Rayo Vallecano 1-0 Deportivo Alavés
Una pizarra con tres dibujos que se ve incapaz de ilustrar la victoriaEl entrenador albiazul, que solo realizó tres sustituciones, empezó con defensa de cinco y terminó con dos puntas
Luis García lo intentó este sábado por activa y por pasiva. Dibujó en su pizarra distintas combinaciones, con la confianza de dar con alguna en ... la tecla que lo desbloquease todo. Que despejase los nubarrones y devolviese al equipo a la senda de la victoria. Como ese químico que experimenta con diferentes fórmulas, el técnico aplicó desde una defensa de cinco, hasta la doble punta. Tres apuestas radicalmente opuestas, algo no muy habitual durante un partido. Todo para intentar sumar algún punto al zurrón. Pero al final todo cayó en saco roto.
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La puesta en escena fue con una defensa de cinco: Mouriño en el lateral derecho, Tenaglia, Pica, Diarra y Manu Sánchez en el otro ala. Toda una declaración de intenciones. Hasta ahora ese esquema solo lo había empleado en su vista al Bernabéu, lo que arrojaba dos lecturas. La más evidente, tratar de sellar una defensa que ha encajado 16 goles en los últimos siete partidos, con seis derrotas. Hay que ir hasta el 1 de septiembre para encontrar una portería a cero (Alavés 2-0 Las Palmas). Pero también, para armar un escudo ante una zaga de circunstancias. Ya lo dijo el técnico en la previa, las bajas han dejado la línea de atrás «en cuadro».
Ahora bien, la idea era que ese esquema fuese versátil. Que se pudiese adaptar a los distintos escenarios que plantease el partido. «Podemos empezar con cinco defensas y cambiar a cuatro. O al revés y empezar con cuatro y cambiar a cinco», explicó, minutos antes de que el balón echase a rodar. Y lo cierto es que los acontecimientos lo aceleraron todo: expulsión del defensa rayista Abdul Mumin en el minuto 21 y superioridad numérica sobre el verde. El guion ideal.
Porque hasta ese momento, lo cierto es que el equipo no había conseguido adaptarse a la nueva disposición táctica de cinco hombres atrás. Manu Sánchez y Mouriño se vieron superados en varias ocasiones. Isi fue un cuchillo. En apenas 8 minutos el Rayo había tenido tres ocasiones claras de gol. El equipo se veía desbordado tratando de achicar agua. Necesitaba un tiempo muerto y en esas llegó la expulsión que despejó las acometidas de un conjunto local que se sentía superior.
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En esta especie de partida de ajedrez, Luis García apostó por mover ficha y salir al ataque. El escenario invitaba a ello, ya que esa superioridad numérica liberaba presión. Dio entrada a Joan Jordán (minuto 33) para tener más el balón, en detrimento de Mouriño. Y volvió a la defensa de cuatro, el dibujo más natural. Una llamada para tomar las riendas y un empujón en ataque. «Pasamos de una defensa de cinco a una de cuatro, que es lógico, y hemos generado más», analizó.
El equipo se estiró más y recuperó por momentos la iniciativa. Pero no conseguía imponer ese claro dominio que se espera al enfrentarse a un equipo en inferioridad. Y en el paso por vestuarios tampoco terminó por acoplar del todo las piezas. Porque en la reanudación el Rayo metió en varias ocasiones el miedo en el cuerpo albiazul.
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Cinco minutos de oro
Cinco minutos de oro. Del 53 al 58 enchufan al Alavés y obligan al conjunto local a replegar tropas. Sobre todo, tras la clara ocasión de Carlos Vicente. Algo que aprovechó García Plaza para dar entrada a Stoichkov. El dibujo se mantuvo, pero las fichas se movieron. Guridi volvió al centro del campo, desde donde pilotó el ataque. El viento pegaba de cola y había que aprovecharlo.
A falta de un cuarto de hora, Luis García llamó a Asier Villalibre. El cambio podría ser hombre por hombre o un 'all in' e ir a por todas con dos delanteros. Optó por lo segundo. Tercer y último esquema. Sorprende que agotase su última ventana dejándose dos balas en la recámara. Stoichkov pasó a ocupar la banda izquierda y junto a Carlos Vicente, que se mantuvo en la derecha, era el encargado de servir los goles al 'búfalo' y Toni Martínez, hambriento por ver de nuevo gol. «Pero están los momentos de las áreas donde no estamos afortunados en ninguna», se lamentó el míster.
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