
Simeone-Mouriño, una batalla de puro carácter
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El club rojiblanco fue origen y destino de un Giuliano que brilla en el Metropolitano tras curtirse en Vitoria. Mouriño manda en la zaga albiazul después de salir de MadridSecciones
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El club rojiblanco fue origen y destino de un Giuliano que brilla en el Metropolitano tras curtirse en Vitoria. Mouriño manda en la zaga albiazul después de salir de MadridEl Deportivo Alavés y el Atlético de Madrid cruzan este sábado sus caminos en Mendizorroza (14 horas). Pelea por la permanencia de unos y por ... el título de otros que juntará a jugadores con pasado y presente albiazul.
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Dos de ellos protagonizarán una batalla de poder a poder entre ataque y defensa. Giuliano Simeone cautivó con su garra a la grada vitoriana y ahora lo hace como rojiblanco. En Vitoria ya es un líder Santiago Mouriño, que fue colchonero de forma breve antes de ser traspasado al Alavés.
Giuliano Simeone (Roma, 22 años) volverá este sábado (14.00 horas) como pieza clave del Atlético a un Mendizorroza en el que se hizo 'mayor'. Apenas ha pasado un año desde que disfrutase, de albiazul, de su primera titularidad en Primera en un duelo «muy especial». «Nunca baja los brazos y no tiene padre ni madre. Cuando hay que ganar, hay que ganar, y eso me gusta», señaló un Cholo «orgulloso» que vio cómo su hijo contribuyó a un triunfo (2-0) con el que el Alavés encarriló su salvación.
Su exhibición ante el Atlético del que estaba cedido supuso el despegue definitivo de Giuliano tras cinco meses de baja y «muy duros» por culpa de la fractura de peroné y la luxación del tobillo de la pierna izquierda originada por una dura entrada de Matos (Burgos) en pretemporada. «Es una recompensa a todo el trabajo que he hecho», apuntó un Simeone que cerró la campaña como titular. «Le veo con chispa», dijo Luis García, que le colocó en la izquierda en lugar de Rioja.
Los 719 minutos que acumuló con el Alavés en 16 partidos, en los que marcó un gol al Celta y dio dos asistencias, dejaron un buen sabor de boca en el club y en una afición con la que conectó desde el inicio. El flechazo fue tal que buscaron repetir su cesión. «Aquí estoy muy feliz, muy contento, pero ahora no es momento de pensar en mi futuro y sí de disfrutar», señaló Giuliano.
La secretaría técnica vitoriana se movió rápido y encarriló un nuevo préstamo que no llegó a cristalizar. El gran nivel de Simeone en los Juegos Olímpicos con Argentina y la salida de Samu al Oporto hicieron que el Atlético cambiara de postura. El Cholo quería contar con su hijo y su cesión se frenó, generando cierto malestar en el Alavés.
Descartada su salida, Giuliano fue creciendo en el Atlético. Su mentalidad ganadora le hizo devorar etapas con rapidez hasta alcanzar la titularidad en la banda derecha rojiblanca. «El esfuerzo no se negocia», repite un Simeone que es clave para el Cholo. 42 partidos (2.572 minutos), 5 goles y 8 asistencias dan forma a su nuevo estatus. Hasta ya es habitual de la absoluta de Argentina, marcando incluso ante Brasil en el Clásico sudamericano.
Y con este nuevo rol de futbolista 'Champions' regresa a Mendizorroza un Giuliano que terminó de afilar sus dientes en el Alavés. Apodado el 'Tigre' en Ibaia, el atacante dejó huella en el vestuario por su carácter bromista y buen rollo a pesar del revés de su grave lesión. Sus cinco meses de baja los afrontó con «determinación», trabajando mental y físicamente para regresar más fuerte de este difícil «reto».
Compartió las largas sesiones de recuperación con un Panichelli convaleciente de una rotura de ligamento cruzado. En ese tiempo de trabajo con los fisioterapeutas, Giuliano solía ir en bicicleta al pantano como parte de su puesta a punto. Y cuando volvió al césped, nadie le paró. Simeone mostró sus garras en Vitoria y todavía mantiene contacto con parte de sus excompañeros. Sus mates con los sudamericanos eran inaplazables. Y su amistad con Carlos Martín, cultivada desde la cantera rojiblanca, sigue vigente, luciendo ambos el mismo tatuaje. Durante su cesión en el Mirandés, el madrileño acudió a Vitoria para ver a 'Giuli'. «Fue importante para decidirme a venir al Alavés», dijo Martín, que volverá a cruzarse el sábado con su amigo.
Cuando Santiago Mouriño firmó por el Alavés ya sabía que le iba a tocar enfrentarse a Giuliano Simeone y no jugar a su lado. Aunque han llegado a compartir equipo, son casi unos desconocidos. Veinte días después de que en 2023 Mouriño fichase por el Atlético, Simeone puso rumbo al Alavés. El pasado verano, la presencia del argentino en los Juegos Olímpicos apenas les permitió coincidir en la extenuante pretemporada colchonera. Ya en el final del mercado, Mouriño siguió los pasos que un curso antes había marcado el atacante y fichó por un Alavés en el que ya es el indiscutible líder defensivo.
Mouriño (Montevideo, 23 años) será uno de los encargados de detener a Simeone y compañía. Su buen desempeño junto a Garcés en la victoria ante la Real Sociedad -un choque en el que el equipo dejó la portería a cero- dio alas a un Alavés necesitado de su mejor versión para frenar el ataque colchonero. Consolidado hasta ahora como pareja del lesionado Abqar, parece haber encontrado en el argentino un solvente compañero. Ambos se compenetraron y elevaron el nivel defensivo a base aplicar la receta del central clásico: contundencia y oficio por encima de todo.
El uruguayo se muestra firme en ese rol de líder a pesar de ser un debutante en Primera. Apenas registra los 21 partidos de esta temporada como bagaje en la élite. Pero no le tiembla el pulso. Necesitó poco más de la mitad de ellos para entender lo que debía y sobre todo lo que no debía hacer frente a futbolistas de campanillas. «Con jugadores así les dejas medio metro y te hacen un regate o un gol», explicaba en marzo. En sus primeros encuentros le costó ser agresivo y esos espacios le castigaron. Hasta que se convirtió en la sombra de atacantes que ya no le intimidan. «Los duelos son mi fuerte. Intento mirar a cada delantero igual y llevarlo a mi juego, a las disputas. Solo quiero hacer mi partido», advertía.
Son los pasos de gigante de un jugador que en cuestión de tres años ha vivido un avance frenético en su carrera. Con 20 años ya era titular en el ascenso de su equipo, el Racing de Montevideo, a la máxima categoría del país. Su bautismo en la élite del curso siguiente bastó para que el Atlético viera en él la continuación de la saga charrúa de centrales de la que ya habían llevado la batuta Godín o Giménez. Aunque tras un curso en Zaragoza a préstamo, también de menos a más, el club colchonero sorprendiera al optar por traspasarlo al Alavés por una cifra algo superior a los dos millones de euros. El maltrecho límite salarial del club propició que optase por venderlo, si bien su plan original era buscarle otra cesión.
El Alavés se valió de ese escenario, aunque como contraprestación la fórmula incluyó una opción de recompra que se guarda el Atlético por una cifra algo superior a lo que pagó la entidad albiazul. De momento, su contrato en Vitoria se extenderá hasta 2029 y llama a la puerta de su selección, con la que ya ha ido pero sin aún minutos. Ahora volverá a medirse a un Atlético al que a punto estuvo de parar ya en la primera vuelta. Julián Álvarez, Sorloth… y un Giuliano Simeone que pudo ser su compañero en el vestuario de Mendizorroza, pero al que ahora deberá detener para que el Alavés logre otro triunfo capital en la lucha por la permanencia.
Giuliano Simeone y Santiago Mouriño representan el pasado y el presente de una fructífera relación que une al Atlético de Madrid y el Deportivo Alavés. No en vano, además de Mouriño, el pasado verano también aterrizó en Vitoria otro jugador propiedad del club rojiblanco. Aunque al contrario que el uruguayo, Carlos Martín llegó al Alavés en forma de cesión, la fórmula más habitual en años recientes.
Hasta ocho futbolistas han hecho el camino desde el Metropolitano -o, antes, el Vicente Calderón- hasta Mendizorroza en la última década. Señal de las buenas relaciones imperantes en entre ambas entidades. Al estilo de lo que sucede con el Real Madrid o el Barcelona, que también han suministrado con frecuencia futbolistas al plantel albiazul.
El curso pasado, además de Simeone, también llegó a Vitoria Samu Omorodion -que ahora utiliza su segundo apellido, Aghehowa-. Acababa de fichar por el Atlético desde el Granada y el Alavés estuvo rápido para lograr una cesión que salió bien: ocho goles en Liga marcó el actual delantero del Oporto.
Dos años antes llegó, aunque del filial colchonero, Toni Moya. En 2020 había aterrizado el defensa Carlos Isaac, aunque nunca llegó a debutar. Estuvo cedido en el Albacete y el Oviedo. También Tachi desembarcó desde la cantera rojiblanca en 2019.
Aunque el mejor exponente de las inferiores del Atlético fue un entonces desconocido Theo Hernández en 2016. Era aún un juvenil que, sin embargo, se hizo pronto con la titularidad en el lateral y cuajó un curso excelente, con gol en la final de Copa al Barcelona incluido. Ese verano terminó la cesión y el jugador francés protagonizó un polémico traspaso al Real Madrid.
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