Dos caras de una misma moneda
Gracias a dos entrenadores argentinos, Pellegrino y Berizzo, nos encontramos en una situación envidiada por casi todos, la semifinal de la Copa
Raúl Alústiza
Miércoles, 8 de febrero 2017, 12:56
Dice Pellegrino que para que sucedan las cosas antes hay que soñarlas, por ejemplo, la final de la Copa. Aunque, cuidado, que no siempre vale soñar porque los retos, desafíos, metas y objetivos deben ser posibles, ya que en caso contrario se produce un efecto negativo. Y esto es lo que tiene el fútbol, que da oportunidades a todos, ricos y pobres. En este mundo hay pocas cosas en las que el más pobre pueda saludar al más rico, y por eso se dice que gracias al fútbol, un país pequeño puede ser importante.
Pellegrino y Berizzo. Comentaba Pellegrino que lo de «los dos entrenadores argentinos en ambos equipos es un mal necesario». Gracias a ellos nos encontramos en una situación envidiada por casi todos, la semifinal de la Copa. Son dos entrenadores que destacan por eso que está muy mal visto en el fútbol: su forma pausada, coherente, educada, incluso con un lenguaje muchas veces brillante, mandando mensajes de salud deportiva que enriquecen tanto al fútbol como a la sociedad. Y digo que está mal visto porque en el fútbol se suele identificar esta forma de hablar con discursos facilones, obviedades, retóricas, frases hechas, que no dicen nada, pero eso sí, se entienden perfectamente. Gusta mucho relacionar fútbol con incultura. Es cierto que a la ópera o al teatro va gente muy culta, pero muchos de ellos también acuden a un partido de fútbol. Y debo insistir en que de estos dos entrenadores, independientemente de las virtudes futbolísticas que puedan tener para dirigir un equipo, me quedo con sus mensajes y su aportación a la coherencia en sus discursos, al rigor en sus autoexigencias profesionales y a los valores deportivos y sociales que transmiten. El mensaje de los entrenadores es muy importante tanto para la plantilla como para el entorno que lo contagia. Muchas cosas son cuestión de fe, y la fe es creer en lo que no se ve, y eso se llama credibilidad.
Una cita histórica que viene a cuento. «Napoleón atribuía la mitad de su ingenio al hecho de que era capaz de calcular con exactitud cuánto tiempo llevaría transportar una manada de elefantes desde El Cairo hasta París. La otra mitad, a que podía convencer a cientos de miles de individuos de que renunciaran a sus vidas para que le ayudasen en la causa». Pues aquí tenemos dos ejemplos que seguramente guiarían sin problemas a la manada de elefantes porque su discurso es sincero y, por lo tanto, creíble para los que tienen que colaborar con la causa.
Pellegrino suele decir que el fútbol es un juego infinito en el que cabe toda complejidad humana, tanto los valores como las miserias. Un detalle de Berizzo: liquidó sin contemplaciones a la estrella del equipo, Orellana, por indisciplina. Con esto está dicho todo.
Es algo en lo que suele insistir Pellegrino cuando dice que esta temporada, por las circunstancias del club, debemos funcionar con la filosofía de ensayo-error, y, además, suele añadir que el fútbol es una obra inacabada. Quiere decir que siempre estaremos probando, corrigiendo y concretando hasta dar con la idea, y eso será hasta el último día. Por eso, el equipo debe estar continuamente reinventándose, cuestión demostrada en el último partido en Gijón. Un equipo con los menos habituales. Muchos dudaban del experimento, dejando en evidencia a todos los que valoran más las alineaciones que al equipo. Lo colectivo siempre debe estar por encima de lo individual, una máxima que ambos aplican. Ver al Celta de Berizzo es un ejercicio de solidaridad colectiva, fundamentalmente en el plano ofensivo; y ver al Alavés de Pellegrino es otra demostración de solidaridad defensiva.
En esto sí son diferentes, uno es de los que plantea el partido pensando que no tiene el balón, y el otro que lo tiene siempre. Pellegrino sabe dónde esperar para defender, y Berizzo no sabe dónde recuperar, pero sí sabe cuándo, en el mismo instante que lo pierden.
Pellegrino se siente mejor especulando, dejándose llevar, esperando con un rigor defensivo excelente. Berizzo, todo lo contrario. Quiere la iniciativa con un juego de posesión muy combinativo. No entiende lo que es un repliegue si no es porque el rival mete a empujones a su equipo en su área. Berizzo suele comentar que la posesión no es un objetivo en sí, pero sí es un recurso táctico que indica calidad y capacidad para el control del juego. Y Pellegrino suele insinuar que él quisiera ver a su equipo con más combinación. Para ganar no es imprescindible la posesión, pero sin posesión es más difícil ganar.
Berizzo está influenciado por la escuela Bielsa donde las victorias hay que merecerlas, si no, nos estaremos engañando. Y Pellegrino está influenciado por su ayudante Xavier Tamarit, estudioso y precursor de la metodología de La periodización táctica.