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NI TAN BUENO NI TAN MALO

Son las circunstancias de cada partido las que condicionan el desarrollo del juego

Raúl Alústiza

Domingo, 5 de marzo 2017, 02:18

Me estoy acordando del partido de A Coruña, donde el Alavés jugó muy mal y a pesar de eso ganó. Por cierto, no escuché muchas críticas. Y si vamos al último encuentro, en Granada, el primer tiempo se jugó muy mal y por eso se perdió y el segundo se hizo bien y solo por eso no se pudo ganar, porque ya era tarde. Se comentaba que Mauricio Pellegrino hizo muchos cambios en la alineación, independientemente de los ya obligados. Eso nunca lo sabremos, pero yo soy de los que pienso que son las circunstancias de cada partido las que condicionan el desarrollo del juego.

Con los mismos jugadores, sistemas, planteamientos y estados anímicos se gana y se pierde; dependerá entre otras cosas, principalmente de eso, de las circunstancias del juego. Se trata de estar preparado para esas imprevisibles circunstancias del juego, o sea, entrenarse para lo inesperado, algo ilógico en la ciencia, que es la lógica del juego.

Y una de las circunstancias fue que nos metieron dos goles casi de la misma forma. Dos saques de banda largos, casi como un córner, para luego en el rechace rematar. El problema no fue tanto defender bien o mal estas acciones. El problema principal es que en la primera parte el Granada, por su dominio y nuestra escasa posesión, ejecutó una docena de acciones a balón parado, entre saques de esquina, faltas y saques de banda a la altura del área. Y evidentemente solo con esta circunstancia ya se genera suficiente peligro.

Siempre se suele extrañar y preguntar por qué estas acciones no se defienden mejor y si es una cuestión de atención, previsión, actitud, etcétera. Hay que partir de la idea de que en estas jugadas a balón parado el primer movimiento lo podemos combatir con ciertas garantías. Pero en la segunda acción, el rechace o las caídas, aunque también lo tengamos previsto, ya depende del capricho del balón. Aquello de al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Y evidentemente se suelen defender bien, porque de lo contrario terminaríamos a gol por acción a balón parado. Me acuerdo hace dos o tres temporadas de que el Real Madrid botó cerca de 100 saques de esquina seguidos, y ningún gol. Llega el partido contra el Barcelona y de dos, sendos goles. Es el caprichoso juego. En estas acciones, aunque parezca un contrasentido, el fallo suele estar más por prestar demasiada atención a las cosas importantes, y no tener la tranquilidad para intuir otras, engañosamente menos relevantes.

Me explico. Por el hecho de estar tan atentos a ciertos aspectos del juego, zonas del campo o jugadores peligrosos, perdemos de vista otras situaciones, menos visibles, ocultas a primera vista pero tan decisivas, ya que posteriormente pueden aparecer en las segundas jugadas. Es lo que llaman los sicólogos atención selectiva, esa capacidad para controlar lo importante sin prestar atención y de reojo atender a lo engañosamente irrelevante.

Me gustó Óscar Romero, porque entre otras cosas es de los que cuando tiene la pelota y está presionado lo primero que hace es buscar un amigo que se encuentre solo y cerca, con camiseta de rayas azules para desahogar la jugada que hará que se encadenen las demás combinaciones. Y si le da tiempo a levantar la cabeza, mete un cambio de orientación al otro lado del campo, facilitando la progresión del equipo por el costado contrario. Se nota -entre comillas- que no está contaminado por la idea que tiene el equipo de salir huyendo con el balón hacia la portería contraria.

Y mañana ya tenemos el equipo de moda, el Sevilla, ese del que ahora todos hablan maravillas. Me recuerda al Atlético de Madrid de las temporadas anteriores, que jugaba muy bien y además tenía suerte. Un ejemplo. El peor partido del Real Madrid, el Barcelona e incluso me atrevería a asegurar del Atlético de Madrid en esta campaña no ha sido tan mediocre o malo como el de la última victoria del Sevilla contra el Athletic. Incluso me atrevería a demostrar que tres o cuatro encuentros que ha ganado el Sevilla lo ha conseguido sin ser superior. Cuestión que a los tres equipos mencionados no se les perdona ni ganando con holgura. Lo que son las dinámicas de la crítica futbolística, ahora los defectos los convertimos en virtudes, porque todo vale para justificar una victoria aunque sea inmerecida de un equipo que nadie se atreve a cuestionar.

Este Sevilla de Sampaoli, y no olvidemos a su segundo entrenador, Juanma Lillo, además de jugar casi siempre bien tiene esa pizca de suerte que ahora lo llaman mérito. Un equipo que lo tiene todo, muy buena plantilla; que ya se han encargado Sampaoli y Lillo en hacer un buen equipo. Alternan continuamente alineaciones, sistemas, incluso estilos de juego. Todo eso por lo que se suele criticar cuando se pierde es ahora por lo que casi se admira. Es el fútbol, los mismos argumentos valen para criticar que para aplaudir; solo hay que esperar a que termine el partido en cuestión.

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