Coudet enciende el orgullo del Alavés
Una vehemente e improvisada charla del técnico en la primera mitad cambia el chip de un equipo al que le costó entrar al duelo
Quince grados en pleno diciembre en Vitoria no es, en absoluto, una mala temperatura para un derbi en Mendizorroza. Aunque como tampoco da ni de ... lejos para una de esas pausas de hidratación de nuevo cuño implantadas por la Liga, el Chacho Coudet se la tuvo que inventar. Así que el argentino aprovechó la primera oportunidad en la que Alberola Rojas detuvo el juego más de lo normal para llamar a capítulo a sus jugadores. Un percance físico del que Carlos Solera se repuso sin problemas fue el gancho del que se agarró el técnico albiazul para empezar a cambiar el signo del partido.
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Era el minuto 32 y el partido había arrancado mucho más frío que el ambiente. No era un mal Alavés, pero tampoco esa versión enérgica, dinámica y aguerrida que demanda cualquier inicio de encuentro en el Paseo de Cervantes. Tampoco se veía al bloque que el Chacho Coudet había trabajado durante la semana. El plan pasaba por mandar desde el principio para resquebrajar la moral donostiarra, pero el primer cuarto de partido fue más bien de tablas.
Por eso Coudet convocó el cónclave. «Lo vivo con mucha intensidad», explicó él tras el duelo. Una forma sutil de decir que sus aspavientos los vio todo el estadio. Las palabras se perdieron en el ruido -casi que mejor, vino a reconocer en la rueda de prensa-, pero quedó claro que no estaba conforme con casi nada. «Los quería hacer reaccionar, no era con nadie en particular. No habíamos empezado como lo habíamos preparado. Ha sido una reacción positiva. A veces los entrenadores les intentamos hacer reaccionar de muchas maneras», sintetizó.
Notable defensa
«Ya os imaginaréis por dónde han ido los tiros. Ha sido merecido. A veces una apretada de esas nos viene bien», reconoció el capitán al que le tocó asumir parte de la bronca, Ander Guevara. Pero lo cierto es que el Alavés cambió. Esa imagen tibia mutó en otra mucho más acertada e intensa, la que sí logra conectar con la grada de Mendizorroza. Un equipo que entonces sí empezó a inclinar el campo hacia el área donostiarra. El premio del gol de Boyé con el suspense del VAR fue la guinda a los gritos de Coudet sólo un cuarto de hora antes.
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Ese Alavés pudo incluso celebrar más goles, pero le faltó puntería cuando pudo mover el balón y también en un tramo final del choque en el que gozó de oportunidades a la contra. Ante esa falta de precisión para cerrar el encuentro por la vía del ataque optó por aplicarse en defensa. Apretar los dientes, cerrar líneas y cortocircuitar a una Real Sociedad a la que le faltó fútbol para poner en verdaderos apuros al Alavés. Ahí ya no hizo falta ninguna charla porque el bloque albiazul tiene claro que su permanencia pasa por proteger al máximo su portería.
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