Me contaba un amigo que cuando iba de niño a Mendizorroza le sorprendió alguna vez escuchar a los aficionados corear a la vez los nombres ... del Deportivo Alavés y del conjunto al que se enfrentaba el cuadro albiazul. Por ejemplo, enlazando con el último partido de liga en Mendizorroza, gritaban al unísono «¡Alavés! ¡Burgos!». Era un reflejo de la composición de la población de Vitoria, formada en su mayoría desde mediados del siglo XX por personas nacidas en otras provincias o regiones, en especial de Castilla y León. A la vez, este hecho demuestra que el Alavés servía de nexo de unión identitario para quienes venían a Vitoria en busca de mejores condiciones de vida, pero mantenían la conexión con su lugar de origen.
Así se vio por ejemplo, de forma temprana, en el partido de Segunda entre el Alavés y el Burgos del 10 de marzo de 1957. En realidad, el choque debía haberse jugado el 20 de enero de ese año, pero un temporal de nieve obligó a su aplazamiento. El día anterior había más de medio metro de nieve sobre el terreno de juego de Mendizorroza, por lo que la directiva albiazul comunicó a la castellana que sería imposible celebrarlo en la fecha prevista. Sin embargo, el Burgos trató de que se jugara el encuentro y desplazó a sus futbolistas hasta Vitoria. Pese al estado de las carreteras, tanto la expedición burgalesa como el árbitro asturiano y sus jueces de línea lograron llegar a la capital alavesa, pero aquí concluyeron que era imposible jugar en el campo del paseo de Cervantes y se decidió suspender el enfrentamiento. Eso sí, de vuelta a Asturias el trío arbitral paró en Bilbao para ver en San Mamés el Athletic-Deportivo de La Coruña que se disputaba aquella tarde.
La directiva castellana pidió disculpas al Alavés, haciendo «constar su error, pues se figuraban que la nevada no alcanzaba tales caracteres, lo que les había guiado a pensar que podría celebrarse el encuentro realizando los trabajos necesarios. Quedaron convencidos al ver la nieve existente en Vitoria que sería de todo punto imposible jugar». Finalmente, el partido se disputó el 10 de marzo, aprovechando que no había jornada de liga, al coincidir con un España-Suiza en el estadio madrileño de Chamartín. De ese modo, los aficionados babazorros estaban de suerte, porque «de fútbol de radio, que era el que nos quedaba en esta jornada, hemos pasado los vitorianos a tener fútbol del 'chachi'. Con emoción y todo porque no cabe duda de que la visita de los burgaleses encierra siempre emoción».
En efecto, la expectación era enorme y se esperaba «que serán muchos los seguidores que tenga el Burgos en los graderíos». La prensa castellana anunció que «los burgaleses aprovecharán esta ocasión para darse una vueltecita por la calle Dato, salvo que esas borrascas que anuncia Meteor frustren el propósito de viaje a muchos». Al final, hizo un tiempo primaveral, lo que facilitó que hubiera «numerosos seguidores del Burgos en la grada portando una gran pancarta colocada en la banda de General y llevando sobre su cabeza gorras con los colores burgaleses».
La nieve obligó al aplazamiento del Alavés-Burgos del 20 de enero de 1957 al 10 de marzo en Mendizorroza
Cuando saltó el Alavés al terreno de juego, fue «acogido con grandes ovaciones» y otro tanto ocurrió con el rival, que fue aplaudido «a rabiar». 'Diario de Burgos' destacó que al equipo castellano «no le faltaron alientos en esta ocasión, respaldado por una nutrida hinchada de seguidores» venidos de la ciudad del Arlanzón, de pueblos de la provincia, del mismo Vitoria e incluso de Eibar, desde donde llegaron un buen número de burgaleses residentes en la cercana villa armera.
El buen ambiente entre los dos equipos, preludio del que se vivió hace dos semanas en Mendizorroza, llegó al extremo de que el jugador alavesista Iborra, tras terminar el partido, se apresuró a cambiarse para hacer el viaje con sus oponentes, en el autobús del Burgos, hasta Miranda de Ebro. Eso sí, ese día hubo más emoción en los graderíos que sobre el césped, pues el partido fue aburrido. Terminó con 1-0 a favor del Alavés gracias a un gol de Hormaeche marcado «en una jugada de suerte».
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