El césped de Mendizorroza, el mejor de la Liga

El césped de Mendizorroza es el mejor de la Liga. Así lo ha reconocido la Asociación Española de Greenkeepers, que ha galardonado con el Premio Groundsman 2019 al responsable del tapete del estadio alavesista, el escocés John Stewart, que lleva mimándolo desde mayo de 2016 junto a su ayudante, el camerunés Gregory. El propio 'grounsdman' albiazul –no les gusta el término 'jardinero'– recogió el premio en el 41 Congreso Anual que se celebró la semana pasada en el Palacio de Exposiciones y Congresos Cabo de Gata de Almería.

Stewart, un escocés de medio siglo nacido en Falkirk, aprendió el oficio en Carolina del Norte. Su pasión por la gaita y por el golf le llevó en 1999 al Pinehurst Resort, donde fue contratado como gaitero para el Abierto de los Estados Unidos. Allí conoció a uno de los encargados de cuidar el césped y emprendió un viaje de 20 años dedicado a tal menester por Escocia, Dinamarca o los campos de golf de Pedreña, en Cantabria, donde conoció a Seve Ballesteros, en cuyo funeral ejerció también de gaitero.

También trabajó en Urturi y Lagrán y se enroló en la empresa que mantenía el césped de Anoeta antes de fichar por el Alavés. Primero Ibaia, de 2013 a 2016. Desde entonces, el galardonado Mendizorroza, donde utiliza la semilla 'ryegrass', «que aguanta mucho mejor las temperaturas bajas», explicaba en un vídeo publicado por la Liga, que obliga a los estadios de Primera a cumplir unas normas muy concretas referentes al césped, en cuanto a condiciones y longitud. «En los campos del norte lo mantenemos entre los 18 y 26 milímetros, mientras que en el sur, como es otro tipo de hierba, la altura es un poco más baja».

En Vitoria «el mayor problema es la sombra». No es una opinión, está todo calculado. «En pleno invierno me come 4.000 metros cuadrados de campo. A partir del 21 o 22 de diciembre, el día más corto del año, el campo recupera 300 milímetros de sol al día. Lo tenemos medido», asegura. Las mayores dificultades llegan cuando aparecen el hielo o la nieve. «Si pisan la hierba cuando está un poco congelada se rompe y no se recupera casi hasta la primavera», afirma. La solución, «cinco mantas de 22 por 76 metros con las que cubrimos el campo entero en invierno y que suben la temperatura del césped 4, 5 o 6 grados, esto ayuda mucho, sobre todo los días de partido».

No es la única distinción que se llevó el territorio alavés en el Congreso Anual de la Asociación Española de Greenkeepers, ya que la mención en el sector del golf, el Premio Greenkeeper, recayó en Gregorio Jiménez Reina, del Zuia Club. La adversa climatología en la provincia no es obstáculo para los responsables de que el césped esté en perfectas condiciones para la práctica deportiva.

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