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Las emociones se apoderaron de Ander Guevara nada más lograr la permanencia en Valladolid. «Ha sido un año difícil, con muchos momentos duros. Conseguir esto ... es lo máximo. El grupo lo merece, el club también y la afición, qué decir. Es un momento que nos sentimos muy orgullosos y afortunados de ser del Deportivo Alavés», resumió el capitán vitoriano, poniendo voz al sentir de un equipo que llegó a la línea de meta en el José Zorrilla tras meses llenos de turbulencias.
Guevara cogió las riendas del medio campo en las últimas jornadas en la que los vitorianos amarraron la salvación. Y también el volante del autobús, ejerciendo de improvisado chófer de vuelta a Vitoria tras un día festivo y cargado de tensión en Valladolid que terminó en júbilo alavesista. Después de esta decisiva victoria (0-1), Pucela se une a Vigo, Jaén y otras tantas ciudades en las que el Alavés logró sobrevivir sobre el alambre, con su afición peregrinando en masa y haciendo de red para no caer al abismo.
Después de dar colorido a la previa y de realizar una multitudinaria kalejira desde Parquesol, los más de mil aficionados vitorianos vibraron primero y sufrieron después en la grada. Un sofoco que el Chacho esquivó con su chaqueta y su bufanda al cuello a pesar de los 25 grados que hacían en la ciudad castellano-leonesa. Cuestión de supersticiones que funcionaron, como el desterrar una funda de móvil amarilla para ganar al Valencia o repetir el polo de la previa frente a los ché antes de viajar a Valladolid.
«Tenía la tranquilidad de que lo íbamos a sacar adelante. La gente siempre ha acompañado. Que lo disfruten», detalló Coudet, que se desgañitó en la banda y luego pasó a un segundo plano cuando terminó el partido y llegó el éxtasis. Con el pitio final, Kike García corrió a la esquina donde estaba el grueso de la afición. Y sin pensarlo saltó y se abrazó a ellos, siendo engullido por los hinchas. Carlos Vicente siguió después el mismo camino. Garcés, ondeando el banderín de córner primero y como fotógrafo con un 'palo-selfie' después, hizo que la celebración subiera de decibelios. Los cánticos atronaron con Kike García como protagonista. «Va por ellos, se lo merecen», dijo un '17' entregado a la fiesta albiazul. La afición le pidió que siguiera mientras el goleador disfrutaba junto a ellos.
Esto es tremendo. Tremendo.
— Deportivo Alavés (@Alaves) May 18, 2025
#GloriosoDePrimera#AquíNadieSeRinde#RealValladolidAlavés#GoazenGlorioso ⚪🔵 pic.twitter.com/bodMofNJSy
Un festejo en el que todo el equipo se fundió con la afición. Los sudamericanos (Mouriño, Garcés, Benavídez, Conechny y Tenaglia) se entregaron como hacen por cada milímetro de césped. También un Owono con la camiseta del '10' argentino puesta en el verde y unas gafas de sol en el vestuario. Puro 'flow'. Las lágrimas de Aleñá o la alegría de Jordán fueron también el reflejo de las apreturas sufridas durante meses bordeando el drama. Ambos descargaron toda la tensión tras cumplir con el objetivo.
🎶 “La 𝑷𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓𝒂 𝑫𝒊𝒗𝒊𝒔𝒊𝒐́𝒏 es mi obsesión” 🎶
— Deportivo Alavés (@Alaves) May 19, 2025
🤯 ¿Esto qué fue? 🤯 pic.twitter.com/uOJutzDzNd
«El Alavés me está quitando años de vida», bromeó Tenaglia, que avisó de lo que se venía: «Estábamos hablado los chicos a ver qué hacíamos. Lo iremos festejando en el autobús. Hay que distender un poco la cabeza con los amigos y la familia. Llegaré a casa y abrazaré a mi mujer y a mi hija, que me están esperando». Pero antes de completar las casi tres horas entre Valladolid y Vitoria, con Benavídez y Tenaglia poniendo la banda sonora de la fiesta babazorra, el vestuario fue el epicéntro de las celebraciones por la permanencia.
🤯 Tenemos un #InsideDA de locos, albiazules.
— Deportivo Alavés (@Alaves) May 19, 2025
Os dejamos un aperitivo…#GloriosoDePrimera #AquíNadieSeRinde#GoazenGlorioso ⚪️🔵 pic.twitter.com/dFH8d4VzLj
«Es de Primera, Glorioso es de Primera», fue el cántico que retumbó en las entrañas del José Zorrilla. Kike García ejerció de protagonista en una noche en la que se terminaron todos los agobios futbolísticos. Las caras de felicidad y liberación se multiplicaron en la caseta. «No estaba muerto, estaba de parranda», cantaron a coro aficionados y futbolistas. El Alavés se subió al tren de la salvación en la penúltima parada y no se bajó hasta llegar a la estación de Primera.
Su «paso adelante», sobre todo en defensa, les permitió depender de ellos mismos en el epílogo. Y no fallaron a pesar de ponerle todo el suspense posible en Valladolid. «Cuando ha terminado el partido nos hemos mirado entre unos cuantos y hemos dicho que era para matarnos», reconoció Guevara. El sufrimiento va de serie en el alavesismo. No puede ser de otra manera.
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