Vocación de superviviente
El Alavés araña un punto y sigue invicto tras un duelo de sacrificio defensivo y pegada en una acción aislada ante un notable rival
Había defendido el Alavés con un notable alto las acciones a balón parado del peligroso Cartagena y ya rebasado el descuento, en el minuto 96, Kiko Olivas rozó el 2-1 en un cabezazo tras un córner. Así se las gasta el fútbol, donde la orquesta puede desafinar estrepitosamente en un instante aislado y arruinar un esforzado trabajo coral. Cerca estuvo de sucederle a la escuadra albiazul, que no obstante reivindicó su vocación de superviviente en este inicio de temporada donde se mantiene invicto después de siete jornadas. Hasta en tres ocasiones se ha colocado por debajo en el marcador a domicilio (Ibiza, Lugo y ayer) y de todas las situaciones ha extraído petróleo. Con brillantez en Galicia y sacrificio defensivo, pegada y cierta fortuna en los otros dos duelos.
El viento sigue soplando en las velas albiazules. Porque su trabajo mete aire en la dirección correcta y también, posiblemente, debido a que cuando han aparecido momentos delicados ha llegado una respuesta inmediata sin demasiada relación con lo que sucedía sobre el césped. Luis Rioja igualó en Ibiza con un Alavés desorientado y ayer Miguel lo hizo tras el descanso cuando la primera mitad había sido de control, oportunidades y gol a cargo del anfitrión.
El enigma de la alineación se resolvió con la entrada de Maras por el tocado Abqar, que curiosamente debió comparecer antes del descanso debido a la lesión de Sedlar. Jugador por jugador en el centro de la defensa de inicio para mantener una estructura que había llevado a las dos últimas victorias. Mientras, el Cartagena continuaba también con la defensa de tres centrales que le había llevado la semana anterior a imponerse en el campo del Levante, otro de los favoritos. El Alavés salió el césped con intensidad y orden, pero poco a poco, después de un primer cuarto de hora equilibrado, la escuadra murciana dejó claro que imponía su ritmo. A través de un juego combinativo notable y, también, gracias a su capacidad para asfixiar al adversario. Sin salida a este dañino contexto de partido, el cuadro vitoriano añadía problemas a través de las pérdidas de balón, sobre todo de un ayer desconocido Abde, tocado y sustituido por Róber en el descanso.
Tan cierto es que el Alavés encontró el castigo del 1-0 en una acción extraña -el 'penaltito' de Maras por su brazo extendido en un momento donde Sedlar ya estaba lesionado- como que el Cartagena mereció su ventaja al descanso. Por insistencia, derroche físico y apariciones constantes por el área de Sivera. Antes pudo llegar el desesquilibrio en una pelota que Sedlar salvó bajo palos o en un remate claro de Jairo. El carrillero zurdo, junto al diesto Iván Calero, provocaron graves problemas mientras les duró el oxígeno.
Pero parece que el Alavés de Luis García Plaza siempre vuelve. Entre otras cuestiones, debido a que firma siete partidos consecutivos con goles en la meta contraria. Siempre al acecho y con filo para dañar al oponente. Tampoco faltó a su cita en Cartagonova, cuando Róber asistió a Miguel en un error del rival al tirar la línea del fuera de juego. El golpe llegó a los riñones del adversario, que se quedó sin aire por algunos momentos. Solo eso, ya que la escuadra que dirige Luis Carrión resulta casi siempre equilibrada y con recursos. Ya rozó el 'play off' el pasado ejercicio y camina este curso por la misma senda.
La iguala albaizul supuso, en cualquier caso, un cambio de tendencia en el encuentro. El Cartagena volvería a reaccionar para intimidar, aunque ya en un duelo de ida y vuelta donde ninguno de los dos equipos, por momentos, renunciaba a llevarse los tres puntos. Con apariciones de Alkain y Guridi para asustar al rival y la omnipresencia de un Benavídez potentísimo, aunque también riesgo en unos repliegues defensivos comprometidos en ocasiones por la ambición que alimentaba al cuadro vitoriano. Ya con la entrada de Moya y Taichi para refrescar el equipo y frenar a un adversario también fatigado, pero siempre punzante, como en la banda diestra con Calero.
A todo ello logró sobreponerse el Alavés, que vivió uno de esos descuentos extraños que pueden acaban con cualquiera y desquician al equipo más firme. Cinco minutos donde apenas sucedió nada, todo ello gracias a un control alavesista de unos instantes delicados, y un balón final que pudo decidirlo todo. Se impuso Kiko Olivas a todos en el centro del área y un cabezazo cruzado salió junto al palo. Resoplidos albiazules y a mirar hacia el fin de semana. Que nadie se desconcentre.
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