La Copa rebobina al fútbol de toda la vida
Gobela permite vivir el partido en primera persona y escuchar el diálogo entre jugadores. «Mira a Carlos, dale vuelta al juego»
La Copa sirve el trago más dulce del fútbol. Un cóctel de emociones e historias como la de la familia de Carlos Ballestero. El futbolista ... del filial albiazul debutó este jueves con el primer equipo. Un momento «único» que en su casa nadie se quiso perder. Después de comer cogieron el coche y devoraron los 290 kilómetros de carretera que separan Oviedo de Getxo. «Estamos ilusionadísimos. ¡Que va a jugar!», celebraron sus padres, Manuel y Emma. Su hermano, móvil en mano, capturó cada segundo para el recuerdo, incluida la asistencia del 0-1. «Mira, mañana –por hoy– tengo examen a las 9.00 horas y me da igual ir con sueño, esto no me lo quería perder, confesó, luciendo la camiseta del '30'.
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Es la esencia de una competición que te permite sobre todo resincronizar la emoción del fútbol de toda la vida. En el que se vibra con cualquier mínima acción. En esta ocasión no había barro, pero sí ese aroma de los partidos de hace décadas. Esos tiempos en los que la distancia entre la línea de banda y la grada era tan estrecha que no sólo se sentía el sudor de los jugadores, también se escuchaban las conversaciones que introducen a uno en el juego. «Mira a Carlos, mira. Dale vuelta, dale vuelta», indicaba Eduardo Coudet. Daba igual que el público estuviese a 65 metros del banquillo, su enfado por una clara ocasión del Getxo a la media hora de juego hizo vibrar los asientos. Demandaba intensidad.
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Porque aquí no hace falta parabólicas para amplificar el sonido. La entrada de Markel Pradera sobre Parada se escuchó tanto que dolió. Ese grito sonó aún más fuerte en la segunda parte con una entrada sobre Egoitz que hizo que Benavídez saliese en defensa del canterano. «¡Eh! ¿Qué haces? Eso no. Relájate», recriminó. Más tenso fue el encontronazo entre Pradera y Abde. El jugador del Getxo se encaró al extremo por un agarrón junto a la grada. «No te paso ni una», le advirtió, con un empujón. Una tangana que encendió a las gradas. Son sonidos que se enmudecen e el fútbol de élite. Y que quedaron en el campo en un partido sobre todo festivo. Al final, ambos equipos se hicieron una foto de familia para el recuerdo.
Hace falta bajar varios escalones para conocer el ADN del fútbol amateur. Ese en el que los futbolistas locales llegaron a pie y con un potente altavoz. Un partido histórico para los vizcaínos que quisieron compartirlo con Juan Sertutxa 'Sertu', un miembro del club al que saludaron uno a uno a su llegada. Poco después aparcó junto a la puerta del estadio el autobús del Alavés. De él bajó la tropa de Coudet al ritmo de canciones como 'Eye of the tiger' reconvertida a tecno. Un eléctrico Rocky Balboa que tardó siete minutos en asestar el primer golpe al Getxo. Quizá tuvo algo que ver que junto a los vestuarios estuviese el gimnasio del polideportivo de Gobela. O que para salir al campo tuviesen que subir varias escaleras, como en la escena frente al Museo de Arte de Filadelfia.
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«Leyenda del fútbol. Qué percha, estás para ser modelo», le comentan dos jugadores del Getxo a Víctor Laguardia
En este primer peldaño copero tampoco faltó la marea albiazul. El David contra Goliat futbolístico cambió las tornas en la grada. Alrededor de 150 babazorros –frente a los 1.100 gualdinegros– arroparon a los vitorianos desde las gradas. Pero se hicieron sentir casi como en Mendizorroza. «Cuando salgan los jugadores sacamos las banderas y las agitamos», indicaron. Dicho y hecho. El «ale, Glorioso, ale» retumbó con fuerza en un campo conocido como 'el enjaulado' por las tres paredes que le rodean y que actuaron de altavoz.
Y que esconde su mejor secreto en el subsuelo. La zona de vestuarios fue un improvisado photocall. «Leyenda del fútbol. Qué percha, estás para ser modelo», comentaron Ander Pradera y Julen Ibarra, mientras se sacaban una foto con Víctor Laguardia. De fondo, la cumbia con la que celebraron los albiazules el triunfo. Ahora a por la siguiente ronda.
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