Una impotencia preocupante
Lejos de protagonizar un asedio en el tramo final, el Alavés su mostró su cara más amarga en un final desesperante
Quinta derrota consecutiva del Alavés en una racha tan negativa como su imagen ayer en Vallecas, pese a jugar más de una hora con superioridad ... numérica. Porque los primeros veinte minutos mostraron un Alavés desordenado y sufridor ante un Rayo Vallecano que disfrutaba con el balón, aunque sin fortuna en el remate. Tampoco acertaron los albiazules cara a puerta en sus únicos y mejores minutos sobre la hora de juego. Porque la expulsión local tan temprana fue clave para que el Alavés tuviera opciones de puntuar fuera, pero también dice mucho que aún así sólo creara peligro al contragolpe. Parece mentira no haber conseguido ni un solo punto y que encima se acabara el partido más en nuestro campo y con más opciones de que nos llegara la puntilla que la igualada.
Es verdad que el albiazul Carlos Vicente tuvo el gol de la victoria en un mano a mano ante el portero justo antes de que el rival marcara su gol definitivo con mala suerte para Sivera. Y eso que para empezar y por las bajas, el Alavés jugó con una reforzada defensa de cinco, incluyendo las novedades del central Pica y Mouriño de carrilero. Este último fue el sacrificado a la media hora de juego para dar entrada al centrocampista Jordán, para que Tenaglia volviera a su mejor posición de lateral. También jugó de titular Carlos Martín en una demarcación más centrada arriba para que Guridi bajara al doble pivote.
Luis García se echó la culpa a sí mismo, pero si algo tiene este barco es un capitán como la copa de un pino
El juego y el partido no se nivelaron hasta que el Alavés dispuso de un hombre más sobre el campo y pasó a jugar con solo cuatro defensas, aunque las opciones para empatar se hicieron esperar hasta la continuación. También es elocuente que el técnico García Plaza sólo usara tres cambios, como Stoichkov con media hora por delante y un segundo delantero. Villalibre, que sólo dispuso de 15 minutos en pos del triunfo y justo antes de recibir el mazazo del tanto en contra. E incluso lejos de esperar después un asedio, sucedió lo contrario: el Alavés mostró su cara más amarga, sin creatividad ni poder de reacción, con un final desesperante del encuentro, que dio por ganador al que más lo mereció con un disparo al larguero incluido.
Hay que reconocer que enfrente hubo un conjunto que también hace de su casa un fortín y con individualidades a destacar, tanto arriba -pese a que no jugaron ni James ni Raúl de Tomás-, como en la defensa, con el zaguero exalavesita Lejeune a la cabeza. Además, la escuadra rayista supo adaptarse al revés y las sustituciones refrescaron su mentalidad, más equilibrada en defensa y ataque, pese a la juventud de su entrenador, Iñigo Pérez. Aprovechando el delicado momento y pese a que Luis García se echó la culpa a sí mismo, si algo tiene este barco es un capitán como la copa de un pino y que puede ser seguramente el único que lo reflote.
Será clave recuperar la mejor cara de los jugadores ante la próxima visita de un Mallorca que ha apostado por otro proyecto incluso más ambicioso si cabe, con Arrasate al mando y Alkiza de fiel escudero. Antes de ir fuera contra un siempre difícil Villarreal de la mano del experimentado Marcelino y para respirar tranquilos antes de otro parón de selecciones. Con esto quiero decir que si la confección de la plantilla es importante, no lo es menos su dirección desde el banquillo. Si no, se lo pregunten al Barça de Flick.
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