Loum, el búfalo que intimida dentro del campo cae de pie al primer toque

Delgado, pero muy fuerte, fibroso y buen manejador de las emociones según se trate de encender el motor de combustión albiazul dentro del césped o mostrarse afable y tranquilo en la charla. Toda la fiereza que desencadena como un búfalo en los partidos -la pradera se le queda corta a este medio que tanto terreno abarca- franquea el paso a su talante cordial para aguantar la sesión de fotografías y a una sonrisa amistosa. El hombre serio que intimida a los rivales es un tipo que cae bien al primer toque.

Cuentan en el 'entorno' -vocablo sin el que uno ya no parece nadie en el universo del fútbol- que el futbolista senegalés contribuye a fomentar el buen rollo en el vestuario de Mendizorroza. Que además de sus contribuciones donde el Glorioso cuece el peliagudo anhelo redentor los fines de semana, el reciente campeón de África con su país esparce la energía positiva que nutre los grupos humanos.

Resulta evidente que Loum aparca su hiperactividad abrumadora al término del entrenamiento o después de las batallas a corazón armado que el Deportivo ha de librar para eludir la angustiosa caída a Segunda. En los encuentros percute y avanza, deja en los rivales el viento racheado de quien progresa con una determinación irrebatible. Fuera del escenario 'bélico', el medio defensivo con Javi Calleja que apunta hacia el frente a las órdenes de Javier Mendilibar anda sin prisa alguna. Otro viajecito a la caseta para cambiar las chanclas por las botas que rotulan en inglés la palabra 'Futuro'. El que quiere para sí mismo en un club 'top' de LaLiga.

Se va soltando con la naturalidad de la gente agradable, esa que nada debe de impostar. «Real Madrid, Valencia, Barcelona...». Sueña en voz media, como su demarcación en el terreno que él estira de una área a la otra. «El campeonato español es el número uno. Inglaterra es ritmo, pero aquí el fútbol es más táctico».

Loum habla desde la humildad, pero aspira a la grandeza. De ahí que sepa valorar como se merece la jerarquía del club, el Oporto, que lo tiene cedido en Vitoria y muestre el «respeto» máximo que le infunden las entidades mayúsculas. «Real Madrid y Barcelona son los clubes más importantes del mundo», confiesa quien se enfunda la camiseta virtual de la 'casa blanca' en la 'Play Station'. La misma que pretende abatir -ojo, Courtois- la noche del sábado al acabar la cita del Santiago Bernabéu. «Mi mentalidad siempre es la de ganar a todos los rivales en noventa minutos».

Hay decisión en sus palabras, no restos de altanería. Rememora el título africano con su combinado nacional y los trofeos vencidos en el Oporto, «un club grande donde los empates son derrotas». Allí se cambiaba junto a Casillas, Pepe, Militao, Felipe, Danilo... Alude continuamente con el latiguillo 'top' a los mejores futbolistas y mediante el de 'plaisir' a todo cuanto le agrada.

El ogro dentro del campo es un tipo afable fuera de él. Eso sí, dentro se siente capaz de tumbar a los adversarios, independientemente de sus oropeles. Como le hubiese partido literalmente la cara al portero valencianista Mamardashvili si su trallazo del minuto 2 del último partido en Mendizorroza se estampa en el rostro del georgiano. Los abrazos, a la salida del trabajo.