, 00:54

El futbolista Manuel Arana, que renovó con el Alavés gracias a las aportaciones de una suscripción popular. BDFUTBol

Cuando en noviembre de 1941 el Deportivo Alavés viajó por vez primera a las Islas Baleares para enfrentarse en Segunda División al C. D. Constancia ... de Inca (Mallorca), las circunstancias eran muy distintas a las de este domingo en Ibiza. En un contexto de crisis económica, con los clubes y el transporte recuperándose de la Guerra Civil, la liga se componía de tres grupos con el fin de abaratar los desplazamientos. El problema vino cuando se supo la composición de los mismos. El Alavés quedó separado del resto de los equipos vascos, que pasaron al Grupo I, y compartió liga de Segunda en el II con Osasuna, Zaragoza, Ferroviaria de Madrid, Gerona, Sabadell y Constancia.

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Ante esta peculiar distribución, la prensa vitoriana escribió: «En justicia, es necesario hacer un comentario. Como nuestros lectores habrán podido apreciar, el Alavés no tiene partidos de desplazamientos cortos. Únicamente Pamplona; los demás, Zaragoza, Cataluña y ¡¡Mallorca!! Sabemos del viaje de unos directivos del club vitoriano a Madrid hace unos días. ¿Por qué no se trató de arreglar este asunto de tanta importancia?». Con ironía, un redactor añadió que «quizás hasta nos quieran convencer de que para el Alavés es mucho mejor tener que desplazarse a esos lugares tan distantes, con el gasto consiguiente, que jugar contra el Arenas, Irún, Baracaldo, etc.».

El Alavés jugó su primer partido de liga en las islas contra el Constancia en Inca (Mallorca) el 2 de noviembre de 1941

La nota positiva fue que el calendario se organizó de modo que el Alavés jugó el domingo 26 de octubre en Gerona y el siguiente, 2 de noviembre, en Inca. De ese modo, con «quince días de excursión por tierras catalanes e insulares», evitó tener que regresar en medio a Vitoria. Como relleno, entre semana disputó un amistoso en Las Corts contra el Barcelona, que quería probar varios jugadores que acababan de salir de una lesión. La expedición alavesista salió de Vitoria el viernes 24 de octubre en el tren-correo, llegó a la Ciudad Condal el sábado por la mañana y a Gerona el mismo día por la tarde. El lunes regresó a Barcelona «y el jueves, el salto a Baleares» en barco.

El buque J. J. Sister que hacía por mar el trayecto Barcelona-Palma.

Un problema añadido fue que, debido a su situación económica, el Alavés había tenido problemas para componer su plantilla. Dos semanas antes del inicio de la competición aún no contaba con portero titular y estaba pendiente el futuro de Manuel Arana, que militaba en el equipo desde la temporada anterior, pero que no había llegado a un acuerdo con el Alavés, en parte por su pretensión de residir en Irún. De hecho, el club solo desplazó a Cataluña tres suplentes, con la mala suerte de que Plana se lesionó en Gerona y no estaba disponible para el choque contra el Constancia. La solución fue tratar de cerrar sobre la marcha el contrato con Arana, «el medio centro que tantos éxitos obtuvo el pasado año en las líneas blanquiazules». Este contestó afirmativamente, «siempre que se le abonen los atrasos de los meses de julio, agosto, septiembre y octubre. Total, unas dos mil quinientas pesetas. El Deportivo no se encuentra en estos momentos en condiciones económicas, pero la afición vitoriana parece que no va a dejar huérfano a su club y dos socios que se han enterado del caso han aportado, el uno 500 pesetas y el otro 100. Faltan unas 1.800 pesetas y el asunto de Arana puede quedar mañana mismo resuelto si estas aparecen en la Caja del Club. Y en estos momentos quien tiene uso de la palabra es solamente la afición vitoriana».

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Los aficionados babazorros no fallaron y al día siguiente se publicaron varios donativos anónimos, firmados con un toque de humor por «uno que no va al fútbol; un comerciante que tampoco va; uno que va pero que no paga; uno que desea que juegue Arana; un aficionado consecuente». De este modo, el Alavés pudo aceptar la oferta de Arana, que renunció a cobrar su ficha, y el 28 de octubre, acompañado del delegado Amadeo García de Salazar, marchó a Barcelona para unirse a la expedición y zarpar a Mallorca. En Vitoria se esperaba que, con Arana en el eje, el Alavés lograra algo positivo, pero volvió derrotado de su primer viaje a Baleares.

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