Sí se puede
El contraanálisis ·
Me gustó el equipo en general. Pero eché en falta otro Pedraza por el carril derecho. Creoque este jugadornos va a hacer olvidar a TheoNo creo que nadie dude de que el partido del sábado fue, con diferencia, el mejor del Alavés esta temporada. Algo que le da más ... valor si hablamos de que el rival, el Valencia de Marcelino, es, de momento, el equipo de moda de la Liga. Partido para definirlo con ese tópico que dice: ‘jugamos como nunca y perdimos como siempre’. También se dice que cuando juegas mal se pierde. Al Alavés le ocurre lo mismo, pero también cuando lo hace regular e, incluso, cuando está bien. Algo que solo se puede explicar o razonar con aquello de las malditas y ventajistas dinámicas, que siempre se ponen a favor o en contra del mismo.
Y, sin embargo, en el caso del Valencia ocurre todo lo contrario, con su dinámica positiva. Situación que me recuerda mucho a la que nuestro Glorioso disfrutó las dos temporadas anteriores, donde veíamos cómo ganábamos partidos sin podernos explicar cómo podía ser. Aunque siempre intentábamos que encajase cualquier argumento de mérito que justificase el resultado.
Eso mismo es lo que hizo Marcelino el sábado en Mendizorroza después de que su equipo realizase un mediocre partido. El técnico decía algo así como que estaba muy satisfecho con su equipo porque ha sabido jugar estos partidos muy complicados, y que, sin ser superiores a un rival teóricamente inferior, supo sacar el duelo adelante. Insistía en que había sido una victoria muy trabajada y merecida, donde se pudo comprobar que el equipo sabe adaptarse a las diferentes situaciones y dificultades de la competición. Pues sí y no, porque esos argumentos son verdades a medias que solo nos sirven después de conocer el resultado.
Me atrevo a decir que la valoración de Marcelino o de cualquier otro entrenador no habría sido la misma con otro resultado, que, en el caso del sábado, no debió ser favorable al Valencia. Es una de las mentiras del fútbol, que valoramos o argumentamos el juego en función del resultado. O lo que es lo mismo, desmontamos ese principio universal que razona muchas cosas por su relación causa-efecto. Por lo visto, en el fútbol se invierte el orden. Se trata de una nueva teoría, las causas son consecuencia de los efectos. Algo que sería muy fácil de demostrar si nos atreviésemos a ver un partido en vídeo con unos minutos de retraso y que alguien se encargara de borrar los goles. Si al finalizar el encuentro nos piden una valoración a ciegas, o sea, viendo el encuentro sin los goles y lógicamente sin saber el resultado, los argumentos, valoraciones y sensaciones no tendrían absolutamente nada que ver a los que realizaríamos conociendo lo que ha sucedido. En definitiva, lo que hizo Marcelino el sábado es lo que hacemos todos, hacer las cuentas al revés, primero el resultado de la suma y luego ya le pondré los sumandos adecuados para que me cuadren los números.
Me gustó el equipo en general. Me gustó ese sistema de cinco-tres-dos para convertirse en un tres-cinco-dos. Sin embargio, eché en falta un par de cosas. Por ejemplo, un mediapunta que enlace con los delanteros, como lo hace Medrán -no jugó ante el Valencia por la cláusula de su contrato de cesión-, pero hay un problema, que nos salen doce jugadores. También eché en falta otro Pedraza por el carril derecho. Creo que este jugador nos va a hacer olvidar a Theo. Incluso, si se me apura, también eché en falta otro Wakaso en el centro del campo, aunque igual dos ‘wakasos’ juntos son muchos ‘wakasos’.
Este jugador, además de su indiscutible poderío físico, aporta al equipo más cosas. Contagia atrevimiento para iniciar el juego desde atrás, criterio para circular y distribuir balones en el centro del campo que le den claridad al juego, además de creatividad para filtrar un pase que desborde toda una línea rival. Pero cuidado con él, porque es capaz de lo mejor y lo peor. Es capaz de disputar y recuperar balones imposibles, pero también de llevarse por delante al rival porque le fallan los frenos. Y lo mismo en el sentido ofensivo, puede atreverse a todo, pero a veces no tiene conciencia del riesgo que supone una pérdida de balón en esa situación.
No obstante, creo que esto es un mal menor, ya que para eso está el equipo, para conocer los defectos y las virtudes de los compañeros, y así poder leer e interpretar la idea de cada uno y anticiparse, corregir y realizar los ajustes oportunos, lo que se llama empatía táctica.
También tuve una sensación agridulce con el joven debutante Diéguez. Una pena su fallo, porque apunta maneras para ser un buen central. Me gusta que De Biasi apueste por los jóvenes, ya que este club no se caracteriza por crear o descubrir talentos. Aunque esto es un tema estructural de la política del club que habrá que dejar para otro día.
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