La exigencia de siempre
Josean Querejeta deja claro que el mensaje no varía y que, al margen del discutible potencial del Alavés en el intento de ascender, demanda competitividad extrema
El gestor principal del Grupo Baskonia-Alavés, Josean Querejeta, solo ha mostrado cierta debilidad en las últimas décadas por un entrenador: Dusko Ivanovic. El técnico ... montenegrino que entre partido y partido aseguraba que el «cansancio no existe». Tal vez aquella frase resume a la perfección la exigencia perpetua que la entidad demanda a sus representantes deportivos. Sea o no consecuencia directa del potencial de los equipos construidos cada temporada, a nadie se le ocurre dentro de la casa alavesista o baskonista rebajar las pretensiones o aceptar alguna excusa. Al menos, de forma pública.
«Creo que nuestra plantilla no es corta. A partir de ahí, hay que hacer lo posible para que estos jugadores funcionen mejor», apuntaba Josean Querejeta en la entrevista publicada en Nochebuena por EL CORREO. Una idea después matizada con guiños al entrenador del Alavés Luis García Plaza, «uno de los mejores que hemos tenido», pero también la constatación de un mensaje inflexible. El que ni ha variado a lo largo de los años ni se antoja probable que lo haga en el futuro. De hecho, a uno siempre le ha parecido que la única ropa deportiva que cuadra con la filosofía del club es esa que anuncia que 'nada es imposible'. La traducción aproximada del 'hacer más con menos', que es otro de los pilares verbales sobre los que se ha edificado el sólido grupo vitoriano.
A partir de ahí, llegó el anuncio de que las posibilidades de que el Alavés se refuerce en el mercado de invierno pasan por salidas que aligeren el límite salarial o por un traspaso. En este último caso, todo apuntaría a Luis Rioja. Ahora mismo y pese a su sempiterna irregularidad, prácticamente el único activo importante si se trata de realizar una operación económica de calado. También, claro, una pieza casi insustituible si se pretende que el equipo siga hasta el mes de mayo en la pelea por el ascenso a Primera.
Es política del club plantear primero los impedimentos para fichar y superarlos en última instancia
Es evidente que la vista del club debe mantenerse en el horizonte, con esa intención de conseguir más recursos para consolidar al equipo en la élite, pero sin olvidar cuál es la realidad albiazul: la Segunda División. La última vez hubo que esperar una década para conseguir el retorno. Y si no hay rebote hacia Primera dentro de unos meses, desaparecerán parte de las ventajas económicas que ofrece ser un recién descendido y aumentarán las dificultades para pelear con los mejores. Cuestiones, todas ellas, perfectamente conocidas y calibradas desde Mendizorroza.
Así que no parece descabellado que el Alavés realice al menos alguna incorporación importante durante las próximas semanas. Es obvio que se puede competir por una de las seis primeras plazas con lo que se tiene, pero también que existen varias plantillas con más recursos de todo tipo y que la de Luis García demanda, cuando menos, algún futbolista con filo ofensivo. Cuatro derrotas consecutivas antes del pequeño alivio copero en Mérida representan a estas alturas la realidad de un plantel que necesita concentración y acierto máximo para rendir a la altura de los mejores. No es superior a casi nadie.
Esa escuadra vitoriana que ha resultado incapaz de imponerse a alguno de los siete rivales con los que pelea por las plazas de ascenso directo y play off. Como es también política de la entidad plantear primero los impedimentos para conseguir refuerzos y superarlos en última instancia para conceder al entrenador alguna de sus peticiones, esperemos que durante enero llegue en forma de jugador determinante. Ese que ayude a que los focos se enciendan cerca del área rival, allí donde durante la mayor parte del campeonato el Alavés ha vivido en penumbra.
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