El primer tropiezo
HISTORIAS EN ALBIAZUL ·
Desde su fundación en 1921, el Deportivo Alavés tardó mucho tiempo en ser protagonista de un descenso de categoría. El club vitoriano comenzó a competir ... en la Serie B de Vizcaya en 1925 y en 1927 subió a la Serie A, por etonces la máxima división posible. Cuando en 1928 empezó la Liga nacional, que era compatible con los campeonatos regionales, el Alavés fue encuadrado en Segunda División, ascendiendo a Primera en 1930.
Todo cambió en la temporada 1932-33, un auténtico 'annus horribilis' para el Deportivo Alavés. Para empezar, quedó el último en Primera Regional. Teóricamente debía haber jugado la promoción de descenso, pero el reglamento preveía que los equipos que disputaban la Liga no podían bajar, por lo que permaneció un año más en la máxima categoría vizcaína.
El 27 de noviembre de 1932, una semana después de haberse salvado del descenso por la vía administrativa en la competición regional, comenzaba la Liga de Primera División. El Alavés, que ya en las dos temporadas anteriores se había salvado 'in extremis', se situó el último en la novena jornada y no dejó ese puesto hasta el final. No obstante, como la cola estaba muy igualada, llegó al partido decisivo con posibilidades de permanencia. Se enfrentaron aquel día en Vitoria el Alavés y el Valencia, que junto al Arenas de Guecho ocupaban los últimos lugares. Dado que solo descendía el último, al club babazorro le bastaba ganar para salvarse, lo que hubiera supuesto enviar a los ches o al Arenas a Segunda. Pero como los vizcaínos ganaron por 6-0 al Donostia, todo quedaba a un cara o cruz en Mendizorroza.
La afición vitoriana esperaba con emoción el choque. Según la prensa local, «el partido de mañana, en el que dos equipos se juegan su porvenir, es el más interesante de cuantos se han jugado en Mendizorroza desde su inauguración» en 1924. Pese a la complicada situación, había cierto optimismo: «Creemos que si el Deportivo no sale excesivamente confiado, sino a jugar todo lo que sabe y puede, con alma y con rapidez, el partido será del equipo local».
Sin embargo, la contienda terminó en empate a un gol, por lo que los alaveses, con un punto menos que los levantinos y los areneros, certificaron su descenso a Segunda División. El Valencia se adelantó en el marcador mediada la primera parte, pero ese tanto «sirvió de acicate a los jugadores locales». De hecho, el Alavés empató muy poco después al transformar Euskalduna un claro penalti. La segunda parte «fue un completo dominio del equipo local. Pero un dominio a tontas y a locas, sin pies ni cabeza».
La prensa local acogió el fracaso con cierta resignación: «La verdad es que el Alavés ha descendido por méritos propios (…). Llevaba unas temporadas salvándose milagrosamente de volver a la Segunda División. Pero tanto va el cántaro a la fuente… Y este año no ha sido posible salvarse».
Los diarios discrepaban sobre la actitud de los jugadores. Según unos, se habían esforzado al máximo «queriendo ganar y no sabiendo cómo poder ganar. La voluntad no es todo en estas cosas del fútbol». Otros, por el contrario, señalaban que parte del equipo había quedado «reducido a la impotencia soberana». Todos elogiaron la actitud del público de Mendizorroza, que había animado y sabido perder, respetando al contrario. Y eso que, según los periódicos vitorianos, los valencianistas habían jugado con picardía, echando el balón lejos a propósito o tirándose al suelo sin tener nada, por lo que su masajista «habrá sacado agujetas de tantas veces como tuvo que correr con la bolsa del hielo».
Justamente en el apoyo de la afición se basaba la esperanza. Cuando se supo que algunos socios pensaban darse de baja a raíz del resultado, la prensa local escribió: «No comprendemos la actitud de estos señores. Precisamente es ahora cuando más se debe apoyar a la sociedad querida y ningún otro apoyo mejor que el de pagar puntualmente las cuotas». Y es que «el 'escopetazo' del domingo ha podido ser todo lo doloroso que se quiera, pero no de muerte». De hecho, el Deportivo Alavés resurgió de nuevo, tras pasar un duro bache a partir del descenso de 1933, aunque su vuelta a Primera División no llegó hasta 1954.
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