Fatal concentración de errores

La noche resultó desde el inicio plena de acciones determinantes. Casi todas en detrimento de los intereses de un Alavés que, sin embargo, había marcado en su primer acercamiento. Frente a un Granada que solo había encajado un tanto en su estadio, el cuadro vitoriano anotó por medio de Alkain en apenas doce minutos. En el principio y a mitad del choque asomó el guipuzcoano, que después de que el rival hubiera ya dado vuelta al marcador y aún antes del descanso, vio la roja en una ingenuidad. Similar a la que ya protagonizó en Santander. Esta vez, con una hora por delante para dejar a su equipo en inferioridad. Decía Luis García que era un partido para que emergieran jugadores importantes «para lo bueno y lo malo» y el extremo se lo tomó al pie de la letra. Un magnífico disparo de exterior para marcar y una tontería, en plena guerra de nervios, para dejar el encuentro en un escenario prácticamente imposible para la escuadra vitoriana.

Después de unos minutos anteriores donde el Alavés se vio en la centrifugadora de emociones, la mayor parte de ellas negativas. Sin un atisbo de serenidad. Cuando el 0-1 demandaba cierta calma aparecieron todo tipo de circunstancias negativas. También la polémica. El cántabro López Toca ya se inventó un penalti en un balón que tocó en la cara de Maras y, con acierto, el VAR eliminó después. Más adelante señaló otro de Guridi por una mano que ni las imágenes aclararon. La pena máxima la detuvo Sivera pero la defensa permitió un segundo remate. Antes, la muralla albiazul se había resquebrajado también con facilidad. Un balón recuperado por Rubio de cabeza que atravesó todo el esqueleto defensivo del equipo para el 1-1 de Uzuni.

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No era el partido del Alavés, que además de todos los problemas que acumuló en poco tiempo, también vio cómo Miguel caía lesionado antes del final de la primera mitad. Nada salió como se esperaba. Tampoco en el juego, donde un Granada por momentos desatado ante las concesiones rompió a los albiazules a campo abierto. Con salidas rápidas y precisas al contragolpe, como ese 3-1 donde Molina sentenció un partido al que le sobraron 40 minutos. Luis García había tratado de evitar más daños con las sustituciones de Salva Sevilla y Abqar primero y la posterior de Guridi. Antes del descanso, Miguel había dejado su lugar a Jason. No había nada que rascar.

Así que el Alavés dejó atrás esa serie de ocho duelos consecutivos sin perder. De nuevo, como al principio de la campaña, cayó a la novena. No es, ni mucho menos, una mala secuencia. De hecho, se antoja poco menos que utópico mantenerla. Ayer, un simple borrón en una temporada de bonita caligrafía. También la consecuencia lógica de un equipo que últimamente parecía moverse en cuanto a puntuación por encima de lo que ofrecía su juego.