El árbitro periodista que dirigió el primer choque del Alavés en La Condomina
Dado que los antecedentes de los partidos jugados por el Deportivo Alavés en Cartagena, en el último tercio del siglo XX, no son demasiado alentadores, ... es buen momento para recordar la primera vez que compareció en la actual Región de Murcia. Fue en los cuartos de final de la Copa de 1927-28. El primer partido, disputado en La Condomina el 15 de abril de 1928, terminó con victoria albiazul por 1-2 y dio lugar a una intensa polémica. Contribuyó a ello el hecho de que el árbitro, el famoso Pedro Escartín, ejerciera a la vez de periodista.
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Durante el choque, el colegiado anuló un gol al Murcia por fuera de juego y tomó otras decisiones que hicieron pensar a los aficionados locales que les había «robado el partido». Escartín fue objeto de numerosos insultos y de varias pedradas, una de las cuales impactó en su cabeza, produciéndole una herida de poca importancia. Por el contrario, los babazorros opinaban que el trencilla había hecho un arbitraje magnífico. Además, estos reconocieron que el público les había tratado con corrección: «Nos aplaudieron en todo momento y solo hubo manifestaciones de desagrado en contra de Escartín». El único que pasó amal rato fue el delegado albiazul, Amadeo García de Salazar, situado en primera fila, pues se corrió el rumor de que él era «el millonario que sostiene el equipo y compra a los árbitros».
Lo que terminó de liar el asunto fue la crónica del encuentro que Escartín publicó en el diario madrileño 'El Imparcial'. En ella hablaba de un «ambiente de coacción», provocado por la «ignorante» afición local. En contra de lo afirmado por los jugadores alavesistas, aseguraba que también estos habían sido objeto de insultos y de «lluvias de piedras», algunas de las cuales habían impactado en ellos. Este artículo dio lugar a polémicas en la prensa y a una protesta del Murcia ante la federación, con la consiguiente respuesta del Alavés.
Como Escartín había incluido entre los agredidos a los futbolistas vitorianos, se temía que ello calentara el ambiente cara al partido de vuelta en Mendizorroza del 29 de abril. Ante esta circunstancia, el gobernador civil de Murcia se sintió obligado a escribir una carta a su homónimo de Álava, Ladislao Amézola, aclarando que «la actitud del público hacia los jugadores del equipo alavés fue correcta y se les aplaudió como merecen. El público, con quien se apasionó y censuró, silbándole constantemente, fue con el árbitro señor Escartín, por estimar que no obró en justicia al anular un gol hecho por el Real Murcia en el primer tiempo del partido, siendo exagerada la versión de que caía verdadera lluvia de piedras, que dieron al autor de la información y a los jugadores vascos».
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El gobernador aseguraba que había aclarado este extremo para evitar «que los habitantes de esa culta ciudad, creyendo revestidos de la mayor exactitud los hechos relatados por el señor Escartín en 'El Imparcial', puedan adoptar represalias injustificadas contra el equipo de Murcia, en su actuación en esa capital el 29 del corriente». Amézola transmitió este comunicado a los diarios locales y a la directiva del Alavés, aunque entendía que, «dada la proverbial cortesía del público vitoriano, no hay causa para temer que tome venganza en los jugadores del Real Murcia, que serán recibidos en Vitoria y en Mendizorroza con toda clase de atenciones».
De hecho, la prensa replicó que el gobernador de Murcia había actuado con «exceso de celo», pues el público alavés no tenía nada contra los jugadores pimentoneros. Y, en efecto, así fue, pues el Murcia fue recibido con aplausos. «El comportamiento de nuestro público habrá hecho comprender a los murcianos que intervinieron en la campaña contra Escartín lo innecesario de la misma. No vamos a poner al público de Vitoria como modelo, pero sí debemos catalogarlo entre los públicos cuya corrección con los forasteros es innata». Además, el Alavés venció por 3-1 y pasó a semifinales de la Copa.
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