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Jagoba Arrasate pide calma a sus jugadores durante el partido ante Las Palmas. Quique Curbelo

El maestro de la obra rojilla

Jagoba Arrasate compaginó la docencia con los banquillos hasta que Montanier le reclamó para el 'staff' de la Real. Hoy echa raíces en la historia de Osasuna

Domingo, 3 de marzo 2024, 00:58

Jagoba Arrasate (Berriatua, 1978) es un vizcaíno aficionado de la Real Sociedad que triunfa en Osasuna. Muy unido a su pueblo natal, al recuerdo del ... caserío familiar donde compartió infancia con ocho primos, a las partidas de cartas que aún echa en la sociedad, a los partidos de pala que le gusta jugar cuando, cada vez menos, las obligaciones profesionales le permiten rascar algo de tiempo. Pero guipuzcoano de formación y corazón futbolístico. Esas raíces se hunden en la arena de la playa de Deba. Allí empezó a darle patadas al balón que después le llevaría a la cantera del Mutriku, en el pueblo de su padre.

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A él, a su aita, marinero adolescente que trabajaba en una fábrica de Deba, le debe su pasión txuri-urdin. Menudo berrinche se llevó cuando, con nueve años, su madre, peluquera, no le dio permiso para ir a ver a Zaragoza la final de Copa que la Real ganó al Atlético en 1987. Con quince se hizo abonado del club donostiarra. Y poco después, en edad juvenil, ingresó en Zubieta (coincidió con Aranburu y Barkero), para emoción inmensa de su progenitor, aunque nunca llegara a alcanzar el primer equipo. Lo de aquel delantero menudo fue el fútbol de barro: máximo artillero de la Regional Preferente con el Eibar B (27 goles), tres dianas en Segunda B con el filial armero y el Portugalete...

Lo suyo eran las pizarras. Primero, las de la escuela, donde ejerció como profesor hasta que el fútbol profesional le reclamó para sus banquillos. Su madre, la que no le dejó subirse a aquel autobús copero rumbo a Zaragoza, todavía le pedía que regresara a las aulas cuando ya estaba en Primera División. «Siempre me dice 'de profesor vives bien, puedes estar con la familia, tienes menos responsabilidades'. Que a ver cuándo me retiro de esto que ella sufre. No le gusta que esté en el foco. Una madre lo que quiere es tranquilidad para su hijo», explicaba en una entrevista en EL CORREO cuando cogió las riendas de Osasuna, donde ya es el segundo entrenador con más partidos en la historia del club navarro (244) tras el mítico Pedro Mari Zabalza (340).

Se desinstaló 'Mediacoach'

Hasta que pidió una excedencia cuando dio el salto al 'staff' técnico de Montanier en la Real (2012), compaginaba la docencia, que le llevó desde Donostia a Vitoria pasando por Rioja Alavesa, con las categorías inferiores. Tras estrenarse como técnico en el equipo de su pueblo, el Berriatuko, llevó al Elgoibar a la fase de ascenso a Segunda B y Bittor Alkiza, responsable de la cantera de Zubieta, le reclutó para relevar a Meho Kodro al frente del primer juvenil realista.

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Era el año 2010. Tres más tarde era el entrenador del primer equipo. «Una decisión valiente», recordaba en aquella entrevista. El club le dio las llaves de un plantel de Champions a un míster sin experiencia en la elite. Como conducir un coche de carreras con la 'L' en la luna. El resto es historia: un meritorio séptimo puesto en su primera temporada, la destitución en la segunda, tres buenas campañas en un Numancia al que metió en el play off de Segunda, el ascenso con Osasuna, la clasificación para Europa, los 'bertsos' botados desde el balcón del Ayuntamiento de Pamplona.

La consolidación de un apasionado del fútbol que «era entrenador antes que jugador», como le decía 'Manix' Mandiola, su mentor, cuando le dirigía en el filial del Eibar. Un preparador metódico que se tuvo que desinstalar del móvil 'Mediacoach' (herramienta de análisis que contiene informes y datos de todos los partidos y equipos) porque su obsesión por este deporte le llevaba a trastear con ella hasta bien entrada la madrugada. Pero que no pierde la sencillez de aquel caserío de Berriatua. «Prefiero que digan de mí que soy buen tío a que soy buen entrenador», zanja.

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El entrenador osasunista tiene tomada la medida al Alavés y a Luis García

Jagoba Arrasate se enfrenta a dos de sus víctimas favoritas. Colectiva e individualmente. El entrenador de Osasuna tiene tomada la medida tanto al Deportivo Alavés como a su técnico, Luis García Plaza, que nunca le ha ganado. Tampoco lo ha hecho el equipo albiazul desde que aterrizó en el banquillo de El Sadar. La historia y la estadística juegan de su parte.

El de Berriatua se ha enfrentado diez veces al conjunto vitoriano y le ha superado en seis. Solo ha ganado más partidos al Cádiz y Almería (9), contra los que ha disputado más duelos. Y su particular historia con los babazorros tiene un punto de inflexión claro, su fichaje por el conjunto navarro.

Hasta entonces había salido derrotado las tres veces que se cruzaron, dos en Segunda y una en Copa, todas con el Numancia. Desde que viste de rojillo no ha perdido ninguna de sus siete contiendas, disputadas todas en Primera División. Seis victorias, las últimas cuatro seguidas, y un empate, el último día de 2020 en El Sadar (1-1).

Un empate en cuatro partidos

Una racha similar a la que protagoniza contra Luis García. El vizcaíno y el madrileño se han enfrentado en cuatro ocasiones y en tres ha salido victorioso el primero: con la Real Sociedad ante el Getafe, con Osasuna ante el Mallorca y con el propio equipo rojillo ante el Alavés en la primera vuelta del presente campeonato liguero (0-2), cuando los goles de Arnaiz y Budimir castigaron a un cuadro albiazul condicionado por la dudosa expulsión de Antonio Blanco.

El único empate que fue capaz de rascar ante Arrasate el actual entrenador alavesista fue cuando ocupaba el banquillo del Getafe, ante la Real Sociedad (2-2), hace una década, en enero de 2014. En su palmarés, el técnico rojillo suma 226 en Primera División, por los 202 de su homólogo albiazul.

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