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Alavés-Rayo | Liga Santander Jornada 32

Agua para el clavo ardiendo

El Alavés suma un agónico triunfo que le permite creer en sus opciones y respirar al menos hasta la final del martes en Mallorca

Sábado, 16 de abril 2022, 15:06

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Cuando el riesgo de soltar amarras definitivamente con la categoría se cernía sobre un Alavés desamparado aparecieron a tiempo los bomberos para rociar con agua a presión el clavo ardiendo. Ese del que, pese a la trabajada y agónica victoria de ayer ante el Rayo Vallecano, sigue colgado de una débil mano despellejada el equipo albiazul. Consciente de que el peso de sus resultados en 32 jornadas de Liga le atrae todavía con fuerza hacia el abismo, pero capaz de sobreponerse en Mendizorroza en un partido de no retorno para mantener un delicado equilibrio al menos hasta la visita del martes a Mallorca, convertida ya en final. Porque el cuadro vitoriano impidió con tres puntos innegociables que las frías matemáticas resultasen el único y gastado discurso que oponer a la tozuda realidad y que el inminente viaje a la isla para medirse a un rival directo se convirtiese en un postrero perdigón más que en una última bala.

Si el fútbol es un estado de ánimo, el conjunto albiazul consiguió por unas horas borrar de su cara esa mueca de extrema desolación para dibujar una media sonrisa después de atravesar un páramo de sufrimiento en una primera mitad donde fue zarandeado. Hasta la cita de ayer la sala de espera de las victorias (la anterior llegó en febrero y la precedente en ¡noviembre¡) se encontraba huérfana de esperanza. Con esa sensación de que todos los adversarios, a base de cambios de entrenador o fichajes de invierno, eran atendidos de sus diversas dolencias mientras el paciente albiazul agravaba sus patologías con la mirada en la puerta de un médico que nunca le atendía. Por una vez, después de demasiadas semanas, el lienzo alavesista acabó con pinceladas felices.

¿Hay razones para creer tras el triunfo ante el Rayo Vallecano? Sí, porque así lo dice una clasificación que deja a los vitorianos a cuatro puntos del Mallorca, el próximo rival. ¿Hay razones para considerar que el fútbol ofrecido en Mendizorroza es suficiente para cumplir con la machada de la permanencia? No, pero igualmente es cierto que salir de un pozo como eran las derrotas acumuladas y ver cierta luz al final del túnel puede generar ese clima de autoestima que el Alavés había perdido hace tiempo y a partir de ahí crecer en sus prestaciones. Porque el inicio del choque y prácticamente toda la primera mitad resultó una oda al descontrol y el miedo. A merced de un adversario muy superior. Joselu amenazó al final con un gran disparo, pero por el camino los madrileños se dejaron llegadas muy claras al área de Pacheco, que salvó un medio gol de Guardiola cuando todo apuntaba al desastre.

Pero un duelo donde un 0-1 ó 0-2 al descanso no hubiera resultado ninguna sorpresa viró después hacia cierta igualdad. Con la entrada de un Manu García que al menos es capaz de retener la pelota en los pies, facilitar las incorporaciones al ataque de sus compañeros y dotar al equipo de cierto sentido futbolístico. Eso, unido al paso adelante de sus compañeros para apretar de firme al rival y ganar segundas jugadas, dejó un panorama de equilibrio. Sin alardes, pero con más balón y sentido en las combinaciones. Tampoco se antojaba sencillo marcar para un equipo cuya desavenencia con el gol es estructural, pero entonces apareció Joselu con la ayuda de un portero rival que se confió en exceso. Esta vez el error decisivo correspondió al contrario, algo poco usual.

Y ahí, en su ventaja, se parapetó un equipo albiazul más firme en las labores defensivas, aunque sin filo para castigar a un adversario volcado que se quedó en inferioridad para un descuento de ocho minutos largos. Es evidente que el Alavés, desde la cima del triunfo de ayer, solo ha lanzado una bola de nieve ladera abajo. Necesita a partir de ahora empujarla con fuerza y provocar un verdadero alud en la clasificación. Pero la otra opción, la del empate o la derrota, era pedirle a alguien que cerrara la puerta de la temporada. Sigue ahora entreabierta, aunque sin olvidar que el equipo vitoriano más que hacerse hueco a través de ella necesita reventarla a base de victorias para disponer de su oportunidad en el último sprint.

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