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Cuando el Celta anunció en noviembre de 2022 la destitución del Chacho Coudet como entrenador, los medios vigueses pulsaron el botón de la opinión pública. «¿Acierta el Celta con la decisión?», preguntaron. El 63% del celtismo votó en contra. Y más de la mitad calificó como «notable o sobresaliente» su etapa al frente del banquillo gallego. Este amplio respaldo de la masa celeste choca con la frialdad de los números. La tercera campaña del argentino al mando del equipo arrancó torcida, con siete derrotas y dos empates en doce partidos. Pero cobra todo el sentido cuando uno repasa su trayectoria en Balaídos. «Estoy triste –por la decisión–. Creo que hemos estado a la altura. Hemos devuelto una filosofía al club», confesó Coudet en su despedida. Dos años después, el celtismo repite sus palabras. EL CORREO habla con varias peñas del Celta, quienes dedican encendidos elogios al capitán que tomó el timón de un barco que se hundía. Esta noche sus caminos vuelven a cruzarse.
Los 670 kilómetros que separan Vitoria de Vigo se concentran en el interior de Mendizorroza, la 'arena' de una feroz batalla futbolística pero un baúl cargado de recuerdos. «El Celta es un equipo al que quiero y me ha tratado de mil maravillas», afirmó ayer Coudet. «Ya cuando jugó aquí, a pesar de que fuesen pocos partidos (apenas 9 encuentros), demostró esa actitud luchadora que lleva en los genes. Y cuando llegó al banquillo imprimió al equipo ese coraje con el que conseguimos recuperar la identidad. Como decimos aquí: afouteza. Coudet desborda ese coraje», comenta Sebastián Villalba, de la peña Celtista Terraceleste, con más de 200 asociados.
Los hinchas repasan el capítulo más batallador del diccionario para describir al técnico argentino. «Revolucionó al equipo, sacó lo mejor de él», evoca Silvia Bermúdez, de Colectivo Nós. Y consiguió catapultar a un Celta estancado en los puestos de descenso hasta la octava plaza. Se quedó a cinco puntos de los puestos europeos en el primer año, y firmó una «tranquila» undécima plaza en su segunda temporada. «Estábamos desahuciados y nos recuperó», redunda Gabriel Vidal, de la peña Zeru-Urdin del Celta.
Unos 'vimbios', o mimbres, que trajo en su «valija» a Vitoria. Su etapa celtiña guarda ciertas similitudes con su actual aventura albiazul. Tras un vertiginoso arranque liguero, el Alavés pasó por dos baches que llevaron al equipo a mirar de reojo al descenso. Un escenario que empujó al club a relegar a Luis García y confiar en el entrenador argentino. «Quiero un equipo que sea dueño de los partidos», prometió en su presentación. Cincelar el vestuario a su gusto requería tiempo, algo que precisamente careció en sus primeros días: Copa y Liga en un lapso de cinco días. El taller albiazul luego trabajó a máximas revoluciones para mostrar una versión más reconocible, con la que se impuso la semana pasada al Betis, y en constante evolución.
Algo de lo que saben mucho en Vigo. «Su llegada fue un salvavidas. Se notó su mano de inmediato, el juego era como el día y la noche», recuerda Villalba. Y al igual que predica ahora en el club del Paseo de Cervantes, su estilo de juego pasaba por el protagonismo y la presión alta hasta asfixiar a su rival. «Empezamos a tener el dominio del balón, algo que llevábamos tiempo sin ver. Un juego más vistoso. Disfrutábamos». Coudet destapó su pizarra, esa en la que dibuja su Alavés y que guarda ciertas similitudes a la que empleaba en Balaídos. Tapia asumió el rol de pivote, al igual que ahora hace con Blanco. No obstante, deja abierta la puerta a adaptarse al escenario, a las características de su plantilla. Analiza la baraja y juega con las mejores cartas. «Se esfuerza por sacar lo mejor del equipo, manteniendo siempre la identidad. Sabe manejar muy bien las herramientas que tiene en sus manos. Es un mecánico brillante», añade Bermúdez.
«Es muy supersticioso»
Si en su caja de herramientas carece de algún instrumento, no se arruga para generar uno nuevo. «Sentó las bases de un Celta ilusionante. Y descubrió futbolistas como Hugo Álvarez, Gabri Veiga o Hugo Sotelo». Se adapta a los distintos escenarios y exprime sus recursos. El partido de hoy contra los vigueses es un claro ejemplo, después de la salida de Luka Romero, Abde y Stoichkov. «No coincido en que estemos cortos en los extremos. Hugo Novoa puede suplir a Vicente». Si llegan fichajes adaptará el equipo y si no, trabajará con las herramientas que dispone.
Siempre busca el calor de la afición para remar con más fuerza. «Desde el primer día se esforzó en crear esa comunión. Ese sentido de pertenencia», recuerdan desde Terraceleste. Unos latidos constantes que ha conseguido acelerar en Mendizorroza. «El ambiente aquí es buenísimo. La gente te lleva, te empuja… Queremos hacernos un equipo muy fuerte en casa y que la gente nos acompañe», comentó después de su primer partido en Mendizorroza.
Pero más allá de los aspectos deportivos, la afición del Celta destapa uno de los secretos mejor guardados de Coudet. «Era muy supersticioso. Un día de muchísimo calor salió con bufanda... y solo porque el partido anterior la llevó y se ganó», confiesa Bermúdez. Está por ver si esta noche repetirá vestuario.
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