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Si el Alavés tuvo que sudar casi hasta el final para lograr la permanencia, a su filial la temporada se le ha hecho corta. Cinco ... victorias y un empate en las seis últimas jornadas garantizaron la continuidad del joven equipo en Segunda RFEF, lastrado por un mal inicio que llevó al cese de José Manuel Aira en noviembre. Parte de la culpa de ese cambio de rumbo la tiene su relevo, Molo Casas (Almería, 39 años). Ya procesadas las sensaciones, el técnico hace balance en EL CORREO del curso y analiza a su plantilla, llamada a ejercer de semillero para el Chacho Coudet desde la temporada. El técnico no tiene dudas sobre la capacidad de su plantilla. «Hay jugadores que explotan antes y otros que tardan, pero todo jugador que está en el filial tiene capacidad para llegar al primer equipo», confirma Casas, que acaba de renovar hasta 2027.
Le ha bastado poco más de media temporada al frente del B para poder hacer su diagnóstico. Aunque, reconoce, se ha quedado con ganas de más. «Ahora era cuando empezábamos a disfrutar un poco de la temporada», expone. El proceso, que arrancó con un equipo «muy tocado» por vivir «una situación totalmente inesperada» le obligó primero a insistir en el trabajo mental mientras introducía píldoras tácticas.
«Puedes cometer el error de meter tanto flujo de información que el jugador colapsa. Toda esa información tiene que ir a cuentagotas», detalla. Eso le llevó a apostar por un cambio de sistema –ha disputado muchos partidos con defensa de tres centrales– en una experiencia nueva para él: el del Alavés es su primer filial. «Aquí estamos formando, pero yo soy de los que piensan que la mejor manera de formar es ganando. Enseñar a ganar, enseñar a competir. El resultado es importante porque estás formando jugadores competitivos», resume.
El análisis parte de la portería, una parcela a la que la inestabilidad del primer equipo por las lesiones y sanciones también ha afectado. «Hemos dado más confianza a Greg (Swiderski). Apostamos en un principio y nos respondió. También está Gaizka (García), que ha disfrutado de menos minutos, pero que sabemos que tanto con uno como con otro la portería está muy cubierta», destaca. También se muestra satisfecho con el eje de la defensa, donde destaca dos nombres.
«Hay cultura de centrales en este club», avanza. Él mismo lo fue. «La tenemos muy cubierta y yo confío mucho en jugadores como Álvaro (García) o Xanet, que han dado un rendimiento brutal y que por qué no el día de mañana puedan tirar para arriba», expone. En la derecha destaca a Egoitz, «que tiene un futuro muy bueno», así como la aportación de Jay y Lartitegi. En la izquierda, una parcela con «situaciones más complejas», se muestra satisfecho con el desempeño de Eneko y Aser Palacios. En conjunto, una parcela a destacar. «La línea defensiva creo que ha sido junto con la portería una de las claves del objetivo que se ha conseguido», celebra.
En el centro del campo ha resultado clave el fichaje de Alberto Moreno en el mercado de invierno. «Nos ha ayudado muchísimo con el balón», precisa su entrenador. Él se ha sumado a futbolistas ya contrastados en el plantel y que también han gozado de cierto protagonismo con el primer equipo en las últimas temporadas. «Jugadores como Tomás Mendes y Doumbia han aportado esa otra parte defensiva que es muy importante para el equipo. En el caso de Tomás, por ejemplo, ha terminado a un nivel muy, muy bueno», destaca.
Molo Casas
Entrenador del Alavés B
Para la parcela ofensiva no ha sido un curso sencillo. «Cuando llegamos vivimos una época de desconfianza en general, porque lo que más cuesta en el mundo del fútbol es hacer gol y generar», avanza. Pero su satisfacción con el crecimiento de sus futbolistas también es palpable. «En ataque ha habido fases, futbolistas de momentos», explica. «Jugadores como Morcillo, Lander (Pinillos), Ander (Sánchez), Andoni (Arzak) o Aimar. Julen Jon cuando vino en diciembre nos ayudó muchísimo», ilustra. «En líneas generales, en la línea de ataque ha sido todo muy, muy progresivo. Seguramente es lo que más nos costó afinar. También tuvimos dificultades por el tema de lesiones. Al final veíamos a todos muy bien. Ander ha terminado en un nivel muy alto, Lander ha sido uno de lo máximo goleadores. Morcillo ha terminado también bien», destaca.
Ellos forman el núcleo duro de un equipo que presentará algunos cambios, como la llegada del medio Ander Varona desde el Arenas. También con jugadores que asciendan desde el segundo filial, notable en Tercera RFEF. «Han venido varios durante el año, conocemos a todos y seguramente haya nombres que el año que viene sean importantes en el filial», avanza. Con ellos espera no solo consolidar el buen desempeño de este curso, sino nutrir al equipo de Coudet. «Se tienen que conjugar los momentos. Muchas veces el llegar o no llegar no depende solo del jugador en sí, sino también depende del contexto y del momento. Están preparados, los veo con capacidades para poder ayudar», sentencia.
Molo Casas es «un andaluz muy vasco» pese a haber nacido en Almería. Y eso que nunca ha jugado en Euskadi. «He sido un jugador y entrenador muy del norte. He tenido experiencias en Murcia también y es verdad he estado en mi tierra, que la adoro y que fue donde empezó todo. Pero llevo ya 23 años dando vueltas», explica sobre su carrera. La misma que le llevó, incluso, a enfrentarse en varias ocasiones al propio Alavés en Segunda B. Entonces ya era Molo. «Es del barrio. Manuel, Manolo, Mololo y Molo. Hasta mi madre me llama así. Solo soy Manuel algún día cuando se enfada», bromea.
Aunque en Vitoria está afrontando el reto de entrenar por primera vez a un filial. «Hay contextos y situaciones diferentes a las de un primer equipo», confiesa. « Como jugador he estado en la cantera de Osasuna, del Villarreal y del Almería. Yo le decía a los jugadores, 'os puedo entender'. Creo que me ha ayudado un poquito», explica. Parte de ello es la comunicación con técnico del primer equipo, Coudet. «Hemos tenido una muy buen relación», celebra. Así que relativiza el hecho de no poder contar con algunos jugadores, como el caso de Pica. «Cuando tú firmas con un filial es algo que va intrínseco. Debemos tener la capacidad de adaptarnos», resume. «Para mí es un orgullo que un jugador que está en dinámica del filial meta la cabeza en el primer equipo. Yo creo que es tan satisfactorio una victoria como que un jugador que tú has tenido debute en el primer equipo», añade. Tampoco le quita el sueño la posibilidad de que el filial le sirva como trampolín. «Es algo que no te tiene que obsesionar. Si eso alguna vez pasara sería porque el trabajo que estamos haciendo abajo es muy bueno. Lo que a mí me agradaba firmar por un filial era por los recursos que tienes, por el día a día, por las instalaciones...», recalca.
El premio a un trayectoria como técnico que empezó muy pronto, semanas después de retirarse. «Mi carrera como jugador fue tortuosa a nivel de lesiones. Tuve cuatro ligamentos cruzados rotos, muchas operaciones. Disfruté mucho, pero también sufrí mucho. Y cuando se me acercó el final mi cuerpo me mandaba señales de 'oye, para ya, porque esto ya está empezando a ser un sufrimiento'. Mi día a día era hielo, máquinas, no poder hacer una vida normal porque las rodillas se me inflamaban…», explica. Se lanzó a la aventura en una casa que ya conocía, Lleida. «Ya como jugador era un poco friki de esto. Cuando vi que se me acababa le dije a mi representante que quería entrenar. Aproveché esos cuatro años en Lleida, que fui capitán, y que tenía una buena relación con la gente de ahí, para ofrecerme. Cogí un avión, llegué a Lleida y dije 'oye, quiero ser vuestro entrenador'. Y me dijeron que sí. Para sorpresa de mi representante y de todo el mundo, pero fue un poco así», relata.
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