Atlético 2-1 Alavés
El Alavés cae bajo el contundente peso de la lógicaLa calidad del Atlético sepulta a un equipo incómodo durante todo el duelo y que no encontró el premio en el juego directo ni en su cambio de sistema tras el descanso
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Un partido de intenso sufrimiento ante el #mejor rival hasta ahora de la temporada
El partido contra el Atlético de Madrid era, según Luis García, «un escalón un poquito más alto» que hasta ahora. Y el Alavés estuvo muy lejos de poder ascenderlo. Ya desde el arranque, el partido sugirió un escenario de dominio incansable colchonero. El Atlético fue el que estableció las condiciones y al equipo vitoriano le tocó intentar sobrevivir con ellas: un partido de ritmo asfixiante, rapidísima circulación de balón y múltiples herramientas ofensivas. Así, aunque quiso, el bloque albiazul no logró sostener la presión en campo rival más de un par de minutos. Le tocaba defender como en ningún otro partido, encerrado en su campo y con contadas opciones de cruzar la divisoria.
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Un escenario incómodo para un Alavés que se siente más cómodo cuando puede apretar arriba. Lo intentó a ratos, pero fue imposible. Y las veces que el bloque ganaba metros, las ágiles combinaciones colchoneras lograban rápido batir líneas y verse en una situación prometedora. El equipo vitoriano no logró descodificar el sistema rojiblanco, con tres centrales que, junto al trivote, planteaban una superioridad aprovechada por los carrileros. Desde las bandas llegaron muchas ocasiones. También el gol que abrió el marcador.
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Samu, exponente de un juego ofensivo que apenas generó ocasiones de gol
Luis García asumió desde su planteamiento que el equipo iba a tener pocas presencia en el área rival. Un factor que explicó la presencia de Samu Omorodion en el once titular. El delantero, que había marcado en los dos anteriores duelos en los que salió de inicio, fue la apuesta clara por castigar al espacio. Con la intención de robar y jugar rápido hacia la extraordinaria potencia del delantero melillense. Ya contra un sistema similar, los tres centrales del Villarreal, había logrado hacer daño. Pero el Alavés apenas logró conectar con Samu. En general, sus acercamientos prometedores fueron contados. Solo a través de centros al área logró generar cierta inquietud en un Atlético rocoso.
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Defensa de tres centrales tras el descanso para insuflar esperanzas
El 1-0 al filo del descanso se antojaba un mal menor visto el desarrollo del encuentro. Pero el tanto de Morata en el descuento hundió las pocas esperanzas que le restaban al Alavés. La suma de ingredientes, con un equipo muy dominado en defensa y maniatado en ataque, sin apenas opciones de generar peligro parecía dejar claro el signo del encuentro. Para intentar renovar las ideas del equipo, Luis García optó por realizar un cambio de sistema en el descanso. Prescindió de Sola y dio entrada a Javi López. Un movimiento algo críptico que se aclaró nada más arrancar la segunda parte. El técnico optó por clonar el dibujo colchonero. Una suerte de 5-3-2 con el canario y Gorosabel como carrileros, Duarte de central, tres jugadores en el medio para equilibrar la sala de máquinas y Rioja como acompañante de Samu. La apuesta mejoró algo al equipo, pero no lo suficiente.
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El codazo de Llorente a Duarte en una jugada rara enciende los ánimos
El Atlético pudo sentenciar en el 70. Llorente puso un centro a Griezmann que el delantero remató en el segundo palo. Pero el árbitro no dio validez al gol porque el exalbiazul había golpeado con el codo a Duarte poco antes mientras el lateral intentaba frenarlo con un agarrón. Una jugada extraña, saldada también con una decisión particular. Porque el colegiado dio en un primer lugar ley de la ventaja a favor del Atlético por la falta del albiazul, pero al poco, mientras el Atlético culminaba la jugada, frenaba el juego por un codazo que los albiazules consideraron susceptible de posible expulsión. Sin embargo, el árbitro dio el balón al equipo colchonero como epílogo de una suma de decisiones incomprendida por todos. Esa acción inflamó los ánimos de ambos y dio paso a una fase de mayor descontrol en la que el Alavés tampoco logró cambiar el escenario, si bien el gol de Guevara en el descuento le dio algo de esperanza.
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