Un lío de aúpa
La semana pasada contaba en esta sección el emocionante final de la Liga 1931-32, cuando el Alavés logró in extremis la permanencia en Primera ... División al derrotar en Mendizorroza al Unión de Irún, que bajó a Segunda. El choque vino precedido de una polémica que afectó a uno de los mejores jugadores visitantes, el internacional Patxi Gamborena.
Todo empezó en el partido disputado en Irún el 20 de marzo de 1932 entre el Unión y el Madrid (ambos habían tenido que renunciar a su calificativo de 'Real' por orden del Gobierno republicano). Quedaban solo tres jornadas, por lo que para el Unión era fundamental ganar y alejar al Alavés, que ocupaba el farolillo rojo. En la segunda parte, Azcona marcó un gol que podía ser decisivo para los locales, pero el árbitro lo anuló, alegando una falta previa. Los jugadores fronterizos cercaron al colegiado y parte del público saltó al terreno de juego. Gamborena se dirigió al delegado de la Federación Española acusándolo de favorecer a los madridistas. Al final, el juego se reanudó y terminó con 1-1.
La federación tomó drásticas medidas contra el Unión. Entre otras, sancionó a Gamborena con seis meses de suspensión por insultar al delegado federativo. El Unión trató de que se revocara el castigo presentando como prueba un informe del gobernador civil de Guipúzcoa, que había sancionado a varios implicados en la trifulca, pero que, «si no impuso multa alguna al jugador Gamborena, fue porque su actitud fue correcta».
Con el descenso en juego, el Alavés-Unión cerró la Liga de Primera en 1931-32 entre especiales medidas de seguridad
La prensa se enzarzó en una polémica tan intensa que algunos afirmaron que «Gamborena está consiguiendo más popularidad que Azaña», el presidente del gobierno. A la espera de la decisión final federativa, el Unión no alineó al jugador en su partido contra el Español, en el que cayó derrotado por 3-1. Quedaba solo el choque contra el Alavés y los irundarras, al verse con el agua al cuello, amenazaron con retirarse de la Liga si no dejaban jugar a su estrella.
La directiva albiazul reaccionó anunciando que, si jugaba Gamborena, sería el Alavés quien se retiraría. El club no tenía nada contra los irundarras, pero alegaba que estos tenían que haber tomado esa decisión antes del partido contra el Español, que no se jugaba nada, pues solo se habían plantado al verse apurados en la última jornada: «Al Irún puede que no le falte la razón. Pero eso debió de haberlo pensado antes. Antes de haber jugado en Barcelona». El modesto Unión se sentía perjudicado por una federación que apoyaba a los grandes, pero «el Alavés es otro club tan desventurado como el que ellos representan».
Finalmente, la federación decidió mantener el castigo y el Unión aceptó disputar el duelo en Vitoria. El ambiente de tensión hizo que el gobernador civil de Álava, el republicano de izquierdas José María Amilibia, anunciara que adoptaría «las medidas precisas para evitar cualquier contratiempo». El hecho de que Amilibia fuera originario de Guipúzcoa dio lugar a suspicacias, pues algunos pensaban que apoyaría a sus paisanos. Por eso declaró: «Mi doble cualidad de guipuzcoano y gobernador de esta provincia me incita con el mayor afecto para unos y otros a rogarles que, dentro de la lógica rivalidad deportiva, se produzcan como hermanos de raza, sin otro apasionamiento que el natural en este deporte viril en la lucha del domingo; se dispute el triunfo con nobleza y que vencidos o vencedores, no estropeemos el limpio historial de Irún y Vitoria con actos reprobables y alteraciones de orden».
En efecto, en Mendizorroza hubo «en las esquinas del campo guardias de a caballo; entre el público, fuerzas de seguridad, miñones y civiles». Sin embargo, el aficionado de Vitoria se comportó con la «máxima corrección» y, en un «partido en el que se jugaba el Deportivo su vida, no hubo la menor incidencia». La policía solo tuvo que intervenir al final, cuando un jugador irunés trató de agredir al árbitro, mientras la hinchada local celebraba la salvación.
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