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El Alavés reclama su oportunidad
Efectivo para tomar ventaja y después a corazón abierto, el equipo albiazul consigue un triunfo que le permite seguir caminando
Cuando la puerta se cerraba el Alavés supo este sábado meter con decisión la bota y los tacos para evitar que un 'click' definitivo le robara el mes de mayo y le teletransportará directamente a una postemporada de cuatro partidos basura. Segunda victoria consecutiva en Mendizorroza en un duelo primero de máxima efectividad y después jugado a corazón abierto, de esos donde cualquier circunstancia adversa con el bisturí de la suerte resulta letal. Más aún ante un adversario de notable calibre. Pero el instinto de supervivencia albiazul, encarnado por manos y pies de Pacheco y sostenido por un grupo conmovedor en el esfuerzo, emergió para reclamar una nueva oportunidad a la ilusión. Seguir caminando para tratar después de trotar y finalmente correr. Ya se sabe que determinadas cuentas futbolísticas sólo convencen a los convencidos y todo indica que para regatear el descenso y driblar las consecuencias de una campaña pésima serán necesarias al menos otras tres victorias. Porque más que una reacción -ya en marcha- la escuadra albiazul necesita un exorcismo. Pero las fuerzas malignas solo se expulsan a golpe de tres puntos y la imaginación vuela ya hacia un Alavés que pueda buscar la redención en las dos jornadas definitivas ante Levante y Cádiz. La situación, eso sí, exige por parte de todos la suspensión de la sensatez y la confianza en lo paranormal.
Deportivo Alavés
Pacheco; Ximo, Laguardia, Lejeune, Duarte; Loum, Escalante (m.86, Pina); Edgar (m.63, Martín), Manu García (m. 81, Pons), Rioja (m.86, Jason); y Joselu.
2
-
1
Villarreal
Asenjo; Aurier, Mandi, Pau Torres (m.45, Foyth), Pedraza (m.57, Estupiñán); Iborra (m. 75, Alcácer), Parejo (m.45, Lo Celso); Chukwueze, Trigueros, Moi Gómez (m.57, Capoue); y Dia.
-
Goles: 1-0, m.4: Laguardia. 2-0, m31: Escalante. 2-1, m.47: Chukwueze.
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Árbitro: Ortiz Arias. Amarilla a los albiazules Manu García, Escalante, Laguardia y Duarte.; y a los visitantes Dia y Capoue.
Aunque lo cierto es que el Alavés ofreció este sábado señales de que todo es posible. Querer no siempre es poder, pero la escuadra vitoriana se comió la hierba como exigía su entrenador. La digestión del césped pudo acabar de cualquier manera. Tocó cruz en Mallorca y cara ante el submarino amarillo, algo más hundido de lo normal por los cambios masivos en su alineación, pero igualmente cargado de misiles de destrucción masiva. Hay elementos en cualquier caso para creer que el equipo albiazul crece en su productividad y, por tanto, se acerca a la posibilidad de encadenar victorias. Desde los gramos de fútbol que Manu García aporta a los kilos de sudor del colectivo, desde un imperial Escalante que muerde, manda y golea, y desde la recuperación de un Loum que comienza a parecer el mismo que se fue en enero a la Copa de África. El equilibrio ha llegado tarde, pero parece haber llegado al centro del campo, donde se cocina el fútbol que hay que servir al punto en el área. Que Manu García haya acumulado más partidos en el banquillo que sobre el terreno de juego es una cuestión que deberá aclarar en su programa Iker Jiménez.
El aficionado que se precia es siempre un modelo de parcialidad y los seis minutos que Ortiz Arias añadió a la segunda parte generaron una agria queja colectiva y resultaron una oda a los desfibriladores. Porque el Alavés que con los tantos de Laguardia y Escalante tomó clara ventaja vio cómo Samu aprovechaba un error de Pacheco para colocar el duelo en el limbo justo tras el descanso. Agonía garantizada, pese a que la escuadra de Velázquez, lejos de arrugarse se estiró el cutis con esmero y rozó la sentencia. La negó primero Asenjo y después un defensa al salvar bajo palos el remate de Joselu. El seguidor albiazul da casi por hecho que ganar un partido con tranquilidad es cosa de otro planeta futbolístico. Aquí toca transpirar frío y maldecir caliente. Lo templado nunca ha sido una temperatura que exista en Mendizorroza.
Dicen que las despedidas cortas son las mejores, pero el Alavés parece decidido a, cuando menos, alargar la campaña. Lejos de sacar el pañuelo mientras se aleja el tren corre detrás del atestado ferrocarril de aspirantes a la permanencia para ver si puede montarse en marcha. El Villarreal bien pudo ponerle la zancadilla si acierta en alguna de sus ocasiones finales, pero el equipo albiazul mantiene su carrera. Entre otras cosas porque en el último momento parece haber dejado atrás los harapos futbolísticos para vestirse al menos con el traje de la competitividad y dar la impresión de que puede presentarse de forma digna ante cualquier rival.
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El fútbol es, normalmente, lo que podría pasar. Ha sucedido ya lo obligado para no perder el hilo -dos victorias en tres partidos y dos de cuatro para Velázquez- y queda seguir construyendo el ovillo en blanco y azul. En Vigo, ¡qué recuerdos!, llega la próxima estación.
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